Hace 15 años nació el programa de Salas de Lectura, impulsado por Felipe Garrido y Alfonso de Maria y Campos; un proyecto de fomento a la lectura que radica en el esfuerzo de la sociedad, de mediadores que se convierten en el puente entre los libros y los posibles lectores.
En la actualidad se cuenta con tres mil 476 salas de lectura activas en todo el país, algunas de las cuales atienden públicos específicos en hospitales, reclusorios, albergues infantiles, clubes de la tercera edad; otras más existen en comunidades mexicanas en el exterior, como Illinois, California, Arizona, Texas, Oregon y Florida, en la Unión Americana, las cuales servirán para fomentar el uso del español entre toda la población.
Incluso, hace tres años, se desarrolló un programa especial con la Secretaría de la Defensa para la instalación de salas de lectura como parte del Plan DN-III, de auxilio a la población en casos de desastre.
Con todo ello, el Programa Nacional Salas de Lectura fue seleccionado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) como un programa modelo para reproducirse en América Latina.
“La elección representa un reconocimiento al esfuerzo por socializar el libro, por crear accesos en lugares remotos: las salas, a diferencia de una biblioteca pública, se pueden abrir en cualquier espacio y eso es una bondad del programa”, a decir de Socorro Venegas, directora adjunta para el Fomento a la Lectura y el Libro, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
El programa despierta mucho interés en otras partes porque está sustentado en la sociedad civil, personas que, sin remuneración económica, dedican parte de su tiempo a fomentar la lectura.
Los retos Al compartir su pasión por los libros, el escritor Jorge F. Hernández calificó el trabajo de los mediadores de las salas de lectura como “invaluable y encomiable”, al tiempo de señalar que todo escritor publicado debería asumir la obligación de visitar, cuando menos una vez al año, una sala de lectura, porque al final lo que todo escritor quiere “es que lo lean”.
El colaborador de Milenio habló de la importancia de tomar en cuenta los cambios en los formatos de lectura que existen en la actualidad, porque “cada vez más nos hemos convertido en un país de oídas y las generaciones que vienen atrás son de oídas: la información que capta la atención de los jóvenes dura lo que dura un video en YouTube y su capacidad de redacción se reduce a 140 caracteres”.
“Al mismo tiempo deberíamos hacer una labor de atacar este mundo de las apariencias: por ejemplo, llevo años insistiéndole a amigos que escriben guiones para telenovelas que no les costaría nada incluir en el guión la sugerencia de que una de estas divas lleve un libro en la mano, por lo menos que lo cargue.”
Para la investigadora Lucina Jiménez, directora de la asociación civil Conarte, hay que tomar en cuenta que el fomento a la lectura se desarrolla entre nativos digitales, que han creado una forma de comunicación absolutamente compactada, en la cual generan otras formas de códigos de digitación, no necesariamente de escritura.
Frente a por lo menos 200 mediadores de las salas de lectura, provenientes de las 32 entidades federativas, destacó que “uno de los retos fundamentales para quienes trabajamos en la educación y en la lectura es encontrar cómo transitar del mundo Gutenberg y de la narración a una sociedad que hoy conoce la realidad con nuevas herramientas”.
Fuente: Milenio; Cultura, p.45
Escrito por: Jesús Alejo
Publicada: 7 de Octubre de 2010
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