Un planeta sano depende de la calidad de los océanos, pero estos últimos están amenazados, ya que son explotados y contaminados por plástico, mercurio y residuos industriales y humanos. El carbono que absorben de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ha vuelto a los mares más ácidos, haciendo imposible la vida de criaturas como los corales y los mariscos.
Tan solo, el año pasado, debido al aumento de las temperaturas globales, las aguas marítimas fueron las más cálidas de la historia. Lo anterior pone en peligro sus ecosistemas y a la especie humana.
Aguas vitales
De acuerdo con TriplePundit, los océanos sustentan la vida, hasta el 80% de las especies se encuentran en ellos. Además, el pescado es una de las principales fuentes de proteína para 3,200 millones de personas. Y no olvidemos que el mar produce más de la mitad del oxígeno, absorbe el calor y ayuda a regular las temperaturas en tierra.
De igual forma, es una fuente importante tanto de energía limpia como, cada vez más, de recursos biotecnológicos vitales para los medicamentos, incluidas las enzimas utilizadas en las pruebas de COVID-19.
Si los océanos se siguen contaminado, incluso el bienestar económico estaría en riesgo porque innumerables empresas dependen de ellos. Las industrias marinas representan 3 billones de dólares en ingresos anuales, alrededor del 5% del PIB mundial, asimismo más de 200 millones de empleos están vinculados a la pesca.
Aunque el panorama es desalentador no todo está perdido, si se actúa ahora se podría recuperar la salud de los mares en una sola generación, para conseguirlo se requiere luchar contra el cambio climático, abordar la pesca sostenible y proteger las aguas de la contaminación tóxica. Este reto es enorme y urgente, pero alcanzable.
¿Cómo salvar a los océanos?
Para tener éxito, mantener unos mares óptimos debe convertirse en una prioridad del sector privado ya que muchas compañías dependen directamente de estos ecosistemas para sus modelos de negocio —como la pesca, los productores de alimentos, el turismo, el transporte marítimo y la energía eólica marina—.
Afortunadamente, las corporaciones están empezando a tomar conciencia de sus responsabilidades, no solo reconociendo los problemas que crean, sino siendo parte de la solución. En este sentido, a manera de guía, el Pacto Mundial de las Naciones Unidas ha desarrollado los Principios de Océanos Sostenibles.
Estos preceptos abarcan nueve importantes áreas de actuación, que van desde la atención a la salud oceánica y el respeto al entorno normativo y a los derechos humanos, hasta el fomento de intercambio de datos y la presentación de informes transparentes.
Además constituyen un marco de prácticas responsables que ayudarán a garantizar el futuro del planeta, por ello, las organizaciones que se adhieren contribuyen a mejorar el futuro, ya que reportarán el impacto a corto y largo plazo de sus actividades y su forma de mitigarlo.
Ejemplos de compromiso
Más de 80 compañías han firmado e involucrado públicamente, desde que inició la iniciativa hace tres años, algunas han ido más allá y están utilizando su tamaño e influencia para lograr un cambio más amplio.
Muestra de ello es el gigante naviero Maersk, que ha creado el Centro Mærsk McKinney Møller para el Transporte Marítimo de Carbono Cero, con el fin de contribuir a la descarbonización de los GEI.
Por su parte, Ørsted, la principal corporación de energía eólica marina, ha creado arrecifes artificiales para mantener las poblaciones de peces alrededor de sus parques eólicos. Y quiere ir más allá de la limitación de daños y se propone hacer una contribución neta positiva a la biodiversidad en todos sus nuevos proyectos para 2030.
Por su parte, en el ámbito de las finanzas, Norges Bank Investment Management, uno de los mayores fondos de inversión del mundo, que gestiona los activos del fondo de pensiones gubernamental de Noruega, ha añadido lo estipulado en el Pacto Mundial a sus expectativas de sostenibilidad para las empresas, incluso describen cómo se deben abordar los desafíos relacionados con los océanos.
Creer en la RSE
Ya sean grandes o pequeños, todos los esfuerzos son importantes, por lo que se necesita que muchas, muchas más empresas se adhieran. Cualquier organización, de cualquier sector puede hacerlo, pero debe comprometerse a actuar a largo plazo para proteger y promover unos mares sanos.
Quienes forman de los principios reciben orientación del Pacto Mundial para ayudarles a maximizar el impacto. Puede ser algo obvio, como reducir el uso de plásticos y combustibles fósiles y trabajar con otros a nivel local o regional. O algo más sutil —y aún así de gran valor—, como auditar las cadenas de suministro en busca de prácticas sostenibles y crear estudios de casos de proyectos exitosos.
Recuerda que hay muchas cosas que se pueden hacer para salvar los océanos, por ejemplo, reducir nuestras emisiones de carbono ayudará a estabilizar las temperaturas y a frenar el deshielo que está diluyendo la salinidad y provocando la subida de los mares.
Se debe trabajar para detener la pesca desmedida y evitar que los residuos y la contaminación entren en las aguas para que puedan seguir desempeñando un papel importante en el desarrollo vital.
Al comprometerse con los nueve principios —especialmente en el período previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos que se celebrará en junio en Lisboa—, las empresas pueden aportar su granito de arena para garantizar la salud a largo plazo de la vida marítima y terrestre.