Por Corinna Acosta
Entre el trabajo, los estudios, el ejercicio, las salidas con amigos y las escapadas de los fines de semana, el tiempo promedio que pasa una persona en casa es cada vez más reducido, con lo que aumenta la necesidad de acudir a productos empacados o restaurantes para satisfacer diferentes necesidades alimentarias según el momento del día. Uno de los que consumimos casi de forma inconsciente e inevitable es el agua embotellada.
En el mundo se consumen más de 126 mil millones de litros de agua embotellada al año, lo que se traduce en toneladas de botellas plásticas que son desechadas a diario, contaminando el medio ambiente y con bajas probabilidades de recuperarse en su totalidad para ser reutilizadas.
Aún así, son pocas las ciudades preocupadas por reducir este impactante problema de contaminación e incluirlo en sus programas de sustentabilidad. San Francisco es ahora una de ellas.
Siguiendo el ejemplo del poblado de Bundanoon en Australia, San Francisco busca eliminar gradualmente la venta de agua embotellada dentro de la ciudad con el fin de reducir considerablemente su impacto ambiental. La propuesta considera la distribución del producto en eventos masivos como parques y conciertos, además de los puestos de comida en la vía pública.
Al mismo tiempo, la legislación incluye mejoras en el suministro de agua potable de la ciudad, incluyendo estaciones públicas de llenado de botellas para que los habitantes tengan acceso a este recurso con mayor facilidad, ya que de acuerdo con los defensores de la propuesta, San Francisco posee uno de los servicios de agua corriente más saludables y de mayor calidad en Estados Unidos.
Para realizar el cambio de forma gradual, la medida contempla al inicio únicamente las botellas menores a un litro de capacidad, aunque se espera que para 2016 pueda prohibirse por completo la comercialización de este recurso en la vía pública y eventos masivos.
Hasta el momento, la venta de este producto ya se encuentra prohibida en 14 parques nacionales y diversos campus universitarios, mientras que los edificios públicos ya no tienen permitida su adquisición, lo que además de reducir su impacto ambiental, incrementará considerablemente su ahorro económico.
San Francisco no es la primera ciudad estadounidense en seguir el ejemplo del pequeño poblado de Bundanoon buscando disminuir la contaminación por desechos plásticos a partir de esta prohibición, los habitantes de Concord, Massachussetts dejaron de encontrar botellas con capacidad inferior a un litro a principios del año pasado.
Me pregunto si podríamos implementarlo en nuestro país…
[…] como respuesta al gran impacto ambiental del agua embotellada, ciudades como San Francisco están limitando su venta. Pero las soluciones más innovadoras son aquellas que encuentran formas más eficientes de […]
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