Cuando las Blackberry empezaron a inundar el mercado algunos tardaron poco en apodarlas crackberry, comparando la facilidad para crear adicción del aparato con la de la roca de cocaína.
Otros, en cambio, las bautizaron como la correa, intuyendo tras sus primeras experiencias cómo el ingenio tecnológico les mantendría atados al trabajo cuando este supuestamente había acabado.
Los temores de estos últimos han cristalizado y el uso de Blackberrys, iPhones y otros dispositivos portátiles, cada vez más avanzados, más accesibles, más extendidos, ha difuminado la frontera entre las horas de trabajo y las de descanso.
Pero ahora hay quien quiere volver a trazar esa línea divisoria con ayuda de los tribunales. Y en EEUU al menos tres compañías se enfrentan a demandas de empleados que reclaman que el enganche al correo y el teléfono se remunere como horas extraordinarias.
Se trata, en los tres casos, de trabajadores pagados por hora: tres empleados de T-Mobile presentaron su caso en julio y, además, denunciaron que la firma les dijo que debían esperar trabajar horas extras como parte de «prácticas de negocio estándar». Otro afecta a la empresa de gestión de propiedades CB Richard Ellis (marzo) y el tercero arrancó el año pasado contra la telefónica Verizon.
Sus historias difieren en los detalles, pero coinciden en su eje: la empresa da teléfonos y dispositivos móviles en los que se acaba trabajando, leyendo y contestando correos electrónicos y llamadas de trabajo, incluso más allá de las horas pactadas y pagadas. ¿No deberían reembolsarse también?
Ley obsoleta de 1938
No hay todavía decisión judicial al respecto, pero el debate está servido. Y expertos legales como Kevin Hyde, de la firma especializada en derecho laboral Foley & Lardner, confiesan estar viendo más y más litigios en este terreno. «Es un caso donde la ley no ha alcanzado aún la realidad de los trabajadores»,ha declarado el abogado, uno de los muchos que constatan lo obsoleto de la ley de normas razonables de trabajo, una ley de 1938 que, cuando el trabajo era mucho más fácil de identificar como tal, reguló las horas extras.
¿Dónde se pone el límite? Una llamada quizá no parezca mucho, o un vistazo al correo. Pero si alguien dedica 20 minutos no remunerados al día a esas tareas acumula seis horas al mes, unas 80 al año. Y, como ha dicho Catherine Ruckelshaus, codirectora de una organización que lucha por los derechos de los trabajadores peor pagados, «si agregas todas las horas de todos los trabajadores es una tonelada de dinero y es muy lucrativo para el contratador».
Según un estudio, el 50% de los estadounidenses comprueban el correo del trabajo los fines de semana, y un 34% lo hacen durante las vacaciones.