“Una cuarta parte de los niños menores de cinco años de todo el mundo presentan retraso en el crecimiento”, afirma el reporte “Para cada niño, una oportunidad” del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). ¿A qué se debe principalmente este problema? Una palabra: malnutrición.
La ausencia de seguridad alimentaria es la causante de muchas enfermedades y complicaciones de desarrollo en los niños, y esta situación se da más frecuentemente en países pobres o comunidades vulnerables.
En México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 34 por ciento de los hogares donde vive un niño o joven –en un rango de 0 a 17 años de edad–, presenta algún grado de inseguridad alimentaria: el 16.9 por ciento es leve, el 9.5 por ciento es moderado, y el 7.6 por ciento es severo.
La falta de acceso a una dieta nutritiva y de calidad en el hogar es una de las razones por las que millones de menores se encuentran en peligro, pero no tener las condiciones higiénicas necesarias para comer es otro motivo por el cual los pequeños enferman o se contaminan sus alimentos.
Y no olvidemos que los niños no comen exclusivamente en casa: las escuelas también son una parte esencial de su día a día.
La misma Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha recalcado lo vital que es lograr que la sostenibilidad llegue a las aulas. “La alimentación escolar (…) favorece el desarrollo humano de los estudiantes, mejora los hábitos alimentarios, garantiza el acceso a una alimentación sana y adecuada, y promueve el desarrollo de la economía local”, menciona la FAO, la cual apoya proyectos de escuelas sostenibles.
Lamentablemente, al igual que las casas, muchos institutos no tienen la infraestructura apropiada o los medios para ofrecer un lugar equipado y limpio donde los pequeños puedan comer bien. Entonces, ¿de qué modo podemos impulsar la seguridad alimentaria en las escuelas de nuestro país?
Un comedor para promover la seguridad alimentaria en las escuelas
La primaria “Ignacio Ramírez Calzada” se encuentra ubicada en la comunidad Lázaro Cárdenas, en La Trinitaria, Chiapas. Tiene alrededor de 84 años en funcionamiento, lo que la hace una de las escuelas más antiguas y grandes del municipio.
Una de las principales necesidades de este colegio es, precisamente, la nutrición de los estudiantes. “La alimentación es la preocupación fundamental de todos los maestros, igual que la de un servidor”, declaró Héctor Gordillo, director de la primaria. “Afortunadamente, las empresas están cumpliendo esa función humanitaria de poder llevar la alimentación a nuestros niños”, agregó refiriéndose al nuevo comedor escolar con el que cuentan y que fue construido gracias al apoyo de Monsanto.
Como parte de su compromiso con la responsabilidad social (RSE), la empresa, a través de Fundación Monsanto, invirtió más de 2 millones de pesos en la construcción de un comedor para esta escuela primaria, el mayor financiamiento que ha concedido en la región hasta ahora.
“Es la manera de seguir generando un impacto positivo en nuestra comunidad, apoyando a las familias que son parte de ella, buscando mejorar su calidad de vida”, dijo Elena Velasco, Supervisora de Sustentabilidad y Responsabilidad Social de Monsanto.
La compañía realizó este proyecto junto con Patronato Pro Educación Ahome A.C., una organización nacida en Sinaloa que está enfocada en el mejoramiento de la calidad educativa.
La planeación de este inmueble tomó tres años, desde la idea hasta la ejecución, y la terminación de la obra tardó aproximadamente tres meses. Aunque la inauguración se celebró el 28 de junio del 2017, se pondrá en funcionamiento al inicio del próximo ciclo escolar, tiempo en el que serán beneficiados 600 alumnos de la recién extendida matrícula.
“Nuestros niños, a partir de hoy, tendrán un lugar más digno para desayunar. Esto va a aportar a la superación de sus estudios”, fueron las palabras de agradecimiento que Samuel Vázquez, presidente del Comisariado Ejidal, dio durante el evento inaugural del comedor. “La comunidad está muy contenta, es algo que estábamos esperando”.
El comedor está equipado con:
- Cisterna.
- Tubería para drenaje.
- Acceso a agua potable.
- Instalaciones de gas.
- Aparatos de refrigeración.
- Alacena.
- Estufas.
- Fregaderos.
- Señaléticas de seguridad.
- Mesas y sillas.
“Estamos muy contentos por el comedor que nos acaba de donar la Fundación Monsanto”, comentó Juan Olvera, padre de una de las estudiantes. “Para los niños es excelente, porque ahora tienen más comodidades, más higiene”.
¿Te imaginabas que un comedor pudiera impulsar de esta manera la seguridad alimentaria en las escuelas?
El trabajo no termina allí…
Pero el esfuerzo de Monsanto y el Patronato Pro Educación Ahome aún no acaba. De hecho, solo ha concluido la primera etapa.
La segunda fase es finalizar la construcción de un pozo de 120 metros, ubicado detrás del comedor. Contará con un equipo de bombeo y un sistema de tuberías que llevarán agua potable hasta el tanque de almacenamiento, lo que permitirá el suministro de este recurso tanto a la escuela como a los hogares de la comunidad, beneficiando a los 6 mil habitantes de Lázaro Cárdenas.
Además de proveer seguridad alimentaria en las escuelas y el acceso al agua limpia, este comedor auxiliará a las personas en caso de desastre ya que, debido a su infraestructura y equipamiento, puede ser utilizado como albergue.
Esta no es la única iniciativa que Monsanto ha implementado en Chiapas. La compañía ha trabajado en programas de educación para adultos, ferias y actividades de salud, conservación de áreas naturales y rescate de especies animales.
Cada uno de estos proyectos tiene en mente mejorar la calidad de vida de las personas, ¿cómo? Escuchándolas.
“Qué mejor ejemplo de que la colaboración entre comunidad, organización y empresa rinde grandes frutos. Parte fundamental es la confianza y agradecemos a nuestra comunidad por ella y por permitirnos continuar trabajando de la mano para identificar cuáles son las necesidades y en que podemos contribuir”, finalizó Velasco.