Guadalupe trabaja en la colonia Del Valle, y en la casa habilitada como oficina cuenta con tres botes de basura. Con carteles señala que en uno de ellos sólo debe depositarse papel y periódico; en el segundo, vidrio y latas; el tercer bote está a un costado del fregadero y está reservado para los plásticos.
Esta trabajadora capitalina saca las tres bolsas de basura cada que escucha la llegada del camión recolector, y lleva además una caja de cartón con flores moradas de jacaranda recolectadas en la mañana.
Este es un ejemplo de cómo en la ciudad comienza a hacerse costumbre que las familias o en oficinas se separe la basura, una necesidad imperioso ante la inminente clausura del relleno sanitario de Bordo Poniente.
El esfuerzo de Guadalupe, sin embargo, no cumple con el llamado del Gobierno capitalino. Al igual que ella, los capitalinos comienzan a separar los desechos, pero no han aprendido a dejarlos un día específico en el camión recolector.
La cuadrilla a bordo del camión 921, que recorre un sector de la colonia Del Valle, se encuentra con un montón de bolsas en la esquina de Miroflores y San Francisco. En las bolsas, por separado vienen los restos de comida, papel de oficina, hierba recortada, flores de jacaranda, papel sanitario, botellas de plástico y botellas de vidrio.
En trípticos distribuidos en la ciudad se exhorta a los capitalinos a que la entrega de los desechos a los camiones sea terciada, es decir, que el lunes, miércoles y viernes sólo se lleve al camión desechos inorgánicos.
Éstos son plásticos, vidrios, metales, papel y cartón, unisel, artículos de oficinas, papel y toallas sanitarias, cosméticos, pañales, papel higiénico, algodón, llantas y equipos electrónicos.
El martes, jueves y sábado se pide a los capitalinos sólo tirar desechos orgánicos, es decir, huesos, restos de carne, verduras, pan, cáscaras de frutas y verduras, sopas, cascarones de huevo, servilletas de papel usadas, filtros de cafetera, animales muertos, heces, poda hojarasca, pasto seco y flores.
Los desechos que los capitalinos dejamos en los camiones, cada vez van más separados, sin embargo, aún hay quienes los revuelven en una misma bolsa.
Y quienes se dan a la tarea de separarla no respetan los días en que hay que depositarla en los camiones.
“Esto hace más fácil el trabajo”, reconocen los integrantes de la cuadrilla del camión 921; sin embargo, el viernes pasado, en el depósito principal de su camión llevan todos los desechos que es capaz de generar una ciudad, revueltos.
El papel, cartón, periódicos, latas, botellas, y todo aquel desecho que puede ser vendido, lo llevan en bolsas y cajas aparte, colgando alrededor de todo el vehículo.
De acuerdo con Horacio Santiago, secretario general de la Sección 1 del Sindicato de Trabajadores del DF, este es el primer proceso de separación y el más importante que se realiza en la jornada.
Tras completar su recorrido, el camión 921, uno de los dos mil 200 que circulan en la capital, lleva sus desechos a una estación de transferencia.
Ahí los desechos de varios camiones son reunidos y volcados en un contenedor que los lleva a plantas de separación en San Juan de Aragón o en el Bordo Poniente, y finalmente los desechos que no pueden ser reciclados se depositan en el relleno sanitario del Bordo Poniente.
Horacio Santiago explicó que de las 12 mil 500 toneladas que se generan al día en el DF, 40 por ciento es de desechos orgánicos, y 60 por ciento inorgánicos.
Se calcula que hasta cuatro mil toneladas de desechos son separadas y recicladas por los pepenadores o en las plantas separadoras. Alrededor de ocho mil toneladas llegan a diario al relleno sanitario.
El secretario general de la Sección 1 del Sindicato comentó que una forma de motivar a los pepenadores para incrementar el volumen de desechos a reciclar es que por cada tonelada que es separada y se evita que llegue al relleno sanitario, el Gobierno del DF les entrega un bono de 50 pesos.
Este bono, aseguró Santiago, es un buen incentivo para los 13 mil 700 afiliados a la Sección 1 del SUTGDF, y para los mil 200 eventuales que laboran en la recolección de desechos.
Además, entre cuatro mil y cinco mil “voluntarios” trabajan en las cuadrillas de los camiones recolectores. Estos “voluntarios” sólo viven de las propinas que les otorgan los vecinos, cuando les dejan sus bolsas de basura.
Fuente: Excélsior, Comunidad, p. 6.
Reportero: Arturo Páramo.
Publicada: 3 de abril 2011.