Todos hemos conocido alguna vez a un niño que, sin importar si se trata de una carrera de velocidad o un juego de mesa, sencillamente odia perder; se esfuerza al máximo por ganar cada vez que se enfrenta a un nuevo reto y se molesta consigo mismo cuando esto no sucede, haciendo evidente este sentimiento para quienes lo rodean, ya sean sus compañeros de clase o un grupo de adultos a su alrededor.
A lo largo de su vida, este tipo de niños se presionan siempre para dar lo mejor de sí y comparan sus habilidades constantemente con sus pares e incluso con sus superiores. Acompañarlos en su desarrollo es todo un reto, ya que su naturaleza competitiva con frecuencia se sale de su propio control; desean saltar más alto que el resto, obtener las mejores calificaciones, llegar en primer lugar en cada carrera y destacan en todo, absolutamente todo lo que decidan emprender.
Desde luego este carácter competitivo los acompaña hasta su adultez, convirtiéndolos en candidatos competentes para un sin número de puestos en distintas compañías y, en el mejor de los casos, en exitosos emprendedores. Cada uno de estos destinos con diferentes desafíos a vencer y su competitividad podría ser uno de los más importantes.
Lo que sucede es que con la llegada de modelos de trabajo más responsables al interior de las empresas y la ayuda de las nuevas tecnologías, las compañías han encontrado un gran valor en el trabajo en equipo y han decidido promover esquemas de colaboración que les permitan a los trabajadores impulsar el desarrollo de sus habilidades de manera conjunta a fin de incrementar su nivel de productividad y llegar a mejores resultados en el menor tiempo posible.
De esta forma, el perfil de las personas extremadamente competitivas que buscan llegar a mejores resultados que sus compañeros de trabajo o alcanzar una meta a mayor velocidad y que era tan valorado en los modelos tradicionales de trabajo, ha pasado a ser un obstáculo importante en el proceso de contratación de las mejores compañías, mismas que han optado por favorecer a las personas que trabajan mejor en equipo.
Así que, si en tu perfil curricular te has definido a ti mismo como «competitivo», es mejor que reflexiones detenidamente; quizá quieras cambiar esta palabra por «colaborativo» antes de que sea demasiado tarde.
¿Qué hay de las organizaciones?
Si bien es cierto que la competencia es algo imposible de erradicar en el mundo corporativo, también lo es que las empresas han comenzado a difuminar las fuertes líneas que las separan de otras organizaciones para generar alianzas comerciales y responsables que les permitan alcanzar objetivos de forma más eficiente.
Un claro ejemplo de esto es TOMS, la empresa que creara el revolucionario sistema One for One y que recientemente sorprendió al mundo con su propósito de crear un ejército de emprendedores sociales.
Lejos de condenar a todo aquel que decidiera imitar su sistema como lo habría hecho cualquier otra empresa competitiva del pasado, TOMS ha reconocido el valor que este esquema puede aportar a las estrategias de responsabilidad social de diversas marcas y ha impulsado que sea replicado en diferentes organizaciones, al igual que otras prácticas sustentables.
En el momento en que el modelo no sea realmente una ventaja competitiva para TOMS, habremos ganado una sociedad realmente sabia.” Blake Mycoskie
A través de su plataforma Market Place, creada en 2013, la marca incluso ofrece productos de otros productores responsables a fin de ofrecerles no sólo un efectivo canal de distribución, sino un reconocimiento a sus buenas prácticas, ya que para tener presencia en este espacio es necesario pasar una gran cantidad de filtros para asegurar que su modelo de negocio contribuya a mejorar la vida de las comunidades en las que opera.