Nuestro país cuenta con más de 11,000 kilómetros de litoral y un gran potencial para utilizar las energías marinas.
“En México, tenemos una zona muy atractiva para el aprovechamiento de las mareas: la zona del Golfo de California o Mar de Cortés, en la parte más septentrional, donde se llegan a tener cerca de 6 o 7 metros de diferencia entre la pleamar, la máxima marea y la bajamar, la mínima”, comentó en entrevista el doctor Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. “Es como tener una presa enorme”.
El desarrollo tecnológico necesario para aprovechar este potencial requiere de mucha investigación y enfoques multidisciplinarios. Debido a que el mar no se comporta de la misma manera en todas las regiones del planeta, su energía no se puede aprovechar a través de los mismos sistemas.
Para cada caso, es importante entender los fenómenos físicos y las formas de energía presentes en el mar: cuál es la altura de ola y cuál es el periodo del oleaje; cuál es la diferencia entre la marea alta y la marea baja; cuáles son las características de las corrientes o cuál es la diferencia de temperatura o de salinidad a distintas profundidades y distancias mar adentro.
En el Laboratorio de Costas y Puertos del Instituto de Ingeniería se cuenta con un canal de oleaje de 37 metros de largo, donde se evalúan diferentes prototipos diseñados por empresas y equipos de investigación para transformar las energías del mar. En condiciones controladas, se llevan a cabo cientos de pruebas cambiando variables, como la posición del equipo o la altura de las olas, y así se proponen mejoras a los sistemas para obtener mayores beneficios.
Quizá una de las principales virtudes de aprovechar la energía oceánica es que se hace con un proceso limpio, pues no se producen emisiones ni se contamina el agua; pero no necesariamente en todos los casos el procedimiento es ecológicamente sustentable. A muchos les preocupa el posible impacto ambiental sobre las cadenas alimenticias, el desplazamiento de las especies o que se afecte el transporte de nutrientes y sedimentos.
Además, muchos recursos humanos y económicos son necesarios para el desarrollo de estas tecnologías, con el fin de aumentar su uso en el futuro. El doctor Silva Casarín refirió que, actualmente, “la energía que se obtiene del mar es más cara que la energía que viene de los fósiles. Sin embargo, de poco en poco, ya empieza a ser más competitiva. “Yo creo que todavía nos quedará, cuando menos, una década para empezar a hacer competitivas estas energías”, afirmó.
Otro de los mayores obstáculos es la falta de sinergia entre los equipos de investigación y de desarrollo tecnológico. (Con información de la AMC)
Fuente: eleconomista.com.mx
Publicada: 15 de Junio de 2012