El acuerdo de compra por parte de Royal Dutch Shell de su rival menor BG Group creará un poderoso actor en la floreciente región subsal de Brasil, con el dinero y la tecnología necesarios para sacar adelante proyectos con su complicado socio, la estatal Petrobras.
La compra de BG convertirá a Shell en el segundo mayor productor de petróleo en Brasil por lejos, con una posición dominante en uno de los proyectos de extracción de crudo en alta mar más prometedores del mundo.
Los analistas estiman que BG producirá cerca de 500,000 barriles de petróleo y gas equivalentes en Brasil para el 2020.
El desarrollo de la zona subsal en las profundidades marinas, publicitada como el mayor descubrimiento de petróleo en décadas cuando fue hallada hace ocho años, ha decepcionado por sus retrasos y los aumentos de costos.
Esto afectó el flujo de caja de BG en los últimos años, haciéndole vulnerable al tipo de adquisición anunciada el miércoles.
«BG ha luchado por sacudirse la percepción de que, en países como Brasil y Australia, mordió más de lo que podía masticar», dijo el analista de Investec Neill Morton en una nota a sus clientes.
Shell, como la segunda compañía petrolera mundial, tiene ciertamente dentadura para masticar y tragarse los activos de BG en Brasil, pero el reto será su relación con Petróleo Brasileiro SA, nombre oficial de Petrobras.
«El truco (en este acuerdo) es que Shell sería el socio no operativo de Petrobras, actualmente en problemas», señaló Iain Reid, analista de BMO Capital Markets, en una nota.
La situación parece destinada a empeorar antes de que mejore, por la implicación de Petrobras en un gran escándalo de corrupción que ha salpicado a ejecutivos, políticos y a las mayores constructoras de Brasil.
Los problemas ya han empezado para sus socios. La portuguesa Galp Energia anunció el mes pasado que cuatro de sus principales proyectos petroleros en alta mar serán aplazados al menos un año por la investigación por corrupción.
Gracias a su cartera diversa y un flujo de caja saludable, Shell puede ser paciente, pero también tiene el tamaño y la experiencia para sacar la situación adelante.
«Shell tiene una larga historia en Brasil. Sabe en qué se está metiendo», aseguró una fuente que trabaja con la compañía en el país.
Fuente: El Economista