Una silla de más de $ 18,000 ha enfrentado a la marca de lujo más grande del mundo contra artistas en Hidalgo, México. De acuerdo con Fashion Law, en una carta fechada el 5 de julio, dirigida a Louis Vuitton, el ministerio de cultura mexicana cuestionó a la marca con sede en París, por el uso de un patrón tradicional mexicano para el tapizado de una silla, que forma parte del «viaje inspirado» de Louis Vuitton en la colección Objetos Nomadas.
Lo que se buscaba era saber específicamente si Louis Vuitton había «buscado y, en este caso, trabajado en conjunto con la comunidad y sus artistas» para promover la creación y fabricación de muebles de lujo.
La empresa matriz de Louis Vuitton, LVMH Moet Hennessy Louis Vuitton ha declarado ante esa polémica:
«Actualmente estamos en una relación con los artesanos de Tenango de Doria en el estado de Hidalgo, México, con la perspectiva de colaborar juntos para producir esta colección.»
Sin embargo, el conglomerado francés de bienes de lujo no aclaró cuándo y cómo, exactamente, se produjo o producirá esa colaboración.
La marca Louis Vuitton fue criticada en el pasado en relación con una colección no autorizada de ropa masculina inspirada en Maasai.
El hecho llega menos de un mes después de que el gobierno mexicano escribiera otra carta similar a Carolina Herrera y su director creativo, Wes Gordon, por el uso de patrones y textiles indígenas en la colección Resort 2020 de la marca con sede en Nueva York.
Las prendas de aquella colección presentaban un bordado de flores tradicional conocido como ‘istmo de Tehuantepec’, así como un colorido estampado de rayas estilo Sarape de Saltillo, lo que llevó al ministerio de cultura mexicano y a los medios de la moda a cuestionar el hecho.
La falta de protecciones de propiedad intelectual para los elementos de diseño indígenas deviene del problema de que esta, rara vez guarda relación con diseños tradicionales, ya que están asociados históricamente con comunidades y las leyes de propiedad intelectual generalmente otorgan protección para invenciones y obras originales creadas por parte de personas y / o empresas nombradas; por ello, el gobierno mexicano ha recurrido a comunicarse directamente con las marcas.
La situación se complica aún más por el hecho de que la ley mexicana de derechos de autor, al tiempo que proporciona protecciones para obras literarias o artísticas, obras de arte popular y obras artesanales contra la distorsión, establece explícitamente que «el uso de esas obras será gratuito, siempre que no sean deformadas, destinadas a desacreditar las obras, o a perjudicar la imagen de la comunidad».
Reuters señala que «el gobierno izquierdista de México ha estado planeando una legislación para proteger a las comunidades indígenas para que otros no utilicen su trabajo sin recibir una compensación justa».
Estos problemas de responsabilidad social de las marcas, se solventarían si efectivamente se crearan alianzas con los grupos indígenas para integrarlos en una cadena de valor a fin de potenciar negocios sociales capaces de producir obras artísticas que las marcas pudieran utilizar para sus productos; por desgracia, esto no suele ser así y noticias como esta son comunes en México y el mundo.