La pasión del mundial se siente y se vibra en todo el país pero es importante detenerse un momento a pensar un poco en su impacto. La semana pasada analizamos el impacto económico del fútbol en el mundo y además pusimos sobre la mesa el tema de la equidad de género. En esta ocasión, quisiéramos dar un poco de luz en otros dos temas muy relevantes para el deporte que son su impacto ambiental y social.
Medio Ambiente
El fútbol tiene diversas implicaciones en el medio ambiente, tanto directa como indirectamente. De manera directa ocasionan un cambio de uso de suelo para albergar los partidos en los (muchas veces ostentosos) estadios que construyen. Las regiones pasan a ser una plancha de concreto acompañado de los estacionamientos. Si a esto se le agrega que el pasto de la cancha fuera natural, se estaría hablando de un consumo directo de agua para conservarlo (esto sin mencionar previamente que el césped es una especie invasora y no contribuye al medio ambiente de ninguna región).
Indirectamente el deporte impacta al medio ambiente gracias al gran consumo que deriva. Las emisiones que se derivan del transporte de los aficionados a los estadios, o del mismo equipo; el sistema de distribución de artículos deportivos de los clubes de fútbol a lo largo del mundo; las sustancias toxicas que muchas veces son utilizadas para darle color a los jerseys o casacas de equipos a nivel desde local a mundial que son desechados en acuíferos o riachuelos de manera ilegal, etc.
Se estima que el actual mundial será el de mayor impacto ambiental de toda la historia, ya que se generarán cerca de 2.72 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente. Y esto es sin contar todas las obras de estadios e infraestructura, o la energía consumida para transmitir y ver los enfrentamientos a lo largo del mundo, o todo el consumo que deriva estas actividades.
La FIFA por su parte asegura tener un compromiso con el medio ambiente y por eso se aseguró de tener oficinas “cero emisiones” que contaran con sistemas de eficiencia energética y fuera armonioso con su entorno. Sin embargo se ha visto corto con sus actividades a largo plazo, en las cuales puede generar un mayor impacto. Sus objetivos para las futuras copas mundiales incluyen el hacer evaluaciones de impacto ambiental, integrar un comité de medio ambiente en la organización y planear actividades para minimizar los impactos realizados. Pero esto no empezará sino hasta el mundial de Rusia 2018, por ahora se han limitado a pequeños esfuerzos.
Estos esfuerzos incluyen la mascota de este mundial Brasil 2014 llamada Fuleco, que es la combinación de “fútbol” y “ecología”. El pequeño símbolo representa al armadillo de tres bandas de Brasil, una especie que solo puede ser encontrada en ese país y que actualmente se encuentra en peligro de extinción. Sin embargo, organizaciones e institutos nacionales e internacionales en pro de la conservación de la naturaleza afirman que solo es una estrategia de mercadotecnia, pues FIFA no tiene ningún plan de contribuir o apoyar a este animal que les ha traído muchos ingresos y publicidad.
Ante la baja iniciativa que se presentó, recientemente varios científicos (incluido un mexicano) desafiaron a la FIFA y al gobierno brasileño a que por cada gol que se marque en el mundial se donen 1000 hectáreas a la conservación de la zona natural Caatinga casa del armadillo de tres bandas. FIFA no ha respondido a este desafío, y los ambientalistas se han tenido que conformar con el hecho de que el personaje mínimo concientiza a la población espectadora sobre el estatus vulnerable de la especie.
Como se puede ver, en materia del medio ambiente la organización que representa al fútbol a nivel mundial aún se encuentra (irónicamente) verde. Este tema tampoco es nuevo en términos de los beneficios que le trae a la industria o empresas, pues desde reducir costo hasta tener una mejor reputación con sus clientes, atacar el aspecto ecológico para tener un buen impacto siempre será provechoso.
Participación comunitaria
Si el fútbol fuera una empresa, atendería a todos sus grupos de interés como los negocios a nivel mundial se ven forzados a hacerlo. Hoy en día no se puede solo pensar en los números positivos al final de corte de año, también hay que considerar todos los involucrados que exigen distintos requisitos de la industria. Desde los aficionados que buscan precios accesibles para acudir a los juegos, jugadores que buscan buenas condiciones de trabajo, las empresas que comercializan con subproductos que el deporte otorga, etc. Pero también se encuentra la población que manera indirecta se ve afectada por el juego, y es aquí donde se encuentran las mayores oportunidades de crecimiento.
A nivel mundial existen muchos clubes de fútbol que cubren este aspecto de desarrollo comunitario de gran manera. Distintos equipos cuentan con iniciativas locales en las que contribuyen a distintas causas. Algunas de estas son muy usadas como el contribuir a fondos de educación o instituciones que trabajen con poblaciones vulnerables por cada gol anotado del equipo, o cuando existen desastres naturales en la región y se ocupa ayuda en recaudación de bienes por lo regular estos clubes funcionan como un vínculo entre dichas necesidades, y ofrecen puntos de recaudación en los enfrentamientos.
Sin embargo, hay todavía un largo camino por delante, y este mundial es el mejor ejemplo de ello. Hasta días antes de que se inaugurara el evento parecía que sería más recordado por las controversias con la población local que por el fútbol que se jugaría en el mismo. Brasil fue seleccionado como sede hace y siete años, y apenas con menos de cien días a que comenzara la celebración terminaron con la construcción de infraestructura y los doce estadios necesarios para cubrirlo. Esto ocasionó que el costo se aumentara en un 45% de lo previsto en el 2010, y pasara a casi 3,350 millones de dólares invertidos.
Esta situación causo revueltos en la población brasileña pues consideraron que en su país existen situaciones con mayor prioridad que requieren de inversión pública y que no están siendo atendidos. La misma euforia de inauguración se vio contrarrestada por una gran protesta que tomó lugar a tan solo unos kilómetros de estadio Corinthians, debido a la inconformidad con el evento.
Esto le afectará directamente al éxito del evento. De acuerdo con un sondeo que se realizó entre los residentes, 50.7% comentó que rechazaría la candidatura de su país como sede del mundial si se lo propusieran hoy en día.
Conclusión
Las empresas hoy en día son multifacéticas pues atienden necesidades más allá de sus operaciones básicas. Para ser competitivas deben satisfacer los requerimientos de sus grupos de interés y del ambiente en donde se desempeñan, no solo para crecer en reputación y generar ahorros, sino para tener así mismo un desempeño sostenible.
Si el fútbol fuera una empresa tendría muchas áreas de oportunidad para crecer y desarrollarse como una empresa sólida y socialmente responsable. No hay duda en que es el deporte que más gente y dinero atrae, por lo que el futuro solo puede potencializarse atendiendo estas necesidades.
SUSTENTUS concentra sus esfuerzos en el área de sostenibilidad, por medio de estudios orientados hacia la gran empresa y el emprendimiento social, propiciando la vinculación entre la academia, la iniciativa privada, y las organizaciones de la sociedad civil para el desarrollo de proyectos conjuntos.
El centro pertenece a la EGADE Business School sede Monterrey, y es dirigido actualmente por su fundador el Dr. Gerardo Lozano Fernández, quien ha estudiado la sostenibilidad empresarial desde el año 1999.En esta columna encontrará casos sobre empresas y OSC que han generado un desarrollo sostenible en diversos países de Latinoamérica. Además encontrará diversos análisis y opinión sobre las tendencias y prospectiva de la sostenibilidad empresarial a nivel internacional.