Por: Pilar de la Vega
El importante y esclarecedor informe de 2020 de la agencia de relaciones públicas y comunicación Edelman, señala que la COVID-19 es la primera gran sacudida que experimenta el sistema en la nueva década.
Además de haber desatado volatilidad en los mercados financieros e ira por las lentas o insuficientes respuestas de los gobiernos, el virus también ha puesto en evidencia la falta de confianza en nuestras instituciones.
Pone de manifiesto que la naturaleza de la confianza ha cambiado. Hoy en día, dos atributos distintos infunden confianza: competencia (cumplir lo que se promete) y conducta ética (actuar con corrección y trabajar para mejorar la sociedad). Para recuperar la confianza los gobiernos tienen que demostrar su competencia a la hora de afrontar la crisis.
Añade la necesidad de que los medios de comunicación actúen como árbitros objetivos de los hechos, las empresas ofrezcan los productos necesarios y suministrar información fiable y las ONG tienen que ayudar a desarrollar una vacuna y garantizar que se distribuya de forma justa.
La democracia es la única forma de gobierno que requiere para su existencia de la confianza de los ciudadanos (todas las demás se las arreglan directamente con la fuerza, con la violencia, incluso física). Hemos de saber que la verdad es una herramienta fundamental para el espacio público democrático.