Carol Bartz, quien ha trabajado en Sun Microsystems, Autodesk y Yahoo, entre otras firmas, se refiere a las lecciones aprendidas en su carrera profesional. De ahí que aconseje especialmente a las mujeres, a quienes les dice que no tengan muchas amigas, no se aburran nunca de su trabajo y que hasta puede ser más gratificante experimentar un cambio lateral o hacia abajo que un ascenso.
Carol Bartz es muy conocida en Silicon Valley por dos motivos: es una ejecutiva importante de algunas de las más conocidas empresas de tecnología —Sun Microsystems, Autodesk y Yahoo, entre otras— y dice todo lo que piensa, en general con el estilo crudo y sin rodeos de la persona que la crió, su abuela, dueña de una hacienda dedicada a los productos lácteos en Wisconsin.
Ambas características, sobre todo la segunda, salieron a relucir en diciembre, cuando Bartz, de 64 años, habló ante un público que llenó la sala del «Women’s Event» (Evento para Mujeres) en el campus de San Francisco de Wharton. El tema que escogió: qué le diría a sí misma si tuviera 30 años. A juzgar por la charla ofrecida, todo indica que si esa conversación hubiera tenido lugar en realidad, la joven Bartz habría oído de todo.
Algunos ejemplos: los malos jefes pueden ser tan instructivos como los buenos; no tengan muchas amigas, y no teman usar la frase «no lo sé» tantas veces como sea necesario.
Bartz llamó por primera vez la atención del público cuando era ejecutiva de Sun Microsystems durante los años de gloria de la empresa en que produjo, con éxito, estaciones de trabajo. (Sun jamás se recuperó del colapso de las empresas pontocom en 2010, cuando fue adquirida por Oracle). En 1992, Bartz asumió la dirección ejecutiva de Autodesk, principal diseñador de software para ingenieros y arquitectos. Las ventas anuales de la empresa durante su gestión pasaron de US$ 300 millones a US$ 1.500 millones. En 2009, la sondearon para dirigir la problemática Yahoo.
Transcurridos dos años, una evaluación realizada por directores independientes concluyó que la empresa «no estaba teniendo el rendimiento que podría tener». El presidente del consejo despidió a Bartz por teléfono. Actualmente, Bartz dice que pasa el tiempo «por ahí», además de formar parte de los consejos de administración de numerosas empresas.
Varios de los comentarios hechos por Bartz durante su charla en San Francisco giraron en torno a cómo la cuestión de género está evolucionando en el mundo corporativo actual. Sus observaciones fueron una mezcla de noticias buenas y malas: aunque la situación de la mujer en el trabajo esté mejorando sin lugar a dudas, todavía queda mucho por hacer. Bartz relató numerosas experiencias personales más acordes con el mundo de Mad Men de los años 60 que con las salas de los consejos de las empresas americanas del siglo XXI.
Una de esas experiencias ocurrió en el consejo de una empresa donde ella ocupa un asiento importante. Durante las deliberaciones del órgano, dijo Bartz, ella siempre hace un comentario que genera poca o ninguna reacción en los demás. Pasados unos pocos minutos, un miembro del sexo masculino puede hacer el mismo comentario, y todos elogian su perspicacia.
Teniendo en cuenta esta realidad, Bartz teme que muchas jóvenes que hoy están terminando su MBA tal vez crean que las cosas han cambiado más de lo que lo han hecho en realidad. «Me siento muy preocupada cuando me encuentro con jóvenes de veinte y pocos años que creen que todo está bien», observó. La mujer en el lugar de trabajo todavía se encontrará con situaciones en que su única opción es «irse a casa, aguantarse, levantarse al día siguiente e intentarlo de nuevo. Desafortunadamente es así».
Bartz dijo que las mujeres necesitan ser más cautelosas que los hombres a la hora de escoger sus batallas. «No luchen por todo. Lo que sucede muchas veces con las mujeres es que nos metemos en la cabeza que tenemos que luchar, porque llegamos a la cima y la confrontación es ineludible. En realidad, eso es algo anticuado […] Llega un momento en que es preciso abandonar a la mujer ‘aguerrida’ que llevamos dentro y escoger la batalla en que queremos meternos. Si alguien dice esto o aquello, con tal de que no te pongan la mano encima, simplemente hay que ignorarlo. No peleen con todo el mundo. No vale la pena».
Bartz dijo que su carrera de consejera delegada famosa, que además era mujer, «fue en gran medida positiva. La Casa Blanca siempre necesita una presencia femenina en sus eventos. Yo era esa presencia. Así que empecé a frecuentar lugares a los que -esta pequeña granjera de Wisconsin- nunca habría sido invitada en toda mi vida. […] Estuve en determinadas situaciones y fui a ciertos lugares porque era mujer, lo que fue una ventaja enorme para mí».
Respecto al lado bueno de la cuestión de género, Bartz dijo que cuando conversa con alumnas de MBA, «siempre tengo en mente el tiempo y el esfuerzo que esa empresa exige. Me siento incómoda cuando percibo que pocas mujeres realmente» intentan conseguir su MBA. «Es una época en que hay mucha presión en la vida, en que la mujer está en la época ideal para ser madre. Por eso me enorgullezco de las estadísticas relacionadas con las mujeres que salen» de las escuelas de negocios. «Creo que esas mujeres están haciendo un sacrificio enorme».
Trabajar con un mal jefe
Bartz habló también acerca de cuestiones relacionadas con la carrera y sobre los desafíos a que se enfrentan hombres y mujeres. Uno de los principales es el «mal jefe». Aunque sea universalmente despreciado, el temido mal jefe, dijo Bartz, tiene mucho que enseñar a sus infelices empleados. «Piensen en los jefes buenos que han tenido. La gente recuerda que eran buenos, pero no sabe muy bien por qué. Cuando se trata de un mal jefe, se suelen recordar detalles de las cosas que hacía. El recuerdo es nítido. No estoy diciendo que haya que ser un mal gerente, pero es cierto que aprendemos más de las cosas negativas que suceden en nuestra vida. Es el caso del mal jefe. Está claro que llevo dentro de mí un poco de Silicon Valley que me dice: ‘Todo mal jefe será pronto el jefe de otra persona. Por lo tanto, hay que esperar. Pero si están en una empresa en que el jefe tarda diez años en dejar su puesto, entonces es mejor marcharse primero».
Respecto al equilibrio entre vida profesional y vida personal, Bartz dijo al auditorio que evitara el peso de la culpa, sobre todo si hay niños de por medio. «No sean rehenes de sus esposos, de sus hijos, de su culpa. Nada toma más energía que la culpa. Te pone de rodillas, simplemente porque no consigues seguir adelante. Sé que algunas personas piensan que esto es extraño, pero cuando yo viajaba, nunca llamaba a casa todos los días. En India, por ejemplo, en que la distancia a casa es de once horas y media, no hay que torturarse imaginando a qué hora volverá tu hijo de la escuela. Hay que ser realista y enseñar a los hijos con antelación cómo se hacen las cosas».
Pero, añadió, eso no significa de ninguna manera ser padres o madres poco implicados. «Si están en casa, desconecten el móvil y disfruten de la familia», dijo Bartz, que está casada y tiene tres hijos adultos.
Ella dijo también que se deben evitar falsas bravuconerías y una autoconfianza equivocada en la oficina. «La expresión ‘no lo sé’, en realidad, es muy positiva. Yo tengo un excelente detector de tonterías, y disfruto mucho con las personas que les gusta probar mi paciencia. Prefiero mucho más a alguien que me diga ‘no sólo no sé la respuesta, ni siquiera tengo idea de cómo responder. ¿Podemos conversar sobre ese asunto después?’. Eso tiene una fuerza enorme. No importa su posición jerárquica dentro de la empresa, o hace cuanto tiempo lleva trabajando allí. Cuando decimos ‘no lo sé’, adquirimos la vulnerabilidad necesaria para liderar mejor».
Bartz advirtió también al auditorio del peligro que representa tener muchos amigos, sobre todo del mismo sexo. «No tengan muchas amigas. Requieren demasiado tiempo, te llevan en direcciones diferentes. La época de tener muchas amigas es en el bachillerato. Después, sin embargo, tengan cuidado, porque ellas pueden acaparar mucho tiempo y energía».
Por último, Bartz hizo las siguientes observaciones:
• «No creo mucho en el mentoring […] Creo que cada uno de nosotros es un copo de nieve, y no creo que haya otro copo de nieve igual a mí y que sea capaz de ser mi mentor. En realidad, somos un mosaico de experiencias diversas. Todos aquellos pedacitos se juntan y te convierten en quien eres. En otras palabras, el consejo que yo, a los 64 años, me doy a mí misma, si tuviera 30, funciona porque soy la misma persona. Pero sólo porque algo me haya salido bien a mí no significa que valga para otra persona».
• «Mucha gente habla de subir los escalones de la ‘escalera profesional’. Lo que pasa es que la escalera es una estructura muy inestable. Imaginen ahora una pirámide. No todo cambio en la vida profesional será de forma necesaria una promoción. A veces, es más importante un cambio ‘lateral’ en la carrera que un cambio ‘hacia arriba’, e incluso un cambio ‘hacia abajo’ puede ser un buen negocio. Lo importante es construir una base».
• «Respecto al aprendizaje para toda la vida, una de las cosas más importantes es no aburrirse jamás. Si se aburren, todos lo percibirán. El tedio y la incapacidad de ser curioso y de aprender más son fatales en el trabajo. Es un sentimiento mortal para su espíritu, para los que trabajan con usted y para las personas para quienes trabaja».
Bartz dijo que consiguió superar el tedio en el trabajo gracias, en buena medida, a la persona que más ha influido en su vida: su abuela, que la crió a ella y a su hermano justo después de que su madre muriera y que, según Bartz, podía ser cualquier cosa menos apagada.
Bartz recordó un día en que ella, cuando tenía 12 años, y su hermano seis, se encontraron con una serpiente de cascabel en el granero. Ellos corrieron a buscar a su abuela presos del pánico. Ella dejó lo que estaba haciendo, caminó tranquilamente hasta el granero, cogió una pala y después de algunos golpes le cortó la cabeza a la serpiente. Se giró entonces hacia los niños y dijo: «Lo podrían haber hecho ustedes».
Fuente: America Economía