Desde hace varios años las empresas han comprendido que, si bien las redes sociales les permiten conectarse de forma más directa con su público, también hacen más fácil denunciar sus prácticas irresponsables. Sin embargo, ¿será posible que estas y otras herramientas digitales eviten incluso los más grandes escándalos de RSE?
De acuerdo con un análisis publicado en Harvard Business Review y escrito por el experto Michael Schrage, este futuro no está tan lejos como parece. Si el fraude de las emisiones de diésel de Volkswagen lo descubrió una ONG al hacer estudios independientes, no es muy descabellado pensar que pronto existirán herramientas que permitan hacer análisis de datos o «activismo analítico» para evaluar el desempeño de una compañía.
De hecho, afirma Schrage, estas herramientas ya existen «lo que falta es la actitud necesaria para convertirnos en vigilantes digitales.» Esta actitud incluye que los reguladores y litigantes comprendan que su rol «incluirá cada vez más invitar, inspeccionar y adjudicar datos analíticos de desempeño enviadas por ciudadanos científicos y activistas.»
Además, el experto menciona que al entrar al juego herramientas como las redes sociales, los teléfonos inteligentes, los activistas de consumidores y el «internet de las cosas», las compañías ya no pueden confiar en «la estupidez de sus clientes.» Claro que las grandes empresas todavía podrán hacer un fraude millonario, pero este será visto simplemente como un crimen, no como un error o un accidente.
En el futuro cercano que propone el artículo, la innovación impulsada por la gente (o crowdsoursing innovation) será la que domine tanto a los consumidores como a las iniciativas de responsabilidad corporativa. Esto significa que se podrán obtener análisis que sugerirán o predecirán que compañías son las más propensas a cometer fraudes o, lo que es lo mismo, quién será el próximo Volkswagen.
Todo esto puede sonar muy idealista, pero es cierto que los elementos para lograr una situación en la que, gracias a las herramientas en línea, sea mucho más difícil que una empresa engañe a sus clientes.