Soweto, el barrio más representativo y popular de Johannesburgo, un lugar marcado por la historia al haber sido el escenario de la represión contra 600 estudiantes, en el marco de una protesta en contra de la instauración de la lengua afrikaans en su educación, y en la cual resultó muerto Hector Pieterson, un niño de 12 años que se convirtió en un icono de la lucha en contra del apartheid.
Gracias a movimientos subsecuentes a esta protesta, hoy la gente de Soweto puede caminar tranquila y cómodamente. Ahora, en pleno Mundial, 34 años más tarde, en el lugar donde se asentó la lucha contra la discriminación celebran con cánticos poder ser lo que tanto soñaron: una nación que le da la espalda al racismo.
Soweto (South Western Township – Municipio del sureste) está lejos de ser un suburbio elegante. Su gente lo describe como la verdadera cara del pueblo sudafricano. Sus calles estrechas, su gris aspecto y sus casas pequeñas, similares una a la otra, muestran la sencillez con la que viven sus residentes, que son su mayoría son de raza negra.
Se dice que Sudáfrica es la nación arcoíris, por todo lo que uno puede vivir y percatar. Las múltiples razas que componen su sociedad, además de su poder adquisitivo, totalmente polarizado, hacen única a esta nación. Por ejemplo, Soweto es el extremo más pobre de Johannesburgo y Sandton es similar a una ciudad europea d primer nivel.
En Soweto no hay clubes de golf, mucho menos campos de futbol. Los niños con sus playeras de los Bafana Bafana simplemente juegan y patean la pelota en las calles de asfalto llenas de polvo y con fogatas que sirven para disminuir el frío a su alrededor.
Al hablar de la gastronomía de este lugar, tenemos que mencionar a las boerewors, salchichas preparadas con especias muy similares al chorizo. El tomato bredie, un estofado con tomates y carne de cordero es la comida preferida del sector menos favorecido El puré de papa, el isidudu (puré de calabaza) y los frijoles, son la guarniciones tradicionales y también fieles acompañantes del guisado de tripas.
El mejor restaurante típico de la zona es el Wandies, donde también tienen una carta con los mejores vinos sudafricanos.
El museo Hector Pieterson y la casa de la familia Mandela son los lugares más concurridos por los turistas que también están en Sudáfrica disfrutando la Copa del Mundo. El precio por entrar a los lugares históricos ronda los sesenta rands, alrededor de 90 pesos.
Soweto es considerado un lugar peligroso, más en nuestra estancia resultó todo lo contrario. Yabuilili Yueyih, una mujer de 42 años, se nos acercó y nos agradeció por estar aquí y llevarle al público mexicano la realidad del pueblo sudafricano.
“Muchas gracias por estar aquí con nosotros, en Soweto. Estoy muy contenta de que el mundo conozca mi gente y nuestras tradiciones. ¡Bienvenidos!, concluyó.
Excélsior – el juego del mundo, p. 13