Más de 19.5 millones de mexicanos sufren de pobreza alimentaria y este número pudo incrementarse debido a la crisis económica, lo cual incide directamente en los índices de violencia.
Esta cifra equivale aproximadamente a 20 por ciento de la población; mexicanos que junto con sus familias sobreviven con menos de mil pesos mensuales, aunque la cantidad varía si habitan en la ciudad o en el campo, dijo Lui Mejía Guzmán, subsecretario de Desarrollo Humano y Social.
“La pobreza alimentaria había sido combatida con éxito: para 1996 teníamos en pobreza alimentaria a 34.7 millones de personas, la curva fue bajando y para 2006 sumaron 14.4 millones; bajó 20 millones”, explicó el funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social.
Sin embargo, tras el aumento en el precio de productos agrícolas y la crisis económica mundial, la pobreza alimentaria se disparó a 19.5 millones de mexicanos hacia finales de 2008.
Este fenómeno marcó un retroceso en la batalla contra la pobreza alimentaria. Pero si bien el número mantenía una tendencia al alza durante el periodo de crisis, ya empieza a contenerse, aseguró Mejía Guzmán.
Adolfo Martín Hurtado, director técnico de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), reconoció que la crisis y consecuencias, como la pérdida de empleo y el incremento en los precios, pudo elevar hasta 20 por ciento la incidencia del hambre en el mundo.
“A escala mundial, antes de la crisis había 800 millones de pobres con hambre, ahora hemos llegado a mil millones, aumentamos más de 20 por ciento en tres años y nadie pudo hacer nada”, aseguró.
Consideró que el hambre “es un caldo de cultivo para la violencia pero también para las epidemias”.
Sobre la relación entre la pobreza alimentaria y violencia detalló: “En una sociedad como la nuestra, en Centroamérica y México, es importante trabajar en la cohesión social y el combate al hambre es fundamental”.
Explicó que violencia y pobreza alimentaria se relacionan mediante dos mecanismos. El primero es fisiológico, ya que el cerebro sufre los efectos negativos de la malnutrición, creando problemas de comportamiento y limitaciones. El segundo afecta la cohesión social.
“Si soy una persona con hambre, por qué debo ser solidario con los demás; si la sociedad me abandonó, por qué debo verla de frente”, ejemplificó Hurtado.
Fuente: Excélsior; Nacional, p. 17
Autor: Eréndira Espinosa
Publicada: 21 de julio 2010
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