Natalie y Mmusi Maimane se casaron en Soweto hace diez años. Ella es blanca y él es negro. Cuenta Natalie que su hija de cinco años se retrata a si misma como de color caramelo y dice que mamá es de color melocotón y papá de color marrón. Los matrimonios entre gente de diferentes razas no son tan inusuales en Sudáfrica como uno podría pensar. El interés en el matrimonio Maimane reside en que en un día él podría ser presidente del país y ella la primera dama.
Hacía tiempo que Sudáfrica había dejado de ser un ejemplo para el mundo. Tras los resultados de las elecciones regionales celebradas la semana pasada lo vuelve a ser. El partido que lidera Maimane, la Alianza Democrática (AD), conquistó la mayoría del voto en tres de las seis ciudades más importantes del país: Pretoria, la capital; Ciudad del Cabo y Port Elizabeth.
Fue el el golpe más duro que ha recibido al partido de Nelson Mandela, el Congreso Nacional Africano (CNA), desde el final del apartheid. Por primera vez se presenta la seria posibilidad de que el CNA deje de ser el partido dominante sudafricano, que el AD de Maimane acabe siendo el partido de gobierno.
Sudáfrica es una vez más un ejemplo para el mundo por el contraste que ofrece con el populismo y tribalismo que en creciente medida definen el clima político en Estados Unido y Europa. La nueva tendencia en Sudáfrica, particularmente entre los sudafricanos negros, es votar con la cabeza, no con el corazón; con pragmatismo sin dejarse llevar por los que apelan cínicamente a la división racial.
La nueva tendencia en Sudáfrica es votar con la cabeza, no con el corazón
La AD ganó el 1,73% del voto en las elecciones históricas de 1994 que llevaron al CNA de Mandela al poder. El AD tenía el mérito de ser un partido antiapartheid, pero el problema de que sus líderes eran blancos. Éste era el palo con el que CNA les golpeaba en elección tras elección.
Dos cosas han ocurrido para cambiar el panorama. Por un lado el CNA del presidente Jacob Zuma ha revelado ser corrupto e incompetente; por otro, Maimane, que tiene 36 años, fue elegido líder del AD en mayo de 2014. El CNA jugó una vez más la carta racial, acusando a Maimane de ser un mero títere de sus amos blancos, pero como los resultados electorales de la semana pasada demostraron, el mensaje no caló. No lo hizo porque pertenece a otra época. Para un creciente número de votantes sudafricanos, la honestidad y la racionalidad de los candidatos son hoy valores más importantes que el color de su piel.
Nada lo demuestra con más contundencia que el resultado electoral en Port Elizabeth, la ciudad más grande de un municipio al sureste del país de 1,2 millones de habitantes conocido desde 2001 como Nelson Mandela Bay (Bahía Nelson Mandela). Históricamente, esta región, cuya tribu negra dominante es la de los xhosa de Mandela, fue el bastión del CNA, de donde fluía la mayor parte de la intelectualidad y la energía militante durante la larga lucha contra el apartheid. Más del 85% de los habitantes de Nelson Mandela Bay son negros, pero su nuevo alcalde, elegido con el 46,7% de los votos, es un señor blanco de 52 años llamado Athol Trollip.
Trollip ganó gracias a la sensata serenidad de su mensaje y a que, en otra señal de los nuevos tiempos que corren, se ha tomado la molestia de aprender a hablar xhosa a la perfección.
Mandela dijo una vez que le encantaría que Francois Pienaar, el capitán rubio de la selección de rugby que ganó el Mundial de 1995, fuese elegido un día presidente de Sudáfrica. Esa sería el momento en que el color de la piel dejaría de ser políticamente determinante en el país que se definió más que cualquier otro en el siglo XX por la discriminación racial. Pienaar, que adoraba a Mandela, agradeció el gesto pero la política, como ha dicho varias veces, no es lo suyo. Sí lo es para Athol Trollip. Su elección como alcalde en el municipio que lleva su nombre fue un paso importante en la dirección con la que soñaba el líder que, más que nadie en la historia, simboliza la lucha contra el racismo. Pese a que Trollip no pertenece al partido político de su vida, Mandela habría aplaudido su victoria, como aplaudiría que un día Mmusi y Natalie Maimane se convirtiesen en la primera pareja de su país.
Fuente: El País