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Sueldos y riesgos bancarios

Por Helena Ancos

El 27 de febrero de 2013 la Eurocámara y los Gobiernos de la UE – con la oposición del Reino Unido- acordaron limitar las primas en el sector bancario. Se trata de un acuerdo político que ha de ser aprobado próximamente en la sesión plenaria del Parlamento Europeo, del 15-18 de abril, para su posterior adopción por las legislaciones nacionales antes del 1 de enero de 2014.

Justamente el domingo anterior, los suizos habían aprobado en un 68% el referéndum convocado para limitar los sueldos de los ejecutivos. La consulta había sido promovida por el empresario y político Thomas Minder, especialmente a raíz de la polémica marcha de Daniel Vasella, presidente de Novartis, que inicialmente había pactado una compensación de 78 millones de dólares para abandonar el grupo farmacéutico.

La limitación de las primas de los banqueros está incluida en un paquete legislativo más amplio para actualizar la Directiva sobre requisitos de capital (conocida como CRD IV, que incorpora los nuevos requisitos de capital del acuerdo internacional Basilea III) y aumentar la estabilidad del sector bancario. La futura normativa prevé así, junto con las limitaciones de las primas, reservas de capital más elevadas y medidas de transparencia como la información sobre impuestos y subsidios, beneficios, facturación y número de empleados desglosados por países (con período transitorio hasta el 2015).

En cuanto a las limitaciones de las primas (bonus cap), se acordó que la parte variable de sus remuneraciones –y teóricamente ligada al logro de objetivos-, no pudiera superar el salario fijo anual. Pero se introdujo una salvedad para hacer la norma más flexible y conseguir el visto bueno de los países con mayor predominio del sector bancario: el ratio podría subir a dos a uno (el doble de salario variable respecto al fijo) si lo aprueba al menos el 65% de los accionistas que representen como mínimo la mitad de las acciones representadas, o el 75% de los votos si no hay quórum.

Se pretende además promover una visión a largo plazo en la banca, mediante otro mecanismo: si las primas son más elevadas que el sueldo fijo, es decir superan el ratio de 1:1, el pago de la cuarta parte de aquéllas se aplazará durante al menos cinco años. Y los bancos pueden recuperar las primas otorgadas a los banqueros cuyos riesgos terminen por causar problemas.

De forma un tanto sorprendente porque debería haber precedido a este debate, el acuerdo también incluye un estudio para examinar si limitar las retribuciones variables tiene efectos negativos para el sector. Pues bien, pretendemos debatir aquí sobre la relación entre la asunción de riesgos excesivos que puedan afectar al conjunto del sistema bancario y las primas.

Básicamente son tres las cuestiones que se plantean:

– En primer lugar, los mecanismos para la promoción del largo plazo en el sector bancario, que se estima, limitaría la asunción de riesgos y promovería la sostenibilidad.

– La segunda, la relación de causalidad entre la toma de riesgos excesiva y las formas de retribución. Y en caso de que esta relación exista, la efectividad de mecanismos de limitación o contención salarial. Es decir, si este tipo de limitaciones servirá para que la banca no vuelva a asumir riesgos excesivos o si por el contrario, fomentará una mayor movilidad de recursos humanos en el ámbito bancario –la “fuga del talento bancario”-.

– Y en tercer lugar, la capacidad disuasoria de los incentivos para la actuación del personal bancario, y en general, del ser humano.

Sobre la primera cuestión, las limitaciones retributivas habrían de enmarcarse dentro de los mecanismos de reforma estructural y operativa del sector bancario y financiero, y más concretamente de las medidas orientadas a promover una gestión a largo plazo.

Antes de la crisis, ya se apuntaron algunas propuestas de reforma para promover la sostenibilidad en las inversiones. El Aspen Institute en su documento Overcoming short-termism: a call for a more responsible approach to investment and Business Management (2009) afirmaba que el cortoplacismo ha erosionado la confianza en las compañías, y la solución pasa porque consejos de administración, gestores y accionistas adopten una visión a largo plazo, estableciendo para ello tres recomendaciones fundamentales:

-establecer incentivos que estimulen y premien la paciencia en los mercados de capitales

– alinear los intereses de los intermediarios financieros con los de los inversores

– reforzar las obligaciones de transparencia informativa a la que están sujetos los inversores.

Una perspectiva más concreta aunque algo voluntarista se adopta en otro texto Breaking the Short-Term Cycle, del CFA Centre for Financial Market Integrity y el Business Roundtable Institute for Corporate Ethics, recomendando:

1. Reformar las prácticas sobre las expectativas de ganancias, así como acabar con las prácticas de establecer expectativas de ganancias trimestrales.

2. Desarrollar incentivos a largo plazo en el Consejo de Administración. La compensación a los directores ejecutivos y consejeros debería estructurarse en base a la consecución de objetivos estratégicos y de creación de valor a largo plazo.

3. Demostrar liderazgo en el cambio de mentalidad hacia la creación de valor a largo plazo.

4. La mejora de la comunicación y transparencia. Comunicados más frecuentes y claros sobre la estrategia de la empresa y los incentivos a la creación de valor a largo plazo

5. La promoción de la educación de todos los actores del mercado sobre los costes del cortoplacismo y los beneficios de una cultura del largo plazo.

Junto a estas recomendaciones básicamente de comunicación y educación financiera, llegarían más tarde las reformas regulatorias de la Dodd-Frank Act (2010), el Informe Vickers (septiembre 2011) y las exigencias del marco de Basilea III.

La limitación de los bonus de los banqueros sería una medida más dentro de este paquete, que dotaría de coherencia al conjunto y no puede considerarse aisladamente. Conviene recordar que, en 2012 el Royal Bank of Scotland (RBS) declaró pérdidas por valor a 6.866 millones de euros y que “pagó más de 600 millones de euros en bonus y salarios variables”. O ya en nuestra casa, por ejemplo, los comités de dirección de las siete cajas que se fusionaron para formar BFA-Bankia (Caja Madrid, Bancaja, Caja Rioja, Caja Canarias, Caja Segovia, Caja Ávila y Caixa Laietana) se atribuyeron unas remuneraciones de más de 133 millones de euros entre los años 2007 y 2011; o los directivos de NCG Banco, con 60.000 afectados por preferentes, que cobraron un millón de euros en 2012.

2) Sobre la segunda cuestión, el debate más vibrante se ha planteado hasta ahora en el Reino Unido, donde los intereses de la City representan cerca del 10% del PIB nacional. En contra, los economistas Kent y Matthews, de la London School of Economics (LSE), que apuntan a que la toma de decisiones de riesgo en la banca no está unida a los bonus, sino a la existencia de bancos “demasiado grandes para caer”, lo que les garantiza que en una situación de peligro el Estado saldrá al rescate. Alegan además, que la aprobación de dicha norma provocará la huida de los centros financieros a otra parte del mundo.

Según estos autores, si bien hay una correlación entre los bonos de los banqueros y la toma de riesgos – y por tanto, reduciendo los bonos se reduce la segunda- el problema es que los bonos no son la causa de la excesiva asunción de riesgos sino un efecto. La compensación y la asunción de riesgos son variables endógenas, determinadas por la expectativa de que los bancos siempre serán rescatados por el contribuyente. La consecuencia del rescate sería precisamente el fomento del riesgo sistémico en todo el sistema bancario.

Precisamente sobre la relación de causalidad entre retribuciones y riesgo bancario, Nocolas Veron del Think Tank Bruegel recuerda que “los problemas de la banca europea no se originaron en las áreas de ‘trading’ (negociación de valores)”, que es dónde más instaurado está el sistema de pago variable en función de los resultados obtenidos. “Las crisis de los bancos irlandeses o españoles tuvieron mucho más que ver con la actividad comercial tradicional que con la banca de inversión”.

Ahora bien, hilando más fino y a favor de la medida, Sony Kappor y Philippe Lambert, mencionan los sesgos estructurales y operativos de una industria donde, manteniendo todas las demás variables constantes, los beneficios van ligados a volúmenes de contratación y a productos financieros (innovaciones financieras) cada vez más arriesgadas.

“En consecuencia, el sistema financiero acaba siendo más grande, más complejo y con una frecuencia de transacciones mayor de lo que es socialmente óptimo o financieramente necesario para servir a la economía real.”

La búsqueda de rentas a nivel individual por el personal bancario -concluyen- se refleja a nivel agregado por un sistema de “búsqueda parasitaria de rentas”.

La recuperación de las primas ante pérdidas eventuales (los llamados claw-backs) no es suficiente porque los riesgos solamente se traducirán en pérdidas en algunos casos, y la vulneración de las normas por parte de estas entidades pasa inadvertida la mayoría de las veces. Es más, la responsabilidad penal es una excepción y los costes suelen ser soportados por los contribuyentes.

Ligar las remuneraciones al riesgo de la empresa tampoco funcionará, puesto que incluso los grandes traders sólo son responsables de una fracción del riesgo global de la empresa. La sensibilidad de los bonus a los beneficios es mucho mayor que cualquier aumento en el riesgo asumido. De ahí que resulte enteramente racional la toma de más riesgo. Pagar a los banqueros en acciones u opciones sobre acciones también puede ser contraproducente en la medida en que fomenta las ganancias a corto plazo aunque sea a costa de riesgo en el largo plazo.

Los bonos supuestamente recompensan el esfuerzo o la capacidad, pero están basados generalmente en resultados porque son más fáciles de medir. Por ejemplo, cuanto mejor trabaja un dentista más ingresos obtendrá, capacidad limitada eso sí, a las 24 horas del día. En las finanzas, el vínculo entre el esfuerzo y el beneficio es mucho menos robusto. Mayores volúmenes o contratos más arriesgados pueden generar mayores beneficios pero el esfuerzo adicional requerido por cada trabajador, es muy débil.

A juicio de los autores, sólo hay dos formas de abordar el sesgo estructural de estos incentivos: bien aumentando los riesgos (responsabilidad) que asuma cada operador bancario particular, o bien limitando las recompensas. La generalización de estas limitaciones, podría extender una mayor prudencia en la asunción de riesgos, -según el eurodiputado verde alemán Sven Giegold que apoyó la medida-, a los fondos de inversión y el sistema bancario en la sombra.

Ahora bien, reconociendo el papel del aumento de retribuciones como cooperador necesario en la asunción de riesgos, ¿son eficaces estas limitaciones? ¿tienen capacidad disuasoria suficiente en el ser humano?
La respuesta en la segunda parte de este artículo…



Helena Ancos Franco

Coordinadora del Programa de Trabajo de Responsabilidad Social Empresarial del Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Representante en la UCM de la RedUNIRSE, red Iberoamericana de Responsabilidad Social Empresarial y Promotora en la Universidad Complutense de Madrid de la Red Interuniversitaria de Responsabilidad Social Empresarial. Ha sido Abogado y Profesora de Derecho Internacional Privado en la Universidad Europea de Madrid y en el Centro Universitario Francisco de Vitoria y en el Centro Universitario de Estudios Financieros de Madrid. Sus actuales líneas de investigación se centran en la búsqueda de modelos jurídicos y económicos que promuevan la rentabilidad de los negocios y el desarrollo social, así como mecanismos de colaboración público-privada para el desarrollo.

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