Por: Gustavo Pérez Berlanga
Hace unos días, un amigo que reside en un país europeo y se dedica a la comercialización de café, compartió conmigo la dificultad que enfrenta para encontrar compradores dispuestos a incorporar en su portafolio un café orgánico certificado, sostenible y responsable, a través de un comercio justo. «Parece que la visión de sustentabilidad es ajena a los negocios tradicionales», comentó con cierta frustración.
Contrariamente a esta observación, algunos autores afirman que los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG) en los modelos de negocio han crecido considerablemente, impulsados principalmente por los sectores financiero y de inversiones. Según Statista, plataforma en línea que proporciona estadísticas y datos de mercado, los activos bajo gestión de los fondos sostenibles han aumentado significativamente a nivel global, alcanzando aproximadamente 4.3 billones de dólares en 2023.
Algunas empresas e industrias enfrentan una presión creciente para incorporar la sustentabilidad, reflejada en los criterios ASG, en sus modelos de negocio. No obstante, esta transición presenta desafíos considerables. La sustentabilidad no solo implica adoptar prácticas medioambientalmente amigables, sino también transformar de manera profunda las operaciones y la creación de valor de las empresas. Este ensayo explora los retos que enfrentan las empresas en este proceso, subrayando la necesidad de una visión a largo plazo, una perspectiva deontológica y un enfoque transformacional.
Visión a Largo Plazo vs. Corto Plazo
Uno de los mayores obstáculos para la incorporación de la sustentabilidad es la tensión inherente entre los objetivos a corto y largo plazo. Muchas empresas operan bajo una presión constante para generar resultados financieros rápidos. Los accionistas y otros grupos de interés a menudo buscan beneficios inmediatos, lo que puede llevar a decisiones que prioricen las ganancias a corto plazo sobre la sustentabilidad a largo plazo. Implementar prácticas sostenibles a menudo requiere inversiones significativas y cambios en los procesos que pueden no generar retornos inmediatos.
Para superar este reto, es crucial que las empresas desarrollen una visión estratégica que valore los beneficios a largo plazo de la sustentabilidad. Estos beneficios incluyen la resiliencia frente a regulaciones ambientales más estrictas, una mejor relación con los consumidores conscientes del medio ambiente y una mayor eficiencia operativa. Las empresas deben comunicar claramente a sus grupos de interés la importancia de estas inversiones y cómo contribuyen a la estabilidad y el éxito a largo plazo.
Visión Deontológica vs. Utilitaria
Otro desafío importante es la adopción de una visión deontológica en lugar de una meramente utilitaria. La perspectiva utilitaria se centra en los beneficios tangibles y cuantificables de las acciones, lo que puede limitar el compromiso con la sustentabilidad solo a aquellas acciones que demuestren un retorno financiero inmediato. Sin embargo, la sustentabilidad requiere una perspectiva deontológica, que se basa en principios éticos y responsabilidad moral.
Las empresas deben reconocer su responsabilidad de actuar de manera ética, no solo por los beneficios inmediatos, sino porque es lo correcto. Esto incluye considerar el impacto ambiental y social de sus operaciones, independientemente de si estas acciones generan un retorno financiero directo. La adopción de una visión deontológica puede fortalecer la reputación de la empresa, aumentar la lealtad de los clientes y empleados, y fomentar una cultura corporativa basada en valores.
Enfoque Transformacional vs. Transaccional
Finalmente, la transición hacia la sustentabilidad requiere un enfoque más transformacional que transaccional. Un enfoque transaccional se centra en cambios incrementales y específicos, a menudo en respuesta a presiones externas. Si bien estos cambios pueden ser útiles, no son suficientes para abordar los desafíos profundos y sistémicos que la sustentabilidad plantea.
Un enfoque transformacional, por otro lado, implica una reevaluación fundamental de los modelos de negocio y una reestructuración completa de las operaciones. Esto puede incluir la adopción de tecnologías innovadoras, la redefinición de productos y servicios, y la creación de nuevas formas de colaboración con grupos de interés. Las empresas deben estar dispuestas a asumir riesgos y a innovar para lograr un cambio significativo y duradero.
Conclusión
Incorporar la sustentabilidad en los modelos de negocio es un reto complejo que requiere una visión a largo plazo, una perspectiva deontológica y un enfoque transformacional. Las empresas que logran superar estos desafíos no solo contribuyen a un futuro más sostenible, sino que también se posicionan mejor para enfrentar las incertidumbres del mercado y fortalecer su competitividad a largo plazo. En última instancia, la sustentabilidad no es solo una obligación ética, sino una oportunidad estratégica para construir un mundo mejor y más equitativo para las generaciones futuras.
