Pasión por el proyecto, visión a futuro y altruismo son algunas de las características que Maritza Vargas Montero, coordinadora de UNA-INCUBA Costa Rica, citó como rasgos que definen a un emprendedor social exitoso, esto en el marco de la 2ª Cumbre de emprendimiento social juvenil.
La experta comentó que esta lista está integrada por las características observadas y desarrolladas en el programa UNA Emprendedores, del cual se desprende UNA Incuba, la incubadora de empresas de la Universidad Nacional de Costa Rica, misma que apoya el desarrollo de proyectos de triple impacto, es decir, que ofrezcan beneficios sociales, ambientales y de sustentabilidad.
Este programa apoya a 300 emprendedores anualmente, fomentando el desarrollo de sus proyectos a través de educación continua, asesoría con expertos y creación de nuevos proyectos de varios emprendedores, entre otras actividades.
Las características cintadas por Maritza Vargas son:
Principios: el emprendedor debe tener un sólido sistema de valores, en los que predomine la etica, bajo los cuales se rige todo su trabajo y sus ideas.
Aplicar conocimiento: buscar que los emprendedores reconozcan y apliquen en su trabajo diario las mejores prácticas de la disciplina en la que se desarrollen, así como tener la capacidad de identificar sus errores y aprovechar ese conocimiento en beneficio del proyecto
Visión a futuro: en las actividades de la incubadora buscan que los emprendedores realicen proyecciones de sus objetivos a corto, mediano y largo plazo de forma profesional para que su trabajo esté encaminado claramente.
Acción: Asimismo, es muy importante crear conciencia en los emprendedores de que son portadores de las semillas del cambio, por lo que todas las actividades que lleven a cabo son fundamentales para conformar una nueva sociedad.
Proactividad: esta clase de emprendedores deben mantener una posición preactiva y de colaboración para construir una visión compartida del futuro en la que se involucre a la sociedad para participar en los proyectos.
Altruismo: una característica clave de quienes emprenden proyectos sociales es su interés en el desarrollo del potencial humano, con ideas que beneficien a estratos más bajos de la sociedad de manera sustentable.
Innovación: no solamente para crear nuevas tecnologías o inventos, sino fomentar una cultura de la innovación en la que todos los agentes de la sociedad forman parte de un proceso de cambio global.
Soñar: la coordinadora de la incubadora subrayó que es muy importante aprender a canalizar su energía y permitirse soñar con soluciones a los problemas, pues de los sueños nacen las grandes ideas de cambio.
Practicidad: tener la determinación para cambiar una situación o solucionar un problema social con los recursos que tiene a la mano, pues si bien su objetivo no siempre es hacer negocio, deben aprender a aprovechar al máximo las herramientas con que cuentan para materializar sus proyectos.
Capacidad de gestión: administrar y gestionar los recursos necesarios para cumplir sus objetivos.
Compartir: el emprendedor social debe estar dispuesto a compartir sus innovaciones y sus resultados en una perspectiva social, pues en sus actividades no tiene cabida el celo profesional, ya que se busca que los proyectos beneficien al mayor número posible de personas.
Intuición: canalizar sus actividades y mantenerse en escenarios con alto grado de riesgo, pero actuar siempre con cautela para beneficiar la consolidación del proyecto.
Liderazgo y participación: un rasgo clave es que inviten e inspiren a más fracciones de la sociedad para generar más emprendimientos de triple impacto.
Empoderamiento: comprender que sus relaciones son horizontales, por lo que deben crear redes a través de una visión movilizadora de los agentes sociales que lo rodean para tener un impacto en diferentes esferas sociales.
Amor por su proyecto: una característica que no es exclusiva de los emprendedores sociales, pues Maritza Vargas apuntó que todo aquel que emprenda un proyecto debe ser un apasionado del mismo, pues de lo contrario sus probabilidades de éxito se ven reducidas.
Fuente: El Empresario