Como parte del compromiso que tienen con la preservación del medio ambiente, el Tecnológico de Monterrey ubicado al sur de la Ciudad de México ha convertido sus instalaciones en un “campus sostenible”.
Planta de tratamiento de agua, recolector de agua pluvial, generación de energía con paneles solares, colectores de pilas y celulares usados, separación de residuos reciclables y peligrosos, así como calentadores solares de agua son algunas de las herramientas a las que han echado mano a lo largo de este año.
En el marco de la Expo Negocios Verdes, Guillermo Bustamante, director del programa Campus Sustentable, informó que desde que se inauguraron las instalaciones de Tlalpan, en 1991, comenzaron a planear infraestructura que ayudara al medio ambiente.
En el caso del agua, la planta de tratamiento funcionó a partir de 1992 y recibe todo el líquido que se utiliza diariamente. Aunque Bustamante afirmó que el volumen es varialbe, calculó en “85% el agua que se trata y reutiliza”.
Luego de un proceso físicoquímico, otro biológico y uno de filtración, el agua se usa en el riego y la limpieza de las instalaciones, así como en los excusados.
Además, el mismo terreno tiene el Cenote, una socavación natural en la que se recolecta la lluvia. Allí llega todo lo que juntan los edificios y la explanada y se almacena para que se filtre naturalmente al subsuelo.
En cuanto a la luz, los alumnos desarrollaron paneles solares que ya se instalaron en las luminarias del exterior y el estacionamiento. En cuanto se oscurece, las lámparas se prenden con la energía almacenada.
En el mismo sentido están los calentadores de agua solares. Aunque apenas se están haciendo las primeras pruebas, los alumnos ya están haciendo las proyecciones para instalarlos en el área de vestidores y regaderas.
Finalmente, la institución cuenta con estaciones de recolección de pilas, teléfonos celulares, radios y accesorios, y los cartuchos de tóner de las impresoras, mismos que se llevan a un espacio aislado, donde lo recogen compañías especialistas en manejar este tipo de basura.
La basura no peligrosa se separa también en contenedores de lastas de aluminio, botellas de plástico y vidrio; esto también se separa y posteriormente se vende. Los residuos de comida y envolturas se van a la basura.
Bustamante explicó que estos proyectos se trabajan con los estudiantes, quienes estudian cada uno de los 22 proyectos para “optimizarlos y que sirvan de plataforma para generar más”.
Muchos de los alumnos participan también de forma colectiva. Como el grupo Sustenta, que comenzó a trabajar en temas de ecología desde hace cuatro años y participa activamente en el programa sustentable desde agosto de 2009, cuando arrancó formalmente.
“A partir de allí adquirimos más fuerza y tuvimos más apoyo del campus para llevar las campañas a todos lados”, relató Christa Godínez, miembro de la sociedad de alumnos.
“La idea es hacer de nuestro campus un laboratorio viviente de sustentabilidad”, afirmó Bustamante, por lo que seguirán trabajando de la mano de los alumnos para ampliar la sustentabilidad dentro del campus.