En cualquier momento la Secretaría de Salud publicará la norma 218 que busca regular el consumo de las bebidas adicionadas con cafeína o “energizantes”, categoría con las que las denomina la industria.
Ya le platicábamos la controversia que hay entre este sector y la autoridad. El viernes pasado fue la última reunión en la que estuvieron básicamente “científicos” de ambos bandos dilucidando el impacto de su consumo. Estuvo gente de la Cofepris, que encabeza Miguel Ángel Toscano, y asesores externos de Red Bull, compañía dirigida por Luis Zubieta y que posee la mayor tajada de este mercado que se traduce en 150 millones de latas anuales.
La firma de origen austriaco es apoyada en la discusión por el reconocido cardiólogo Luis Molina, jefe del Laboratorio de Arritmia de la UNAM y presidente de la Sociedad Latinoamericana de Arritmia. Toda una autoridad.
El encuentro concluyó sin que ninguno de los criterios se armonizara. Sí hubo un compromiso para que una vez que se publique la norma 218 en el Diario Oficial se abra un periodo de otros 60 días para hacer observaciones. El acuerdo llama la atención porque ese proceso ya se agotó tras de que la norma estuviera en el ámbito de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria, instancia a cargo de Alfonso Carballo y que ya desahogó ese trámite y la liberó.
Para la Cofepris el consumo diario de más de dos latas puede generar taquicardias, no deben consumirse por menores de 12 años, ni por embarazadas y su principal riesgo es combinarlo con bebidas alcohólicas. De ahí que la conclusión y componente relevante de la norma 218 sea la obligación de incluir una etiqueta puntualizando esos principios, amén de que su venta se restrinja en bares, discotecas, centros nocturnos y antros en general.
A su vez las empresas lo rechazan y dicen que todo se circunscribe a una cuestión de consumo responsable. Una embarazada puede tomarse hasta dos latas y una persona ingerir más de tres en intervalos de una hora. Una lata de 250 mililitros tiene entre 70 y 80 mililitros de cafeína, que es más o menos el equivalente de un vaso grande de un café Starbucks. Un trago, de lo que sea, es metabolizado por un individuo en edad productiva en 45 minutos.
Las posiciones son irreconciliables y la industria teme que se les imponga la norma. Entretanto la autoridad pondrá todo su énfasis para que en los 60 días del plazo las empresas no paren ni “rasuren” la disposición.
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