Por: Marc de Sousa
Hoy batallé para ponerme los jeans. Lo único en lo que podía pensar mientras lo hacía, es en los 300 trabajadores que murieron hace dos semanas en una fábrica de textiles en Karachi, Pakistán.
Separados por la distancia y la cultura, a veces es difícil tener en consideración a los trabajadores pobres y anónimos que hacen nuestra ropa, nuestros aparatos electrónicos, nuestra comida. Pero esta mañana, no podía dejar de imaginarme sus nombres, sus aspiraciones, cómo viven, las caras de sus hijos y sus familias.
Sus muertes fueron tan trágicas como evitables. Los dueños de la fábrica huyeron en medio de la vergüenza y el miedo, dejando atrás cerca de $5 millones de dólares en cuentas del banco. Me hace llorar el hecho de pensar que tan sólo una pequeña porción de ese dinero se pudo haber utilizado para hacer de la fábrica un lugar lo suficientemente seguro como para evitar el incendio.
Un reportaje del New York Times dice que desde el 2007 la fábrica fue inspeccionada hasta tres veces por organizaciones internacionales; la más reciente fue una semana antes del incendio del 12 de septiembre de 2012. De hecho, la fábrica no cumplió con los estándares de seguridad en una inspección en 2007, pero un representante del Social Accountability International (SAI), desarrolladores de la certificación SA8000, y organización responsable de certificar a la planta de Karachi, dijo que “los problemas fueron solucionados para cuando se realizó una inspección subsecuente en diciembre de 2011.” … Un prominente grupo de monitoreo (SAI) fuertemente financiado por la industria, otorgó el mes pasado un certificado de salud (auditado y certificado) a la fábrica textil pakistaní de Ali Enterprise… el 12 de septiembre un incendio envolvió la planta “atrapando a cientos de trabajadores en un edificio con ventanas enrejadas y sólo una salida abierta, dando como resultado uno de los peores desastres industriales de la historia.” http://nyti.ms/PCkrgE
¿Funcionan los programas de certificación?
Después de más de veinte años de trabajo, Richard M. Locke profesor de ciencias políticas en la Escuela de Administración Sloan del M.I.T. tristemente encontró lo siguiente: “…los esfuerzos de monitoreo privado y por terceros… aunque están bien fundamentados o diseñados y los auditores bien entrenados… simplemente no producen mejoras sustanciales y significativas en estándares laborales para la mayoría de las fábricas de la cadena de suministro.” (citado por el New York Times, http://nyti.ms/PCkrgE).
Es importante resaltar que no todos los programas de certificación son iguales. Verite, por ejemplo, es una organización independiente sin fines de lucro. En contraste, Social Accountability International (SAI) está financiada por compañías como Gap, Gucci y Grupo Carrefour, así como por representantes de los propios grupos en defensa de los derechos del trabajo.
Conociendo tantos sistemas de monitoreo sin fines de lucro como conozco, no estoy tan seguro de que puedan ser mejores. Aunque, ciertamente podemos cuestionar si los sistemas de monitoreo financiados por corporativos como el S.A.I. trabajan de forma efectiva para proteger a los trabajadores y el medio ambiente.
Lo dudo: con base en la experiencia propia en este tipo de sistemas puedo decir que los sistemas de auditoría han demostrado que están llenos de debilidades. Hace muchos años una prestigiosa organización de certificación internacional solicitó a mi compañía realizar auditorías a fábricas. Yo me cuestioné sobre dicha solicitud dado que no contábamos con experiencia en el área, ningún empleado cumplía con las habilidades requeridas y la organización estaba dispuesta a pagarnos menos de $2,000 dólares por auditoría, apenas suficiente para cubrir el gasto del boleto de avión.
Consideramos que la metodología de auditoría para evaluar los complejos e interconectados impactos sociales y medioambientales en la fábrica; tomando en cuenta el tiempo, capacidades y recursos disponibles, no permitiría llevar a cabo dicha diligencia de manera completa, justa y transparente. Decidimos que la única manera en que completaríamos el trabajo de auditoría con algún grado de precisión, sería enviando a investigadores encubiertos. No era práctico, ético ni seguro. Rechazamos el proyecto.
Sacar desde el fondo
Hay un camino muy largo para asegurar una cadena de suministro consistente y en cumplimiento con estándares ambientales y sociales, que signifiquen un comportamiento civilizado.
Recientemente leí que muchas cadenas de suministro están emigrando de China hacia Bangladesh con la intención de ahorrar costos. Suena a cliché decir que los consumidores y los negocios están escarbando en el fondo de la economía mundial en busca de fuga de costos. Quién sigue: Burma (Myanmar), Haití, Angola…
¿Sacar desde el fondo (buscar el precio más bajo) es una estrategia sustentable?
Me miro al espejo y no puedo evitar cuestionarme hasta qué medida soy cómplice al hacer la compra de un producto cuyos orígenes e impactos ignoro y, por ende, estoy alentando deliberadamente una conducta no sustentable.
Como consumidores somos cómplices; cómplices de todos los incendios de las fábricas, del abuso que sufren las mujeres, de cada niño que por trabajar pierde la oportunidad de aprovechar los beneficios que le ofrece la educación y de cada trabajador al que se le niegan los derechos básicos diariamente en las fábricas de todo el mundo. Y pensar que todo esto que recibo gratis simplemente por no estar dispuesto a pagar una fracción de dólar más por mis jeans.
¿Cómo podemos evitar esta tragedia? ¿Cómo podemos asegurarnos de que el trabajo que hacemos en nuestra vida diaria no cueste más de lo que aporta?
Los sistemas de verificación en las fábricas tales como el SA8000 son bien intencionados y en papel están completos. En la práctica, sin embargo, no son suficientes. La mayoría de los dueños de las fábricas en los países en desarrollo ni siquiera consideran los impactos sociales y ambientales, menos aún creen en el hecho de que tienen una responsabilidad correspondiente.
En mi empresa, ES Global, estamos trabajando con la cadena de suministro de una marca internacional de ropa con la intención de ayudar a sus proveedores a desarrollar su propio reporte de sustentabilidad bajo la metodología del Global Reporting Initiative (GRI). A pesar de los esfuerzos del staff, pareciera que los gerentes sólo están cumpliendo por cumplir.
Dennos el poder: Clasifiquen al GRI y la Sustentabilidad como lineamiento obligatorio.
Es hora de tomarnos en serio el cumplimiento de la sustentabilidad antes de que más gente muera innecesariamente; y es fundamental frenar los abusos en la cadena de suministro de las fábricas. Dos cosas deben hacerse ya.
El formato para elaboración de reportes GRI debe convertirse en ley, no sólo en Europa y en las regiones desarrolladas, sino en todos los países. Si una fábrica que está en Karachi o en San Salvador o en Nairobi, quiere ser proveedor de un comprador en un país desarrollado, debe de tener un reporte de sustentabilidad GRI.
Ya que estamos en eso, debemos elevar los reportes GRI al mismo nivel que los reportes financieros auditados; al mismo tiempo hagamos obligatorias las auditorías externas por terceros obligatorias, y a su vez, que las verificaciones deban de llevarse a cabo por firmas certificadas.
Segundo, los indicadores sociales y ambientales también deben ser legalizados. Hay suficiente experiencia en etiquetado de sustentabilidad como para lograr, con el esfuerzo necesario, un sistema global de etiquetado de sustentabilidad en el transcurso de dos años.
Yo no soy nadie para imponer la regulación, cuando el libre mercado lo haga. Pero las 300 muertes en Karachi es simplemente la punta de un enorme e inimaginable iceberg de desesperanza y desesperación, y cada vez que me pongo mis jeans soy cómplice de un sistema económico tan vulgar que perpetúa voluntariamente esta miseria.
Hay que darle el poder al consumidor. Hagamos de los reportes de sustentabilidad y del etiquetado un lineamiento obligatorio para que nosotros, “el mercado”, podamos castigar de forma fácil, transparente y económicamente rápido a aquellos que hacen daño.
Mis oraciones están con aquellos que murieron en Karachi, Pakistán y con todos los que están sufriendo para que yo pueda ponerme mis jeans.
Marc de Sousa-Shields
Marc de Sousa Shields es socio fundador de ES Global, consultora internacional en Responsabilidad Social Empresarial, gestión de los grupos de interés y desarrollo socioeconómico en países emergentes, en transición y en desarrollo.
Marc es un reconocido líder mundial en el campo de la RSE y se especializa en ayudar a organizaciones de todos tamaños a maximizar los impactos, valor y retornos de las inversiones y actividades de responsabilidad social. Marc es canadiense y vive con su familia en México desde hace 12 años.