Joel Bakan, autor, cineasta y profesor de leyes, analizó en su clásico libro «The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power» cómo las empresas están obligadas por ley a elevar sus rendimientos por encima de todo, si es que quieren sobrevivir… En un mundo cada vez más globalizado y competido, este objetivo es buscado sin tomar en cuenta límites morales, dando como resultado, que las compañías surjan como instituciones autónomas con el único objetivo de servir a sus propios intereses y los de sus accionistas.
El trabajo de Bakan no trata de difamar a las personas que dirigen a las empresas o a las que trabajan para ellas, sino comparar a estas y su afán irracional de vender y producir utilidades a toda costa, con la personalidad propia de un psicópata, definido este como la persona que busca siempre salirse con la suya, sin importarle si es un embaucador, brincando cualquier muro moral, y puesto que no siente empatía, dispuesto a cualquier cosa para hacer prevalecer sus deseos y opiniones.
Hace años, las empresas operaban cotidianamente y se limitaban a realizar esporádicas acciones a favor del medio ambiente y las causas sociales, pero últimamente se han visto obligadas a desarrollar este tipo de programas para obtener una opinión pública y ambiente político favorable, demostrando a sus stakeholders su «ética empresarial», señala Bakan.
Así, algunos corporativos, han encontrado en la responsabilidad social empresarial (RSE) un arma más para lograr sus fines, una oportunidad para negociar que sus proveedores y accionistas bajen los precios o conseguir diversos beneficios como resultado de sus supuestas buenas prácticas. Un comportamiento que claramente vuelve a reforzar esta característica psicópata.
Las grandes compañías hacen un excelente trabajo publicando sus logros en materia de responsabilidad social y ambiental pero ¿es esto auténtico?, ¿cómo podría un psicópata autorregularse?
La sociedad de hoy en día carece de capacidad para comprender del todo lo que realmente es ético, así que diversas empresas se aprovechan de este factor para que su equipo de relaciones públicas logre vender la idea de que la marca realmente es socialmente responsable y no causa impacto alguno en ningún ámbito sino todo lo contrario; de esta manera hacen que los consumidores vean en la marca ese sello de ética en sus productos y se sientan tranquilos al consumirlos sin cuestionarse si solo es un gesto simbólico de la empresa para disfrazar su verdadero interés.
La publicidad que gira alrededor de la responsabilidad corporativa es tan cuidadosa que la sociedad muchas veces compra su ideología y no logra ver más allá de los comunicados de prensa, claims y etiquetados con los que este tipo de empresas invade a los medios. ¿Nadie de verdad se da cuenta?, ¿por qué aquellos que lo hacen no reclaman una mayor regulación? Joel Bakan señala que el desinterés y la falta de crítica de los consumidores es parte de este ciclo vicioso.
Entonces, siguiendo la tesis que propone Bakan ¿las empresas realmente son auténticas en sus esfuerzos por ser mejores o solo se dedican a afilar una arma más en su arsenal, una muy maquiavélica para obtener sus intereses llamada responsabilidad social?
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