Hay un momento en la docuserie The Power of Big Oil (2022) —de PBS Frontline— que muestra una aparente traición de las petroleras, al narrar sobre la larga campaña de la industria para paralizar la acción contra la crisis climática. En esta parte, el ex senador republicano, Chuck Hagel, reflexiona sobre su papel en la anulación de la ratificación del tratado climático de Kioto por parte de Estados Unidos.
De acuerdo con The Guardian, en 1997, Hagel se unió al senador demócrata Robert Byrd para promover una resolución que se oponía al acuerdo internacional de limitar los gases de efecto invernadero (GEI), por considerarlo injusto para los estadounidenses.
Años después de la traición de las petroleras
La medida se aprobó en el senado sin un solo voto en contra, tras una enérgica campaña de las grandes petroleras para descalificar el protocolo de Kioto como una amenaza para el empleo y la economía, al tiempo que se afirmaba falsamente que China e India podían seguir contaminando sin restricciones.
La resolución bloqueó desde entonces la ratificación por parte de Estados Unidos de cualquier tratado sobre el clima. Un cuarto de siglo después, Hagel reconoce que el voto fue erróneo y culpa a la industria petrolera por asegurar maliciosamente que la ciencia del cambio climático no estaba probada —cuando empresas como Exxon y Shell ya sabían lo contrario por sus propias investigaciones—.
Lo que ahora sabemos sobre las posiciones de algunas de estas grandes petroleras es que mintieron. Y sí, a mí me engañaron. Otros fueron engañados cuando tenían pruebas en sus propias instituciones que contrarrestaban lo que decían públicamente. Es decir, mintieron.
Chuck Hagel, ex senador republicano.
Durante su participación, al preguntarle si el planeta estaría mejor situado para afrontar la crisis climática si la industria petrolera hubiera sido honesta sobre el daño que causan los combustibles fósiles, Hagel no se inmutó y contestó:
Por supuesto. Habría creado un clima totalmente diferente, un entorno político totalmente diferente. Creo que habría cambiado todo.
Chuck Hagel, ex senador republicano.
Sin embargo, el político no tuvo la misma convicción de cuestionarse por qué estuvo tan dispuesto a dejarse influir por las grandes petroleras cuando no faltaban científicos, incluidos destacados investigadores de la NASA, que le decían la verdad.
Ocultar el problema
El documental tiene la respuesta, ya que los realizadores han desenterrado un desfile de antiguos científicos, grupos de presión y estrategas de relaciones públicas de las compañías petroleras que ponen al descubierto cómo la mayor empresa petrolera de Estados Unidos, Exxon, y luego la industria en general, pasaron de intentar comprender las causas de un calentamiento global a una campaña concertada para ocultar la creación de una catástrofe.
A lo largo de tres episodios —denominados Negación, Duda, Retraso—, la serie describe la manipulación corporativa de la ciencia, la opinión pública y los políticos, que refleja la conducta de otros sectores, desde las grandes tabacaleras hasta las empresas farmacéuticas responsables de la epidemia de opioides.
Algunos de los entrevistados admiten con vergüenza su intervención en la campaña de décadas para ocultar las pruebas del cambio climático, desacreditar a los científicos y retrasar las medidas que amenazan los beneficios de las grandes petroleras. Otros casi se jactan de lo fácil que fue engañar al público y a los políticos estadounidenses, con consecuencias no solo para el país, sino para el planeta.
Lo anterior plasma la imagen de un sistema político tan comprometido con el dinero que, incluso cuando parece que la verdad va a triunfar, la realidad es rápidamente sofocada.
El cambio se alertó
Por su parte, el ex senador Timothy Wirth, quien también interviene en The Power of Big Oil, cuenta cómo en 1988 organizó unas audiencias históricas en las que un distinguido científico de la NASA, James Hansen, declaró que los gases de efecto invernadero estaban cambiando el clima.
Esa fue una especie de sentencia mágica.
No se trataba de grupos ecologistas. No se trataba de una cábala verde. Se trataba probablemente del principal científico del clima del gobierno federal haciendo esta declaración.
Timothy Wirth, ex senador norteamericano.
El New York Times informó del testimonio en su primera página. A Wirth y Hansen les pareció un punto de inflexión ya que la opinión pública tendría que enfrentarse a la realidad, pero, contradictoriamente solo sirvió de advertencia para que las compañías petroleras intensificaran su negacionismo.
Ha habido bastantes momentos en los que la gente interesada en el cambio climático ha tenido la sensación de que todo está a punto de cambiar.
Hay un momento en el primer episodio en el que el senador Wirth se ríe y dice: ‘Realmente sentí que estábamos llegando a algo. Era tan emocionante’. Eso fue hace 30 años. Luego escuchas algunos de los discursos de Obama, y la genuina esperanza de que se podría hacer algo sobre el cambio climático en 2009. Era palpable y se destruyó muy rápidamente.
Dan Edge, productor de la docuserie The Power of Big Oil.
En este sentido, los encargados de la producción ponen en evidencia la evolución del éxito de la industria de los combustibles fósiles a la hora de evitar la legislación climática, dejando claro que las empresas petroleras fueron rápidas en adaptar sus estrategias a las circunstancias cambiantes.
Historia de ambiciones
Jane McMullen, directora del primer episodio de la serie, aseguró que la investigación revelaba cómo, a medida que se hacía más difícil negar la abrumadora evidencia del calentamiento global, el sector cambiaba de rumbo.
Se dieron cuenta de que estaban perdiendo los argumentos científicos, sobre todo después de que se publicara el informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) en el año 95, en el que se afirmaba la existencia de una influencia humana perceptible. Así que recurrieron a la economía.
Jane McMullen, directora.
De acuerdo con la narrativa del documental, la clave de la transformación estratégica fue una compañía poco conocida en los años 90, Koch Industries, especializada en el refinado y la distribución del petróleo más pesado y sucio, dirigida por los hermanos Charles y David Koch.
Los Koch vieron una amenaza para su negocio en el plan de la administración Clinton de un impuesto sobre el carbono. Movilizaron al Instituto Cato y a un grupo de fachada, financiado por los hermanos, que se hacía pasar por una organización de base, llamada Citizens for a Sound Economy, para que se opusieran.
Además atrajeron a organizaciones de presión, como el American Petroleum Institute y la Global Climate Coalition, un grupo de empresas que se contraponían a la ciencia del clima.
Nos reuníamos en varios locales de Washington con más de 100 personas en la sala. Era una verdadera situación de cuartel de guerra.
Jerry Taylor, director de Estudios de Recursos Naturales del Instituto Cato.
Jeff Nesbit, director de comunicaciones de Citizens for a Sound Economy, explicó que en aquel entonces se decidió apuntar a un senador de Oklahoma, David Boren, que presidía el comité que gestionaba el presupuesto de Clinton y, por tanto, el impuesto sobre el carbono.
Básicamente dijeron: si conseguimos que David Boren dé la vuelta, ganamos. Así que, dijeron, vamos a hacer lo que sea necesario.
Jeff Nesbit, director de comunicaciones de Citizens for a Sound Economy.
La industria publicó anuncios en los que se afirmaba que el impuesto costaría al hogar medio de Oklahoma 500 dólares al año, y movilizó a sus partidarios para que llamaran a Boren y se quejaran de que la gente estaría pagando más cada vez que se duchara o condujera su coche.
Tal vez hubo un puñado de personas que pensaron: ¡Oh, Dios! Debería llamar a mi senador y registrar mi queja. Pero no tenían ese ejército de base. Estaba financiado y alimentado por los intereses corporativos.
Jeff Nesbit, director de comunicaciones de Citizens for a Sound Economy.
Aun así, funcionó. Boren cedió y eliminó el impuesto sobre el carbono. «Se plegó de inmediato», afirmó Nesbit. «Es como, wow, esto puede funcionar de verdad. Podemos elegir nuestros objetivos estratégicamente y ganar, incluso cuando no estamos en el poder político».
Ciclo recurrente
Finalmente, la directora McMullen expresó que la investigación para el documental mostraba que esa estrategia se repetía a lo largo de los años.
Se ha convertido en un hecho casi aceptado que abordar el cambio climático supondrá un costo para la economía, mientras que hay que ver el costo de los daños a los que nos enfrentamos hoy en día.
Jane McMullen, directora.
El resultado, señaló, es que una administración tras otra, desde Clinton en adelante, encontraron razones para retrasar la acción porque no querían enfrentarse a las acusaciones de hacer más pobre a la comunidad.
«Ese ha sido un problema a lo largo de estos 40 años de historia. Existe un fuerte impulso para que los políticos digan: vamos a esperar, no necesitamos hacerlo ahora. Pero obviamente no hay tiempo. Y cuanto más se posponga, más empinada será la cuesta que habrá que subir para solucionarlo», concluye.
Si quieres conocer todo lo que The Power of Big Oil presenta, podrás mirar este material por las cadenas PBS Frontline y BBC2 del Reino Unido.