Para Hanan, familiarizada con la guerra más de lo que cualquier niña de su edad debería, la oportunidad de crear arte es lo que más la ayuda.
Mientras da brochazos de pintura roja sobre un fondo verde, Hanan, refugiada siria de 13 años, da las gracias de que, al menos en su imaginación, algún día la paz florecerá tan vívidamente como las flores que traza.
«Quise ser parte de este proyecto para olvidar el pasado y la guerra. Además quería dibujar con mis amigos», relata Hanan.
Ella es una de un grupo de más de 12 menores refugiados sirios que se da cita una vez a la semana en el campo de refugiados de Akre, en Irak, para pintar.
Se trata del Castle Art Project, el cual, por medio de donaciones de materiales la ONG local Rise Foundation, permite a los menores dejar de lado la dura realidad que viven a diario y sumergirse en un mundo lleno de colores y fantasía.
El campo Akre, donde los niños ahora residen, es el lugar de una antigua prisión. Actualmente, los niños no sólo pintan sobre los barrotes, sino sobre las deprimentes paredes grises que los rodean, transformándolas en coloridos lienzos.
Hanan, quien pintaba cuando aún estaba en Siria, contó a Al-Jazeera que en un principio, cuando ella y su familia huyeron de la guerra, el arte dejó de ser una vía de escape.
Ahora, rodeada de otros niños, considera que el proyecto la ha ayudado enormemente a sentirse mejor.
«Antes de esto, únicamente podíamos pensar en la guerra que vivimos en Siria. Pintábamos tanques y sangre, a los militantes del (autodenominado) Estado Islámico matando gente con cuchillos», relató.
En efecto, los primeros murales de la prisión muestran ese sentimiento de tristeza por tener que dejar siria y de miedo por un futuro lleno de incertidumbre.
En una de las pinturas, un niño sirio aparece sentado, solo, con las palabras «Extrañamos nuestros hogares» escritas en árabe.
En otro se ve una paloma tratando desesperadamente de volar por los barrotes de la prisión en que Siria se ha convertido.
Kawther Ahmad, coordinadora del proyecto y también refugiada siria, explicó a Al-Jazeera que varios voluntarios del lugar decidieron que tenían que hacer algo para ayudar a los niños a superar el trauma por el que habían pasado.
«Intentamos distraerlos y animarlos a pensar en cosas bellas, en cosas felices, para que comenzaran a dibujar otra clase de escenas, con más esperanza», comentó.
Es una forma de terapia.
Los nuevos murales de los niños muestran que la misión ha sido exitosa.
Ahora tienen temas y mensajes más optimistas, como uno en el que se lee la expresión: «El amor gana».
Fuente: Reforma