Aunque parezca mentira, Donald Trump está logrando lo que hacía falta para impulsar con mayor decisión la agenda global contra el cambio climático.
Sí, estamos hablando del actual presidente de Estados Unidos, negacionista del calentamiento global y quien desde el inicio de su administración ha implementado medidas como la orden ejecutiva que firmó hace unas semanas para incentivar la producción de combustibles fósiles y desregular la explotación de minas de carbón.
Contrario a los objetivos que seguramente persigue, Trump ha generado un consenso entre distintos actores sociales para abrazar la agenda del cambio climático de manera más decidida.
“El discurso de (Trump) de no creer en el cambio climático está siendo interesante porque ha disparado a algunos actores que hasta ahora se habían mantenido tibios a abrazar la agenda del cambio climático de forma importante”, consideró Germán Granda, director general de Forética, red promotora de la ética y la responsabilidad corporativas.
Durante el X Encuentro Latinoamericano de Empresas Socialmente Responsables, que se realiza del 2 al 4 de mayo en el World Trade Center de la Ciudad de México, Germán Granda destacó los casos del presidente de China, quien se ha constituido en un agente impulsor de la agenda del cambio climático y país al que Trump atribuye el “invento” del cambio climático, y de actores subnacionales en Estados Unidos como los gobernadores del estado de California y de ciudades como Nueva York o Boston.
Pero actores de gobierno no son los únicos que ha logrado “disparar” Trump. Otros agentes como líderes empresariales e inversores también han cerrado filas contra el cambio climático.
“En el foro más reciente de Davos se comulgó a líderes globales y empresariales a trabajar contra el cambio climático. Esto no había pasado en los últimos años. El presidente de BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, todos los años hace una carta a los presidentes de las compañías globales más importantes y la de este año invita a los consejos de administración a asumir criterios sociales, de buen gobierno y ambientales, entre ellos el cambio climático”, agregó.
Germán Arroyo, director del Área de Desarrollo Sustentable del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), coincide en la diferencia que está haciendo el mercado, los estados, las ciudades, el sector privado y consumidores individuales en esta coyuntura.
Incluso ante la amenaza de incumplimiento del Acuerdo de París por parte de Estados Unidos, Germán Arroyo considera “un riesgo mayor no reconocer que todos esos otros actores sociales, y sus acciones decididas, tienen un impacto positivo para que el país continúe en una trayectoria de cumplimiento y anime a otras naciones a mantener sus niveles de ambición”.
Entre todos estos actores, destaca, “la iniciativa privada tiene un rol crítico para conseguir los objetivos climáticos internacionales y es importante reconocer que muchas de las acciones del sector privado no parten del cumplimiento de una ley o norma, sino de la convicción de actuar de forma responsable”.
Hacer del reto la oportunidad
Ambos especialistas coinciden en que el actual contexto climático significa una enorme oportunidad para las empresas, nuevos mercados y mayores ganancias.
“Las ganancias que las industrias pueden tener al implementar programas de eficiencia energética, reduciendo así sus costos de producción, solamente se seguirán fortaleciendo en el futuro inmediato. El costo promedio de generación eólica en EU ha caído a 20 dólares por megawatt, comparado con los 30 dólares por megawatt que cuesta la generación eléctrica con carbón”, dice Arroyo.
Recuerda que apenas hace unas semanas, 81 compañías transnacionales que durante la administración de Obama firmaron un pacto para reducir sus emisiones reafirmaron su compromiso incluyendo planes y acciones para conseguir 100% de su consumo energético de fuentes renovables para 2025.
Estas iniciativas también se comienzan a dar en otros polos. En España, Forética lanzó en 2015 el Clúster de Cambio Climático con empresas líderes y comprometidas en la lucha del calentamiento global, como Ikea, Sanitas y Grupo OHL, y ahora suma ya 51 miembros.
Para ser parte, las empresas deben tener un plan estratégico contra el cambio climático, objetivos definidos de reducción de emisiones y reportar con transparencia los avances en esta materia.
“No es lo ideal que haya líderes mundiales que se opongan al cambio climático, pero esta situación sí que está avivando el discurso de inversores, empresas, otros países y ciudades. Tendremos que ver qué pasa en unos años y si luego de la era Trump, Estados Unidos se mantiene en una senda de romper acuerdos internacionales. En este momento lo que nos toca es un periodo que hay que saber gestionar, se trata de un reto más”, concluye Granda.