Diversidad e inclusión son dos términos que a menudo se utilizan como sinónimos dentro de las compañías que buscar ser más responsables e integrar a distintas minorías como parte de sus equipos de trabajo a fin de enriquecer sus procesos; sin embargo, a pesar de tratarse conceptos íntimamente relacionados entre sí, ambos anteceden a conversaciones sumamente distintas.
Hablar de diversidad es referirse a la forma en que las empresas abren sus puertas a cualquier persona sin importar su género, religión, origen étnico o condición de salud, por lo que en general es un enfoque bastante sencillo y no requiere de mucho más que romper con los prejuicios y promover una cultura de respeto dentro de la organización.
Centrarse en inclusión, por otro lado, puede ser una tarea mucho más difícil, ya que para adoptar este enfoque las empresas requieren de una dosis alta de pensamiento creativo, comunicación con sus stakeholders y un fuerte compromiso de la alta dirección. La creación de una cultura incluyente requiere esfuerzos mucho más profundos para identificar el valor que cada colaborador puede aportar a la compañía desde sus propias capacidades y en distintos departamentos a fin de aprovechar su talento de forma estratégica.
Sumun Pendakur, decano asociado de Diversidad Institucional en Harvey Mudd College explicó a Mashable que casi siempre los esfuerzos de las empresas se detienen en la diversidad, es decir en construir equipos en los que se encuentren representadas diversas culturas y puntos de vista, pero señala que sin la inclusión, este enfoque puede ser perjudicial para cualquier organización ya que no promueve la participación plena y activa de todos los miembros del grupo.
Mashable se ha dado a la tarea de platicar con varios expertos respecto a este tema y encontró algunos principios fundamentales que hacen que las empresas den ese gran salto de la diversidad a la inclusión. ¡Conócelos!
Las empresas incluyentes no se dejan llevar por los mitos
Lisa Keglovitz, vicepresidenta de recursos humanos en GameStop asegura que una verdadera cultura inclusiva busca responder con paciencia y sensibilidad a los sesgos inconscientes actuales.
Hay demasiadas excusas que se convierten en obstáculos para crear un ambiente de trabajo más diverso o inclusivo: que si a las mujeres no les interesa esto o aquello y que su hay suficientes personas con discapacidad para cubrir la cuota; la lista puede continuar hasta ser infinita, pero una empresa verdaderamente responsable sabe que la inclusión no es un tema de números sino de calidad de vida.
Una empresa responsable capacita a sus colaboradores
Una vez que la organización ha identificado un problema, debe buscar el origen y darse cuenta que no basta con el compromiso de la alta dirección o los responsables de contratación, necesita capacitar a todos sus colaboradores para romper con los prejuicios y aprender las normas de convivencia y respeto con cada uno de sus compañeros.
«No es suficiente hacer un reclutamiento diverso, una vez que se cuenta con una fuerza laboral diversa es crucial que los líderes sepan como aprovechar ese talento», señala Diane Frisch, vicepresidenta de recursos humanos de Ingredion.
Una empresa incluyente escucha a las minorías
Las empresas centradas en la inclusión saben que cada uno de sus colaboradores es una persona distinta con necesidades únicas, por lo que deben escucharlos de forma individual y dar respuesta a sus inquietudes de forma precisa. Lo mismo aplica con las minorías; ¿quién puede enseñarte mejor sobre las necesidades especiales de una persona con discapacidad que ella misma?