Luego de que el presidente Trump firmara el decreto migratorio que veta a los refugiados y bloquea la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de siete países —principalmente musulmanes—, la reacción dejó a Silicon Valley en una situación complicada y con una decisión difícil por tomar.
Los líderes de empresas como Facebook, Apple y Uber expresaron su rechazo al decreto migratorio, pero estas primeras reacciones fueron, en su mayoría, intentos vanos por fijar una postura que calmara a los opositores liberales, y al mismo tiempo, no arruinara la relación de estas compañías con la nueva administración. No volverán a cometer ese error.
A raíz de las protestas surgió un nuevo movimiento: #DeleteUber, una campaña en redes sociales que invita a las personas a eliminar la aplicación de Uber y las cuentas asociadas a la plataforma. El enojo hacia la compañía estalló cuando Uber fue percibido erróneamente en un intento por romper la huelga de los taxistas estadounidenses en el aeropuerto John F. Kennedy; pero escaló aún más porque Travis Kalanick, CEO de la compañía, forma parte del consejo de asesores comerciales del presidente Trump, junto con los CEOs de Disney, Pepsi y GE.
La primera declaración pública de Kalanick mostró su rechazo al decreto migratorio y las acciones que tomaría la compañía para ayudar a los conductores afectados. Pero, también defendió su posición en el Consejo escribiendo, “desde su creación, Uber ha tenido que trabajar con los gobiernos y políticos de todas las posturas en cientos de ciudades y docenas de países.”
Estar dispuesto a trabajar con Trump no era lo que los manifestantes querían escuchar. Celebridades como George Takei, Lena Dunham y Susan Sarandon utilizaron el hashtag. El principal competidor de Uber en Estados Unidos, Lyft, usó la situación a su favor como una estrategia de publicidad para anunciar que donaría durante los próximos cuatro años un millón de dólares (mdd) a la organización American Civil Liberties Union (ACLU). Mientras #DeleteUber se viralizaba en Twitter y Facebook, la aplicación de Lyft se descargaba cientos de veces, y brevemente impulsó a la pequeña empresa hasta el top cinco de las aplicaciones más descargadas en la iOS App Store.
En un solo día, Uber estaba tratando de contratacar. Kalanick lanzó una nueva declaración con más detalles sobre cómo Uber ayudaría a los conductores y firmó una carta conjunta con los líderes tecnológicos de Nueva York en contra del decreto migratorio. Kalanick también publicó un enlace en Facebook de un artículo que defendía a Uber.
#DeleteUber ofrece algunas lecciones valiosas para Silicon Valley. En primer lugar y la más obvia: tener una relación positiva con los clientes puede evitar que te conviertas en el blanco de las protestas. Después de todo, el CEO de Tesla, Elon Musk, también integra el consejo de asesores de Trump, pero no se ha enfrentado a protestas por ello.
Pero la lección más importante es que las empresas de tecnología tendrán que elegir bandos. Por más preocupados que estén de la posibilidad de hacer enojar a la administración de Trump, otros actores representan un problema mucho más inmediato. Los empleados de las empresas de tecnología como Uber son más propensos a ser partidarios liberales y anti-Trump. Sus clientes también se ubican principalmente en ciudades que votaron en contra del presidente. Si Uber —o cualquier otra empresa— se percibe como colaborador (de Trump) en lugar de aliado en las crecientes protestas contra las políticas de Trump, pronto podrán verlo reflejado en sus balances.
La campaña #DeleteUber no puede afectar la trayectoria mundial de Uber de miles de millones de dólares. Pero podría tener un impacto significativo en algunas ciudades donde la campaña tuvo eco. Un conductor de Uber de San Francisco dijo que el martes observó una disminución en la demanda del servicio. “Ayer fue un día muy malo para mí.” El conductor también indicó que el lunes un número inusual de conductores de Uber estaban en el aeropuerto esperando pasajeros.
Fuente: Forbes