¿Prótesis impresas en 3D producidas a base de almidón de maíz? Puede sonar descabellada la idea, pero un estudiante colombiano lo ha hecho posible con su programa ‘En Marcha’.
Pero, ¿por qué el almidón de maíz? Juan Pablo Muñoz, estudiante de Diseño Industrial de la Universidad ICESI de Colombia, explica que el almidón de maíz y sus derivados es “el material más barato en que se puede imprimir estructuras sólidas”.
Según Muñoz, la idea de una prótesis en 3D surge precisamente de allí: el bajo costo de producción que se traduciría en un producto económico que puede ser accesible para pacientes de bajos recursos.
Juan Pablo nos cuenta que comenzó a darle forma a la idea luego de conocer de Robohand, una prótesis de mano fabricada también a base de almidón de maíz y que fue creada por Makerbot, la empresa madre de las impresoras 3D con las que Juan Pablo fabrica cada una de sus prótesis en su natal Cali, una ciudad al suroeste del país.
Sin embargo, su mayor inspiración es la capacidad de ayudar a víctimas de conflictos armados en Colombia –específicamente a víctimas de minas antipersonal–, que, según el Centro de Memoria Histórica de Colombia y el Programa Presidencial de Acción Integral contra Minas Antipersonal de la Vicepresidencia, sobrepasa las 10.000 personas. De la cifra, el 80% de las víctimas resultaron heridas.
“La prótesis, que aún se encuentra en prototipo, cuesta aproximadamente 120.000 pesos colombianos”, lo que equivale a 60 dólares. Según la investigación de mercado realizada por Muñoz, tan solo una prótesis de rodilla cuesta aproximadamente 5 millones de pesos colombianos, cerca de 2.120 dólares.
“Una prótesis completa es extremadamente costosa y en Colombia son muchas las personas que necesitan una, adaptada a sus medidas”, dice Muñoz.
Muñoz quiere que personas que no pueden caminar vuelvan a hacerlo y “se puedan desarrollar en los demás ámbitos de sus vidas”.
Cada prótesis es realizada a medida de la persona. Muñoz explica que a través de un software él va ingresando datos específicos con la medida de, por ejemplo, el ancho y alto del pie, y así genera una prótesis única.
Luego del diseño, toda la información es trasladada a una impresora 3D. En 12 horas es posible tener una prótesis de pie o una pierna, según el estudiante. Sin embargo, por las dimensiones de la impresora, la prótesis no se produce entera: la misma se imprime por partes y posteriormente es armada y se le entrega a la persona para que la pueda probar.
Quizás lo que hace especial este invento es el desarrollo de una rodilla. Muñoz explica que estudió el proceso de marcha de cada persona y a partir de eso creó una prótesis de rodilla con una biomecánica muy parecida a una rodilla humana.
Por lo pronto, las prótesis se encuentran en la fase de prototipo. Una vez que se logre finalizar los productos, patentar y conseguir un financiamiento o auspicio, Juan Pablo podría poner sus diseños al servicio de los más necesitados.
Fuente: CNN