Forma y Fondo CLXIII
El pasado 22 de abril fue día de celebraciones: se conmemoró el Viernes Santo fecha significativa para el cristianismo, fue día de descanso nacional por tradición y así como para llenar la agenda, el Día Internacional de la Madre Tierra.
Este último pasó casi desapercibido en lo local y en lo nacional, salvo por algunas notas en medios. Aunque la celebración inició en 1970 como reclamo de grupos universitarios, al paso del tiempo se convirtió en un movimiento internacional, educativo e informativo, que busca la preservación de la vida en el Planeta. Es una fiesta ajena a reivindicaciones políticas, nacionalistas, religiosas, ideológicas o raciales. El entusiasmo de muchos llegó al grado de proponer una bandera de la Tierra como símbolo mundial de identidad de todos aquellos que pugnan por la conciencia ambiental. Entre los muchos modelos propuestos, el más conocido es la fotografía de la NASA conocida como “La canica azul”
Los grupos ecologistas evalúan la situación en tiempo real: la contaminación de aire, agua y suelos, la destrucción de ecosistemas, la desaparición de cientos de especies de flora y fauna, y el agotamiento de los recursos naturales. La insustentabilidad en pleno. Es la reflexión sobre la importancia que tiene el agua para toda forma de vida, ya que tan solo el dos por ciento de la que existe en la superficie terrestre es potable.
En cifras, el Planeta mide 12,713 km.de Polo a Polo y 12,756 por el Ecuador. De ahí su forma semiesférica, ligeramente achatada en los Polos y ensanchada en el Ecuador. La superficie terrestre es de 510 millones de km. cuadrados aproximadamente. El volumen total de agua se calcula en 1,420 millones de km.3, incluidos ríos, lagos, hielos, océanos, atmósfera y subsuelo. Su volumen total es de 1,083mil 320 millones de km.3 El punto más alto es el Monte Everest con 8,848 metros snm. La mayor depresión es el Mar Muerto a 399 metros bajo el nivel del mar. Un giro completo alrededor del sol dura 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9 segundos. Su velocidad promedio en el universo es de 30 km por segundo. La habitan más de 6,500 millones de personas.
Aunque se insiste en proponer alternativas que permitan eliminar los efectos negativos de la actividad humana, como el reciclado de materiales, la preservación de los recursos naturales no renovables, la disminución en la generación de gases de efecto invernadero, la restricción en el uso de agroquímicos, y el impulso de fuentes de energía renovable, continúa la necedad del ser humano de ir contra natura.
Sin embargo, poco a poco ha crecido el interés y la convicción por reverenciar la vida y las fuentes de nuestra existencia, promoviendo acciones para recuperar la salud del Planeta tanto a nivel global como regional y local. La Tierra es el hogar de todos los seres vivos y ella misma está viva y es dadora de vida. Su consideración va más allá del mero punto de vista geológico. La especie humana es parte de un universo en evolución, de un gran sistema de vida interdependiente con una gran diversidad de formas de vida y culturas. Se calcula que este año participaron ochenta y cinco países con aproximadamente quinientos millones de personas. Parte de la humanidad ya reflexiona y se moviliza por un mundo mejor.
Quienes más han conservado el respeto y la identificación con la Madre Tierra, Coatlicue en la cosmogonía azteca, Kukulkán para los mayas, Pachamama en las tradiciones andinas, o la frigia Cibeles, Gaia en el panteón griego, Geb en Egipto y demás nombres sagrados con que se le reconoce en todas las culturas, son las minorías étnicas que en la búsqueda de fortalecer su identidad y recuperar sus tradiciones y raíces culturales y espirituales, buscan fomentar el respeto y el vínculo con la Tierra como casa común de todo ser vivo, reviviendo sus ancestrales usos y costumbres.
Igual promueven el conocimiento de la historia, la naturaleza y el medio ambiente, que fomentan la lectura, las expresiones artísticas, las actividades culturales, contribuyen al conocimiento y difusión del patrimonio histórico y cultural como parte del cimiento de la conciencia ecológica.
Cada ser humano puede formar hábitos básicos de conciencia ambiental con un comportamiento responsable. Evitar la generación de ruidos molestos, ahorrar agua, electricidad, disminuir la producción de basura. Informarse sobre los productos que se adquieren al ir de compras, buscando los que no dañan el ambiente. Leer las instrucciones de los materiales y equipos que se adquieren para la casa o el trabajo; algunos poseen mecanismos para ahorro de energía o combustible.
Reducir, reciclar y reutilizar lo que sea posible; los artículos con poco embalaje generan menos basura. Cuidar el mantenimiento de los vehículos automotores, por el ahorro que se obtiene y la contribución a disminuir la emisión de gases. Depositar la basura en los lugares destinados para ello, y en el caso de los vehículos, no arrojarla por la ventanilla, práctica bastante común y sin distinción de modelos.
Los animales salvajes no son buenas mascotas, son difíciles de domesticar, pueden ser peligrosos y mueren rápidamente. Estar enterado de las noticias ambientales locales. Afiliarse a una organización ambiental en la que se pueda participar junto con otros miembros de la familia.
La forma: si en nuestra casa generamos basura de manera incontrolada, producimos ruidos intensos, quemamos papeles, objetos y sustancias que contaminen nuestro espacio, agotamos agua y alimento y nos hacinamos, podemos decidir cambiar nuestro lugar de residencia.
El fondo: a escala global no podemos hacerlo. La diferencia la hace que es el único planeta que tenemos. Y no lo olvidemos: TODOS SOMOS NATURALEZA.
Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.
Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C.