Cuando en junio se supo que Francia estaba intentando aprobar una ley laboral que incluía una cláusula con el “derecho a desconectar”, todos nos descargamos la aplicación de DuoLingo y empezamos a planear nuestra emigración al país galo.
Ahora, un nuevo estudio ha examinado los efectos que tienen las horas ‘extra’ de email en nosotros y ha afirmado que estar activo y disponible para trabajar a todas horas daña nuestra salud mental, nos agota emocionalmente y nos dificulta el equilibrio entre el trabajo y la familia.
El estudio, dirigido por Liuba Belkin de la Universidad de Lehigh, William Becker de Virginia Tech y Samanta A. de la Universidad de Conroy de Colorado, ha recogido datos de 297 trabajadores adultos americanos. En un artículo titulado ‘Agotado pero incapaz de desconectar: El impacto del email en el equilibrio entre la familia y el trabajo’, los investigadores han señalado que la costumbre de responder emailsdespués del trabajo es un factor importante que contribuye al estrés laboral.
«El email es un impedimento para el proceso de descanso y recuperación. Su fácil accesibilidad contribuye a la sobrecarga de trabajo ya que permite a los empleados seguir conectados sin llegar a salir del todo de la zona de trabajo. Al mismo tiempo, inhibe la posibilidad de separarse psicológicamente de cuestiones relacionadas con el trabajo”, escriben los autores.
No se trata de cuánto tiempo pases leyendo emails después del trabajo, sino en cómo te organizas y normalizas ese estrés que te provoca el hecho de mirar el móvil cada cinco minutos, incluso los domingos por la noche, para ver si tu jefe te ha enviado algún mail.
«La satisfacción con el balance entre el trabajo y la familia es importante para la salud y el bien estar individual, así que la imposibilidad individual para encontrar ese balance, puede llevarnos a una depresión y problemas de ansiedad, disminuyendo nuestra productividad y nuestra satisfacción tanto con el trabajo como con la familia”, recalcan los autores.
Como solución los investigadores recomiendan, por ejemplo, establecer semanalmente días “sin email” o desactivar las notificaciones del correo electrónico por la noche.
También podríamos intentar cambiar nuestra actitud ante los mails del trabajo. Leah Chernifoff, directora editorial de Elle.com, escribió hace poco:
«Paso de dos a cuatro horas cada domingo intentando leerlos todos hasta llegar a cero, y nunca dejaré de tener la sensación de que no estoy haciendo lo suficiente. Pero voy a intentar portarme mejor conmigo misma. Sé que este fallo no es realmente un fallo, sino que es como funciona la industria en la que me muevo y la manera que tenemos de trabajar (con un bombardeo de información constante a la bandeja de entrada de mi correo electrónico). Nunca voy a tener la bandeja a cero, pero tampoco me voy a sentir mal por ello».
Fuente: Elle