No, no nos equivocamos. El término «basuraleza» sí existe. Su significado está claro y se refiere a las colillas, toallitas, envoltorios o escombros abandonados en la naturaleza afectando la fauna y la flora.
Se trata de un nuevo término para un reto enorme hablando ambientalmente. Se eligió que se llamara así porque si le hablamos a una persona sobre el término «littering», que en inglés significa tirar basura, quizá sea más complicado su entendimiento.
En cambio, si a la misma persona se le presenta el término Basuraleza, seguramente podrá relacionarlo con desperdicios, reciclaje o medio ambiente.
Basuraleza es un término acuñado por LIBERA, una iniciativa creada por SEO/Birdlife en alianza con Ecoembes, nacida para concienciar sobre la huella que dejan nuestras acciones en el entorno.
De acuerdo con Nieves Rey, Directora de Comunicación y Marketing de Ecoembes, basuraleza quiere acercarse a toda la ciudadanía.
Con Basuraleza queremos intentar llegar a toda la ciudadanía, que comprendan la gravedad de esta problemática que ya está presente en cualquier ecosistema del planeta
“El abandono de residuos en entornos naturales se ha convertido en una catástrofe ambiental de dimensiones abrumadoras que afecta, no solo a la flora y fauna, sino también al ser humano. Con basuraleza queremos intentar llegar a toda la ciudadanía, que comprendan la gravedad de esta problemática que ya está presente en cualquier ecosistema del planeta. Estamos todavía a tiempo, hay solución. Así, desde LIBERA hemos querido, a través de una palabra que no está en el diccionario, seguir trabajando a través de nuestros pilares, ya que la solución a este problema no solo es necesaria, sino también factible”.
Basuraleza es una amenaza para la flora y la fauna
La vida marina está en peligro por el problema de la basura en el pacífico. Se trata de un grave daño que los humanos hemos creado en nuestras playas, nuestros bosques o nuestros ríos.
De acuerdo con el diario La Vanguardia, tan solo en 1997 se contabilizaron 247 especies afectadas, en 2016 el dato se triplica, estimándose que un 17% de las especies afectadas actualmente por la basuraleza forman parte de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Entre ellas el oso polar y la tortuga boba, ambas catalogadas como en situación vulnerable. Las aves marinas, como la pardela cenicienta o la pardela balear, tampoco se escapan a la catástrofe ambiental que supone la naturaleza.
Un reciente estudio calcula que el 90% de las aves marinas han ingerido plástico y que, de seguir así, el número llegará al 99% en 2050.
De acuerdo con Federico García, responsable del área Social de SEO/BirdLife, la basuraleza está lejos de ser un problema meramente estético o secundario.
“Aunque queda mucho camino por recorrer en el ámbito científico, la evidencia es incontestable: estamos ante una catástrofe ambiental que requiere de acción de todas y todos”.
“Ese acto puede tener efectos directos, por ejemplo, en la degradación o destrucción de hábitat, e indirectos, ya que la presencia dispersa de basuraleza en casi cualquier ambiente puede convertirse en una fuente de contaminación difusa, a menudo invisible, pero de consecuencias impredecibles a gran escala”.
Gracias a la metodología científica impulsada por asociaciones como Paisaje Limpio, Vertidos Cero o Kai Marine Services, la iniciativa LIBERA está trabajando en el entorno terrestre, marino y fluvial.
¿Será posible que en un futuro cercano realmente se pueda erradicar el uso de plástico y sobre todo se podrá educar a la gente para que éste no lo tire en cualquier lugar?