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Un océano de plástico está acabando con la vida marina en el Pacífico

mar

La gran mancha de basura del Pacífico se ha convertido en materia de leyenda. Esta zona de residuos marinos, creada por las corrientes del Pacífico Norte, ha sido descrita como una isla flotante de basura del tamaño de Rusia.

Pero cuando la cineasta Jo Ruxton visitó el lugar, se topó con agua azul clara, y un problema muy profundo.

«Si vas de buceo, parece como si hubieras saltado de un avión», narra Ruxton. «Pero nuestras redes salían completamente atascadas de fragmentos de plástico».

Los fragmentos eran lo suficientemente pequeños como para mezclarse con el plancton, los diminutos organismos en la base de la cadena alimenticia que son el sustento de muchas especies de peces y ballenas.

Los investigadores han encontrado 750.000 fragmentos de microplástico por kilómetro cuadrado en la mancha de basura, y la vida marina está plagada de esos residuos microscópicos.

«Esto era mucho más pernicioso que una gran montaña de basura que pudiera ser eliminada físicamente. No puedes limpiar todos esos diminutos fragmentos», apunta Ruxton.

Marea creciente

Ruxton visitó el lugar mientras producía la película Un mar de plástico (A Plastic Ocean), en asociación con la ONG Plastic Oceans, que documenta el impacto de medio siglo de contaminación por plásticos.

Alrededor de 8 millones de toneladas de plástico entran al medio marino cada año, y la cifra va a aumentar. La Fundación Ellen Macarthur estima que en 2014 se produjeron 311 millones de toneladas de plástico, una cifra que se duplicará dentro de 20 años, y proyecta que en los océanos habrá más plástico que peces para el año 2050.

El plástico es un material muy duradero, con una longevidad potencial de siglos. No se biodegrada, sino que se fotodegrada con la luz solar, desintegrándose en trozos cada vez más pequeños, que atraen a las toxinas y metales pesados a medida que viajan sobre las mareas.

El plástico se acumula en las poderosas corrientes rotativas denominadas giros oceánicos o “gyres”, pero también se encuentra en el hielo ártico, arrastrada a islas remotas e infestando los destinos turísticos.

El equipo de Ruxton visitó docenas de locaciones sin escapar de la plaga del plástico. La encontraron en el lecho del mar Mediterráneo, en las costas de Bermuda y en la isla de Lord Howe en el mar de Tasmania, patrimonio mundial que se ha visto gravemente afectado.

«Siempre encontrábamos pichones muertos», dice Ruxton de la isla Howe. «Abrimos 10 y sus estómagos estaban tan lleno de plástico que estaban hinchados… Estas aves se estaban muriendo de hambre con sus estómagos totalmente llenos».

Pero el hallazgo más preocupante se dio en la isla Tuvalu en el Pacífico Sur.

Impacto en la salud

Tuvalu fue alguna vez un lugar de belleza prístina y virgen. Pero la isla carece de la infraestructura para deshacerse del plástico que importa, que se ha convertido en un serio peligro para la población local.

«La gente simplemente lo tira afuera», explica Ruxton. «Se estaban ahogando en él, y trataban de quemarlo. Había una constante nube de humo negro, y las personas siempre estaban expuestas a los gases que emiten los plásticos al quemarse, entre ellos dos muy temibles que se han vinculado al cáncer, dioxinas y furanos».

De un grupo de 30 isleños que aparecen en la película, cinco tenían cáncer y dos han muerto en los últimos 18 meses, dice Ruxton, quien está recaudando fondos para investigar el impacto en la salud de la quema de plástico.

El equipo también está estudiando los efectos de la ingestión de plástico marino a través de una asociación con especialistas en toxicología de la universidad londinense de Brunel.

Los estudios han mostrado que una cuarta parte de los pescados y mariscos que se venden en los mercados de California e Indonesia contienen plástico, y aunque esto todavía no se ha traducido en advertencias de salud pública, las pruebas han demostrado que la ingestión puede causar tumores en animales de laboratorio.

El oceanógrafo Charles J. Moore, quien descubrió la gran mancha de basura del Pacífico y estudia el impacto del plástico marino, siente que “falta aún un veredicto” sobre los efectos de la ingesta en la salud humana.

Sin embargo, piensa que nuestra exposición está aumentando rápidamente, en particular a través de la propagación de microplásticos.

«El plástico está en el aire que respiramos, se ha convertido en parte de la tierra y del reino animal», dice Moore. «Nos estamos convirtiendo en personas de plástico».

Evaluando el costo

Moore cree que no comprendemos cabalmente los daños causados por la contaminación por plástico, pues los giros oceánicos donde se acumula han sido ignorados.

«Los giros son el 40% de los océanos del mundo -un tercio del planeta-«, dice. «Sin embargo, estas áreas no son parte de ninguna zona económica exclusiva, no se utilizan para el transporte de mercancías, no se explotan para recursos marinos y su bienestar no le preocupa a nadie… Estoy convencido de que no hemos raspado la superficie del daño hecho».

Según su investigación, el volumen de plástico se ha triplicado en los “gyres” desde el cambio de siglo, y el plástico es consumido desmedidamente por los peces en la base de las cadenas alimenticias, suscitando una proliferación rápida y mortal.

«Es imposible cuantificar la muerte en los mares toda vez que las criaturas débiles y agonizantes se consumen muy rápidamente», apunta Moore. En su opinión, la estimación de la ONU de que el plástico mata cerca de un millón de criaturas marinas al año subestima enormemente el impacto.

El Grupo mixto de expertos sobre los aspectos científicos de la protección del medio marino de la ONU (conocido por el acrónimo Gesamp) ha realizado varios estudios recientes de la contaminación por plástico y descubrió efectos de largo alcance.

«Si no hacemos nada, algunas especies desaparecerán», advierte el presidente del Gesamp, Peter Kershaw, citando la cantidad de muertes de focas y ballenas en peligro de extinción por ingestión o enmallamiento con plásticos.

«En los grandes ecosistemas, sin duda tiene un impacto en los hábitats sensibles, incluidos los arrecifes de coral».

Kershaw también destaca el impacto económico. Según la ONU, el plástico provoca daños por 13,000 millones de dólares en el medio ambiente marino cada año, lo que afecta a las industrias pesqueras, de transporte y de turismo.

Controlar el problema

El problema de la contaminación plástica ha ganado atención en la última década, que ha visto un aumento en la investigación y la puesta en marcha de importantes iniciativas como la Alianza Mundial sobre la Basura Marina , que reúnen intereses políticos, conservacionistas y empresariales en la búsqueda de soluciones.

Kershaw cree que la clave es poner fin a la cultura del plástico desechable e implementar sistemas de ciclo cerrado para que el material sea reutilizado, lo que reduciría la demanda de nueva producción.

Alrededor del 80% de los residuos plásticos en los océanos se origina en tierra, y las tasas de reciclaje son bajísimas, en Estados Unidos sólo el 9% del plástico se recicla, según la agencia de protección ambiental de ese país.

El funcionario añade que los programas de incentivos han funcionado. Cobrar a los consumidores por las bolsas de plástico ha reducido su uso, y la introducción de depósitos reembolsables para las botellas de plástico ha creado un mercado de recolectores en Ecuador.

Kershaw también destaca el papel de los empresarios en el rediseño de productos populares, como una iniciativa en Filipinas para fabricar mosaicos de las redes de pesca desechadas.

Las nuevas tecnologías también contribuyen en la lucha. Moore emplea máquinas de separación para mejorar el reciclaje y ahorrarles a los recolectores un trabajo peligroso.

El empresario holandés Boyan Slat está probando un prototipo de su máquina Ocean Cleanup que él cree podría limpiar el 99% de la gran mancha de basura del Pacífico en un lapso de 30 años, aunque muchos conservacionistas son escépticos.

«Nosotros estamos más enfocados en impedir que la contaminación llegue a los océanos», dice Nancy Wallace, directora del programa de desechos marinos de la agencia estadounidense Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, responsable de dirigir campañas de limpieza de playas y de educación pública. «Limpiar el océano es como trapear el suelo con el grifo aún abierto».

La industria del plástico también juega un papel fundamental, y los líderes reconocen la necesidad de una reforma. «Nuestra primera prioridad es atajar la basura marina», expresa Karl H. Foerster, quien preside la asociación del gremio Plastics Europe. «Apoyamos plenamente el concepto de economía circular».

Foerster cita 260 iniciativas que el grupo ha emprendido, desde la eliminación de microplásticos hasta mejorar el tratamiento de aguas residuales en los países en desarrollo, así como la creación de plásticos biodegradables.

Punto de inflexión

Jo Ruxton quiere ver que los productores de plástico asuman más responsabilidades, como ocurre en Alemania, donde las estrictas cuotas de reciclaje obligaron a las empresas a usar menos plástico. Cuotas parecidas pronto serán introducidas en toda la Unión Europea.

Con todo, a Ruxton le alienta la mayor atención que ha recibido el problema en los últimos años, y está convencida de que una mayor conciencia pública puede tener un impacto significativo.

«Si la gente se da cuenta de lo fácil que es hacer cambios, y si entienden las consecuencias de no hacerlo, querrán cambiar», dice.

Pero enfatiza que queda poco tiempo. Si la cultura no cambia de forma inminente, más comunidades enfrentarán un terrible destino. «Estamos en un punto de inflexión. Veo a Tuvalu como una imagen del futuro que nos espera a todos si no controlamos esta adicción».

Fuente: CNN

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