La inequidad de género, la discriminación y la pobreza son solo algunos de los problemas globales que están azotando al mundo y a sus habitantes. Estos conflictos han llevado a los sectores más vulnerables a transformar las calles en su hogar y en su lugar de trabajo y los ha vuelto invisibles a los ojos de muchos líderes mundiales y de la sociedad en general.
Tan solo en México, más de 4 mil personas viven en situación de calle, y más de 2,5 millones de personas, sobretodo mujeres y niños, recurren a la prostitución para poder sobrevivir y llevar alimento a sus hogares.
Para hacer frente a todos estos tipos de problemas y reducir el porcentaje de personas vulnerables, muchas empresas han decidido crear políticas e integrar programas que ayuden a combatir problemas sociales y ambientales que están afectando el desarrollo y crecimiento mundial.
Algunas compañías han adaptado programas de voluntariado ya sea para invitar a sus colaboradores y familias a reforestar algún bosque, donar alimento o apoyar a grupos vulnerables.
Lamentablemente estos esfuerzos no son suficientes ya que estos problemas sociales, y la discriminación a nivel mundial, van más allá de una política o una iniciativa de responsabilidad social, y es que para crear un cambio realmente verdadero y tener un impacto positivo que se expanda en el planeta, se requiere de la ayuda no solo de los gobiernos y empresas sino de todas las personas, porque muchas veces el mejor apoyo viene de quien menos te lo esperas.
Un amor que no conoce barreras
GMB Akash, es un fotógrafo que bien podría denominarse como perteneciente al mundo de la responsabilidad social, pues lleva bastante tiempo dándole voz a un sinfín de comunidades vulnerables, despertando conciencias por medio de sus fotografías.
Su trabajo ha aparecido en Vogue, Time, National Geographic y otras prestigiosas publicaciones, y ha recibido múltiples reconocimientos como el «Young Reporters Award from the Scope Photo Festival» en París, o el séptimo «Vevey International Photography Grant de Suiza» en 2009.
De acuerdo con GMB este trabajo de retratar comunidades y grupos vulnerables no solo lo hace sentir bendecido, también le da un significado y propósito a su vida. En su más reciente trabajo, GMB nos comparte una fotografía que acompaña una historia que habla de amor pero sobre todo de aceptación…
Esta carta relata la vida de Rajiya Begum, una mujer que tuvo que recurrir a la prostitución para subsistir, y explica también como Abbas Miah, una persona con discapacidad, le dio un giro inesperado a su vida:
Es muy difícil enamorarse de nuevo. Especialmente para una prostituta. Desde que he comprendido la vida, cada pulgada de mi alma ha sufrido. No tengo idea de mi edad verdadera o de quienes eran mis padres. Me he pasado la vida en la calle y mi hija es la única razón de mi respiración. Nunca le dije cuál era mi profesión, ella era una niña hermosa a la que no le puedo mentir, sobre todo cuando ella me sonríe.
Cada vez que ella me pregunta: ¿por qué vas a trabajar por la noche, Amma? Casi no podía hablar con ella. Sin entender nada, ella siempre me abrazo antes de que yo saliera de casa.
Traté de escapar de este estilo de vida muchas veces y salvar mi vida, pero no conocía a nadie, nadie vino a ayudarme desde que nací en este mundo indiferente. Todos me usaron y jugaron con mi corazón más de una vez. Este mundo me dejó devastada y no tenía idea hacía donde ir…
Ese fue un día de lluvia, estaba lloviendo a cántaros; Yo estaba de pie debajo de un árbol, a la espera de la puesta de sol. Ni siquiera me di cuenta del señor que estaba sentado en la silla de ruedas del otro lado del árbol.
Estaba llorando tan fuerte y la lluvia estaba fluyendo hacia mí. No tenía idea de cuánto tiempo estuve gritando de rabia y de dolor. Quería volver a casa con mi hija, ya no quería ir a ninguna parte con algún extraño que solo abusaba de mi, ya estaba cansada de ser utilizada y de no tener otra forma para salir adelante. De repente oí el crujido de la silla de ruedas; tosió en voz alta para llamar mi atención, y le dije que no tenía dinero para darle, entonces me entregó un billete y dijo que era todo lo que tenía. Me advirtió acerca de la tormenta que venía y me pidió que regresara a casa.
Estaba entumecida, y a lo lejos lo vi empujando su silla de ruedas bajo la lluvia. Por primera vez en mi vida esa noche, alguien me dio algo sin abusar de mi. Ese día lloré profundamente mientras regresaba a casa. Ese día, por primera vez, me sentí querida.
Varios días más tarde volví a encontrarlo bajo el mismo árbol, llegué a saber que su esposa lo había abandonado debido a su discapacidad. Me acerqué y le dije que no era capaz de amar de nuevo pero que sí podía empujar su silla para toda la vida. En ese momento me sonrió y dijo: “No todo el mundo puede empujar una silla de ruedas sin amor”.
Llevamos casados más de cuatro años y durante nuestra boda me prometió que no me dejaría llorar de nuevo. Hay días que no tenemos ni para comer, incluso hoy solo tenemos un plato de comida y lo estamos compartiendo. Hemos pasado por muchos obstáculos pero desde que él llegó no he vuelto a llorar, Abbas Miah cumplió su palabra….
Esta historia de vida es un gran ejemplo para que todos comprendamos que la inclusión verdadera y la solución a muchos conflictos no dependerán siempre de un programa social o ambiental sino de la preocupación de todos por querer cambiar nuestro mundo e integrar a la sociedad a aquellos que hemos marginado, especialmente, a esas personas que tal vez lo único que quieren es un “Hola” cuando pasamos junto a ellas.