¿Una empresa que jamás ha recibido certificación, reconocimiento o distintivo alguno de responsabilidad social, es socialmente irresponsable?
La pregunta me surgió después de escuchar la frase de un ponente de Grupo Modelo quien decía que lo normal sería no hablar de responsabilidad social ¡Cuánta razón!
Hablamos de responsabilidad corporativa y alabamos a las empresas que ejecutan estas acciones porque desgraciadamente estamos acostumbrados a lo contrario. Es común, como sugiere el documental The Corporation, ver que las empresas sean depredadores naturales en su afán de utilidades. Lo raro entonces es que sean responsables y por ello las exaltamos… Cuando lo verdaderamente normal debiera ser que todas actuaran como verdaderos ciudadanos corporativos.
Recuerdo mis clases de ética cuando hablábamos de la diferencia entre moral, amoral e inmoral. Una persona moral era aquella que obraba de acuerdo al conjunto de creencias, normas y circunstancias aceptadas como buenas por su grupo social. Aquí no hay ningún punto de debate.
El problema surge con amoral e inmoral. El amoral no tiene un código moral para regir sus actos, es decir, desconoce el conjunto de creencias y normas antes citado. Por otra parte, el inmoral es aquel que conociéndolo, quiebra ese código.
En este contexto, es mucho peor una empresa que ha sido certificada o distinguida como socialmente responsable y obra mal, en comparación a una que jamás ha sido etiquetada así y simplemente rige sus operaciones dentro de un marco legal. A la primera puede llamársele irresponsable, no así a la segunda.
Todos conocemos casos de este tipo, con compañías denominadas responsables y que al día siguiente aparecen en escándalos a ocho columnas, y no quiero citar ejemplos simplemente para no meterme en líos, pero ejemplos me sobran. También conocemos casos como el de Starbucks, que sin ostentar honores tiene un obrar digno de ensalzarse, con programas como Shared Planet y su cadena de valor de comercio justo.
Pienso en la Biblia y en la parábola de los dos hijos a quien el padre les pide ir a trabajar la viña; el primero riñe a su progenitor y le asegura que no irá; el segundo le da cova y le promete ir. Irónicamente es el primero quien decide levantarse e ir a laborar, mientras que el segundo jamás asiste… Con este marco cierro mi breve reflexión con una frase también inspirada en el buen libro «La empresa que tenga oídos para oir que oiga.»
Luis MaRam
Licenciado por la Universidad La Salle. MBA por la UNAM y Diplomado en Responsabilidad Social Empresarial por el ITESM, Luis Maram ha brindado asesoría a marcas y empresas en temas de comunicación, mercadotecnia y RSE. Fue profesor del Centro Universitario de Comunicación y ha impartido conferencias y talleres a varias universidades y compañías. Actualmente es Director de Marketing en Expok, Innovación en Responsabilidad Social.
Su pasión por el multifacético fenómeno de la comunicación lo ha llevado a publicar en revistas y a ser autor de varias columnas, algunas sobre temas de RSE y otras sobre análisis mercadológico.
