En septiembre del 2000, en la Asamblea del Milenio, a la que asistieron 192 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente Vicente Fox, se aprobó la serie más ambiciosa de objetivos mundiales para hacer progresar a la humanidad en todos los frentes y en todas las latitudes, con el compromiso de obtener resultados en 2015.
El secretario general de la ONU acaba de presentar el Informe ODM 2011. La evidencia más importante es que gracias a esta agenda de bienestar se han salvado muchas vidas. Después de una década de trabajo a favor del desarrollo, podemos afirmar que ha sido, en general, y a pesar de la crisis, un periodo de progreso. La pobreza global ha disminuido: se espera que la meta de llegar a una tasa de población mundial bajo la línea de pobreza del 23% sea superada, y llegar al 15%. Este avance impresionante viene determinado por el empuje de China, que ha llevado a la región de Asia Oriental de un 60% a un 16% de pobres, avanzando al doble de la velocidad prevista en materia de erradicación del hambre. En América Latina hemos pasado del 11% al 7%, siendo la meta 5.5%.
En México, las tasas de pobreza también han mostrado una clara tendencia a la baja, gracias a una serie de políticas públicas enfocadas a las personas con más carencias. Por un lado, la incidencia de la pobreza extrema bajo la línea de 1.25 dólares diarios ha cedido significativamente y, de acuerdo con la última medición de 2008, está a sólo 0.2 puntos porcentuales de la meta comprometida para 2015. El precio de la crisis ha sido sin embargo alto: del 2006 al 2008, por primera vez en los últimos 10 años, el número de las personas en pobreza alimentaria creció y pasó de 13.8% a 18.2% de la población del país. Lo ganado entre el 2004 y el 2006, al inicio del sexenio del presidente Calderón, se vino abajo. Producto de la crisis mundial del 2009, en América Latina se volvieron pobres 8.3 millones de personas; de éstas, la mitad corresponde a México. Es justo decir que también corresponde a México la mitad del impacto de la crisis sobre la región. Y en todo caso, los efectos no fueron más duros porque en medio de la recesión, a diferencia de otros gobiernos, el de México mantuvo y aumentó el gasto social, acompañando la disminución del empleo con un incremento de la protección.
La escolarización en educación primaria ha aumentado en todo el mundo. México tiene ya una cobertura prácticamente total en la educación primaria y secundaria. La mortalidad infantil ha decrecido dramáticamente. La cifra de muertes de niños menores de cinco años bajó de 12.4 millones en 1990 a 8.1 millones en 2009, lo que significa que hemos conseguido evitar la muerte, cada día, de 12 mil niños y niñas. En México, en dos décadas, la mortalidad infantil pasó de 47.2 defunciones por cada mil nacimientos a 17.3, es decir, se redujo en más de tres veces. El acceso al agua potable se ha expandido de manera considerable. En el periodo 1990-2008, mil 100 millones de habitantes de zonas urbanas y 723 millones de habitantes de zonas rurales pudieron acceder a fuentes mejoradas de agua potable. América Latina pasó del 85% al 94% de ciudadanos con acceso al agua potable. Finalmente, entre las mejores noticias se encuentran las considerables inversiones para detener la malaria, el VIH-sida y la tuberculosis, que han salvado millones de vidas. Las muertes por paludismo se han reducido en un 20% en todo el mundo, y el número de personas que reciben la terapia antirretroviral contra el VIH o el sida se multiplicó por 13 entre 2004 y 2009.
A pesar de estos progresos, los retos para los próximos cuatro años se centran en ayudar a los más vulnerables. El avance en el cumplimiento de los ODM ha sido desigual. Hay diferencias notables de un país a otro, pero también en el interior de los países.
Hace cinco años, recomendamos a México hacer un especial esfuerzo en materia de lucha contra la pobreza, reforestación y deforestación evitada, reducción de la mortalidad materna y representación política de las mujeres. También marcábamos la nota negativa de una menor empleabilidad de mujeres en el mercado laboral. En este último tema, aunque las mujeres acceden actualmente en mayores proporciones a las fuentes de trabajo remunerado en el país, respecto de lo que se observaba en 1995, la proporción de mujeres que participan en el mercado laboral en México no sobrepasa un 40%, muy por debajo de otros países de la región. En cuanto a la proporción de escaños ocupados por mujeres en la Cámara de Diputados, se ha mantenido sin notables avances el porcentaje de representación femenina en torno al 28% en la Cámara de Diputados y al 20% en el Senado, ambos muy lejanos a la meta de paridad.
México tiene uno de sus principales retos en materia de mortalidad materna. Desde 1990, la razón de mortalidad materna se ha reducido en México en 26.2 puntos porcentuales, ya que pasó de 89 muertes por cada 100 mil nacidos vivos, a 62.8 defunciones en 2009. Según cifras del Observatorio de Mortalidad Materna, este indicador podría caer hasta 48.5 en 2011. Sin embargo, el objetivo sigue estando muy alejado, ya que la meta para 2015 es llegar a una razón de mortalidad materna de 22.5, y en 2011 situarse bien por debajo de los mil fallecimientos. En cuanto a la preservación de la cubierta forestal, según datos de la FAO, México ha conseguido un éxito notable, ya que en 2010, por primera vez consiguió recuperar y preservar más hectáreas de bosque de las que pierde por talas ilegales, infraestructuras, cambio de uso del suelo e incendios. Es este sin duda un éxito mayor en la política medioambiental de México, que contrasta con la pérdida de junglas y bosques en el Sur del continente americano.
Como dice el secretario general, “los ODM han representando una diferencia tremenda”. Pero también es cierto que “los más pobres se están quedando atrás y hay que darles una mano para izarlos a bordo de nuestro bote salvavidas”.
*Coordinador residente de Naciones Unidas en México
Fuente: El Universal.com.mx
Por: Magdy Martínez-Solimán.
Publicada: 9 de julio de 2011.