Bien dicen que la generación Millennial viene con toda la tecnología para aprovechar lo que hay en nuestro alrededor, es por eso que el estudiante de Ingeniería Industrial, Daniel Alfaro ha desarrollado un proyecto, el cual beneficia el desarrollo sostenible en África.
El proyecto tiene como fin localizar las necesidades de la población, donde se proponen un Trabajo de Fin de Grado (TFG) para solventarlo y después lo asignan a los alumnos que se lo solicitan para finalmente, en verano, llevar a los creadores de estos proyectos a Benín para que los ejecuten sobre el terreno.
Este curioso plan es para que los estudiantes realmente puedan ejecutar sus trabajos de fin de grado de la universidad.
Estos jóvenes han desarrollado varias investigaciones donde se dieron a conocer las principales necesidades de Benín, África. Según datos de elmundo. es, la realidad para los africanos complicada ya que muchos de los africanos viven en pobreza con falta de comida y tienen escasez de medicamentos.
Es por eso que Daniel tiene el plan para que las comunidades se desarrollen un conocimiento que en España, estaba siendo, desaprovechado: los TFG.
Este proyecto es uno de los mayores retos para un estudiante universitario, «ya que en él debe condensar cuatro años de aprendizaje en una cuestión concreta, pero también pueden ser objeto de una gran frustración».
Alfaro junto lo está haciendo junto con otros siete compañeros, y con el apoyo de OAN International (Objetivo Analizar Nikki) , una ONG que radica su actividad en la región beninesa de Nikki, al norte del país.
La propuesta
Ellos localizan las necesidades de la población local, proponen un TFG para solventarlas, lo asignan a los alumnos que se lo solicitan y finalmente, lse llevan a cabo.
Cabe mencionar que la realización de los proyectos es el último paso de un largo camino. No ha sido fácil. Para lograrlo, los dos primeros veranos en los que trabajaron en la ciudad beninesa, en 2014 y 2015, realizaron entrevistas a amplias capas de la población y analizaron el estado de muchos aspectos de su vida cotidiana.
«Hablamos con las autoridades y entrevistamos a diferentes estratos de la población, analizamos el estado del acceso a la electricidad, al agua… En definitiva, se trataba de ver el estado general de todo lo que había», explica Alberto Gimeno, que combina sus estudios de Ingeniería con la vicepresidencia de Investigación y Proyectos de OAN y fue uno de los encargados de investigar los poblados de la provincia de Nikki durante 2015.
«Lo que más me llamó la atención es que ya había actuaciones en otras ONG, pero la mayoría eran proyectos que ya habían dejado de funcionar. Para mí, ésa era la necesidad más importante, enseñar a la población local a mantener y reparar lo que ya tenían», continúa Gimeno.
A estas indagaciones, centradas en infraestructuras y políticas sociales, se unen las del comité biosanitario, encargado de arrojar luz sobre el estado del sistema sanitario de la región.
«Por la mañana íbamos al hospital para ver cómo funcionaban y hacíamos entrevistas a los médicos para saber qué se necesitaba. Por la tarde, íbamos a ver los centros de salud y el esquema era igual, chequear qué había en cada dispensario, hablar con los curanderos, ver qué hacían, etc», explica Javier de Arístegui, estudiante de Medicina y miembro del comité biosanitario.
Tras una convulsa década de los 60, en la que se sucedieron la independencia y numerosos golpes militares, el joven Estado alcanzó una notable estabilidad política de la mano, primero, de una dictadura comunista y, más tarde, a partir de 1991, de una constitución democrática aún vigente.
Por estos motivos, los jóvenes estudiantes que crearon y dirigen OAN International decidieron que era el lugar idóneo para un proyecto aún verde pero que busca hundir sus raíces en las desoladas praderas beninesas para hacer florecer una nueva esperanza en África.
La elección de Benín para realizar un proyecto no fue tomada a la ligera. Este país es uno de los más pobrs del mundo, pero también uno de los más estables de África.