Soy reacia a admitirlo, pero he pasado por periodos en los que me sorprendí a mí misma cabeceando en mi escritorio. Peor aún, una vez incluso comencé a desvanecerme a la mitad de una entrevista telefónica. Estoy francamente avergonzada de esto.
Sin embargo, siempre he sido mala durmiendo por la noche. Simplemente no puedo permanecer dormida durante más de cinco o seis horas a la vez y mientras estoy en cama he probado todo tipo de ejercicios para conciliar el sueño (contando hacia atrás desde 500, concentrándome en la respiración, relajando los músculos en mi cuerpo de manera consciente desde el dedo gordo del pie hasta la cabeza), pero aun así no lo consigo. Eso significa irremediablemente que casi siempre trabajo con un déficit de sueño. El café ayuda, pero es sólo una solución temporal.
Yo estoy lejos de ser la única, de acuerdo con un nuevo estudio realizado por Ceridian, una firma de 22 años de edad de recursos humanos y software con sede en Minneapolis que encuestó a 750 encargados del departamento de recursos humanos en toda América del Norte. Ceridian, obviamente, quiere que los empleadores que leen la encuesta paguen por su “programa LifeWorks de asistencia y bienestar para sus empleados”, pero los resultados del estudio, realizado junto con la doctora Laura Barger, profesora en la Escuela de Medicina de Harvard y médico asociado de la división de sueño y trastornos circadianos en los hospitales Brigham y de la Mujer, parecen ser graves.
Está lleno de consejos que la mayoría de nosotros ya sabemos: Cuando dormimos poco estamos de mal humor, tendemos a discutir con los colegas, tenemos un juicio pobre, nuestras reacciones son más lentas y si operamos equipo somos más propensos a accidentes. También nos sometemos a una mayor probabilidad de problemas de salud como diabetes, obesidad y complicaciones cardiovasculares. Sólo 14% de los directivos de recursos humanos encuestados dijo que pensaba que la deficiencia de sueño no es un problema.
Por supuesto, los trabajadores que rolan turnos se llevan la peor parte, sobre todo los que trabajan por las noches o que tienen horarios imprevisibles que les impiden tener tiempo para la relajación y el sueño. Los accidentes de tráfico son otra de las consecuencias de los trabajadores que duermen poco.
Los empleadores pueden hacer mucho, sin mucho esfuerzo, para remediar el problema. Sólo 9% de ellos tienen salas de siesta (Google es el empleador más conocido que ofrece este servicio), y sólo 5% tiene políticas para ayudar a los viajeros internacionales a lidiar con el jet lag.
Hay dos políticas más que me parecen más difíciles de poner en práctica: para el manejo de cargas de trabajo después de la hora de salida y la prohibición de consultar los dispositivos electrónicos (con temas relacionados al trabajo) después de la oficina.
Pero la estadística clave dice que un tercio de nosotros se está quedando dormido en la oficina, lo que debería servir como una llamada de atención a los empleadores, que tienen que hacer frente al problema.
Por Susan Adams
Fuente: Forbes