Con el desafío de paradigmas de inclusión laboral, algunas empresas regiomontanas encuentran ventajas competitivas y administrativas al emplear en sus líneas de operación a personas con necesidades especiales.
Desde hace algunos años, Uno a Uno Taller Protegido y Seguetas Lenmex dan empleo a jóvenes de condición intelectual vulnerable, distinguiendo y aprovechando sus virtudes de concentración, disciplina, curiosidad, buena disposición y energía.
Sin contar los seis puestos de dirección y administrativos, la actual producción de 150 mil botellas de agua purificada de Uno a Uno es ofrecida por 23 personas que padecen de alguna discapacidad intelectual, explicó Mauricio Canseco, socio fundador de la empresa.
Y prevé triplicar su producción en las próximas semanas, luego de concretar un contrato con una cadena nacional de tiendas.
El primer mes de operaciones sólo colocaron 30 mil unidades, pero ahora tienen entre sus clientes a los restaurantes Applebee’s y Hawaii Cinco Cero, a los hospitales Christus Muguerza y a Value Grupo Financiero, entre otros, quienes compran su agua por el componente social de la producción.
«El agua es agua, todos la hacen igual y el procedimiento es muy simple», dice Canseco, «entonces, ¿qué podemos innovar para ganarle al mercado? Pues el cómo la hacemos, y nosotros le agregamos este valor social.
«No me arrepiento, de veras que como recurso humano, como equipo, son extraordinarios y te dan lecciones de vida todos los días».
Canseco menciona que la remuneración de sus empleados es la estándar de la industria maquiladora y, sin necesidad de consideraciones especiales por su condición, reciben todas las prestaciones de ley.
«Ellos están dados de alta en el Seguro Social como cualquiera de nosotros, ellos tienen su Infonavit», afirma.
Algunos jóvenes empleados de estas empresas han conseguido, gracias a la oportunidad de percibir un sueldo por su trabajo, apoyar al sustento económico de sus hogares y comenzar nuevos planes de vida, además de dar tranquilidad a sus familias sobre su futuro.
En Seguetas Lenmex las ventajas de emplear a personas con necesidades especiales son menores, pues sólo 3 de los 196 trabajadores caen en esa categoría.
«Pero tienen otras ventajas en áreas como rotación y ausentismo; no hemos capacitado a almacenistas en los tres años tienen aquí», señaló Edwin Madariaga, director general de la firma.
«Estos chavos no fallan, no llegan tarde; una persona con discapacidad no suelta su trabajo».
Conforme a datos de la compañía, la rotación en el puesto que tienen los jóvenes antes era del 10 por ciento anual, lo que consideran no era problemático, pero tienen casi tres años en que es 0.
Además, bajo métricas del programa interno de calidad y eficiencia no hay diferencia entre el almacén y los demás departamentos de la empresa donde laboran personas sin discapacidad.
Madariaga añadió que Diego y sus compañeros almacenistas, Luis e Israel, quienes presentan síndrome de Down, se han beneficiado con la rutina de sus responsabilidades laborales.
«La mamá de Diego nos habló: ‘¿Qué le hicieron a Diego? Antes no saludaba y ahora sí'», cuenta, «la mamá de Israel dice ‘oye, habla más Israel, es más maduro, ha mejorado su lenguaje'».
Cuando menos uno de los empleados especiales de la empresa tiene nuevas responsabilidades, gracias a su desempeño.
«Llego a las 7:50 o a las 8:00, dejo las cosas, ya como a las 8:20 bajo porque soy el que se encarga de abrir el almacén», platicó Diego, quien tiene autismo.
No solo abre el almacén puntualmente todos los días, también pesa y etiqueta las cajas que se envían por paquetería y separa y entrega mercancía a los choferes que vienen por la carga, tareas que no tenía cuando llegó a la empresa hace dos años.
En Monterrey hay fundaciones, como Unidos y Andares, que facilitan la integración social de personas discapacitadas.
También existen programas, como el Programa de Integración Social y educativa de la UdeM (Pisye), y asociaciones, como Movimiento Congruencia y Puertas Abiertas, que promueven su inclusión en las empresas.
«Egresan del programa con un mayor conocimiento de sí mismos, con mayor autoestima, con una cultura (de) que ellos también pueden trabajar, de no fijarse en lo que no pueden hacer y mejor fijarse en lo que sí pueden hacer y de que todos brillan en algo pero nadie brilla en todo», afirma Bárbara María Mancillas Bacco, directora del Pisye.
Fuente: Reforma