Por: Josep M. Lozano
¿Será posible convivir en una sociedad en crisis? ¿Y a partir de qué valores lo podremos hacer? Éstas fueron dos de las preguntas planteadas recientemente en un coloquio organizado por CaixaFòrum con la presencia de destacadas voces de la sociedad civil catalana.
El debate, rico y diverso, sirvió para evidenciar que el tema de los valores no es tan sólo una «ocupación» de especialistas, sino una real preocupación de los ciudadanos a la hora de afrontar el apasionante reto de vivir en común. También contribuyó a presentar una visión matizada de la lectura a menudo apocalíptica que se hace. Vale la pena subrayar que en un contexto general saturado de ruido y furia, escuchar a gente cargada de sentido común tiene un importante efecto terapéutico. Quisiéramos comentar de manera muy resumida algunas de las contribuciones que se hicieron.
Empezamos por algunas consideraciones iniciales. Los valores convivenciales los necesitamos siempre, con crisis y sin crisis, aunque seguramente la crisis nos hace caer más en la cuenta de su importancia. La supuesta crisis de valores no viene de ahora, sino que es previa a la crisis financiera, la envuelve y la alimenta. La crisis -como diremos en un próximo libro- puede servir de contraste para darnos cuenta que nos toca vivir «tiempos duros», pero que seguimos con la inercia de actuar con «valores blandos» (como por ejemplo el valor de la inmediatez, la incapacidad de renunciar a nada o de diferir las recompensas, la aspiración al riesgo cero, la proyección de responsabilidades en los demás…). Y a pesar de todo, el pasado no es mejor que el presente. Tenemos problemas de valores, cierto, pero los tenemos en el marco de un cierto progreso, con esferas o dimensiones convivenciales y sociales en las que podemos constatar claras situaciones de mejora. Dentro de la lista de retos actuales podríamos destacar tres. 1) El problema hoy no está en la identificación o aceptación de los valores sino en su interpretación, en su aplicación y en su priorización y sistematización. Podemos compartir valores universales pero cada comunidad los ordena y fija de manera distinta. Nuestras fronteras son las normas compartidas. Los conflictos, en una sociedad pluralista, vienen cuando tenemos entre nosotros sistemas normativos muy alejados. 2) A pesar del progreso en los valores, las luces de la ilustración también incluyen el mal. La tecnociencia sufre importantes dificultades de adaptación humanística. Tenemos mucha información, algunos conocimientos y poca sabiduría. Corremos el riesgo, también como ilustrados, de un cierto subdesarrollo humanístico. 3) Apelar a los valores no quiere decir necesariamente conservarlos o estabilizar a la sociedad, sino también criticarla y transformarla. La controversia (también en valores) nos es necesaria, sobre todo en sociedades tan dinámicas como las nuestras.
Y apuntamos, de manera igualmente telegráfica, algunas de las propuestas sugeridas, especialmente válidas, en nuestro parecer, para la actual coyuntura catalana. Tenemos que vincular los valores al sentimiento de pertenencia. Uno es responsable, libre y solidario cuando se sabe formando parte de una comunidad y de un proyecto. Tenemos que saber combinar alas (mundo global) y raíces (comunidad). Podremos avanzar como nación cuando creemos, compartimos y practicamos juntos determinados valores (como la responsabilidad, la solidaridad y la búsqueda de la competencia). Sin un sistema de valores compartido no seremos un colectivo capaz de avanzar hacia un proyecto ni de no poder aportar nada al mundo. Sólo a partir de aquí nos podremos abrir a los otros e integrar nuevos valores. Tenemos que hacer compatible compartir un sistema de valores con el respeto a las libertades y la innovación. Aquí la tolerancia y el diálogo son fundamentales. Tenemos que aceptar el riesgo de dialogar con aquéllos que defienden valores diferentes, sabiendo que el respeto y la tolerancia son también parte de un sistema de valores y nos gustaría que lo fueran para el resto de sistemas. Pero sólo podremos identificar y valorar estos valores diferentes si primero sabemos cuáles son nuestros valores y por qué los defendemos. Porque no se puede dialogar sobre este tema, ni desde los valores líquidos ni desde los valores rígidos. Sólo lo podemos hacer desde la defensa de valores sólidos. Hay que hacer progresos en la mejora de la conducta del hombre (su ethos) y su autoconocimiento. Seguramente hemos descuidado el fortalecimiento de la calidad humana desde la mayoría de instancias socialitzadores. También necesitamos nuevas referencias ideológicas (y axiológicas) para evitar las actitudes acomodaticias. La pluralidad de valores es positiva, a menudo es el escenario para la innovación en valores. Hoy nos hacen falta visiones esperanzadoras de futuro. Y esta función la hacen siempre los valores, interpretados, interiorizados y contextualizados.
PS: con relación al comentario que hice a propósito de la reciente guía publicada por Fenin, Anna Bolaños ha tenido la amabilidad de hacerme llegar la guía sectorial de RSE que AEAS publicó en 2008. Desconocía su existencia y lo lamento, porque está muy bien elaborada y es muy interesante… y confirma que la tendencia que yo subrayaba en mi comentario está más extendida de lo que yo mismo daba a entender]
Visite la fuente en el blog de Josep M. Lozano
Josep M. Lozano
Profesor del Departamento de Ciencias Sociales e investigador senior en RSE en el Instituto de Innovación Social de ESADE (URL). Sus áreas de interés son: la RSE y la ética empresarial; valores y liderazgos en las organizaciones; y espiritualidad, calidad humana y gestión. Ha publicado sus investigaciones académicas en diversos journals. Su último libro es La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible (Trotta) Otros de sus libros son: Ética y empresa (Trotta); Los gobiernos y la responsabilidad social de la empresa (Granica); Tras la RSE. La responsabilidad social de la empresa en España vista por sus actores (Granica) y Persona, empresa y sociedad (Infonomía).
Ha ganado diversos premios por sus publicaciones. Fue reconocido como Highly commended runner-up en el Faculty Pionner Award concedido por la European Academy of Business in Society i el Aspen Institute. Ha sido miembro de la Comissió per al debat sobre els valors de la Generalitat; del Foro de Expertos en RSE del MTAS; del Consejo Asesor de la Conferencia Interamericana sobre RSE del BID; y de la Taskforce for the Principles for Responsible Business Education del UN Global Compact. En su página web mantiene activo un blog que lleva por título Persona, Empresa y Sociedad