El Vaticano ha publicado un boletín donde la Santa Sede vierte sus consideraciones sobre la dignidad humana y las violaciones a esta. Según el comunicado, el Vaticano condena la transexualidad, los vientres de alquiler, la eutanasia y el suicidio asistido, entre otras prácticas, por considerarlas un atentado contra la dignidad humana.
El documento, publicado vía su Síntesis del Boletín, perteneciente a la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la actualización de su Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana, que según expresa el mismo documento, solicitó el pontífice de Roma, bajo específica solicitud de que se prestara mayor atención a las violaciones de la dignidad humana que se producen en la actualidad. La edición del documento se aprobó el pasado 25 de marzo de 2024, con el visto bueno del papa Francisco.
Este documento, aprobado por el sumo pontífice, pone en tela de juicio muchos de los dichos del papa, quien ha realizado declaraciones por las que los más conservadores lo han creído de “progresista”, como bendecir a parejas gays o apoyar causas feministas. Entérate de qué trata este documento.
Boletín: El Vaticano condena la transexualidad
En el Boletín publicado este lunes se desarrolla todo un apartado relativo a las “Prácticas que se consideran violaciones graves a la dignidad humana”, en el cual se condenan temas como la pobreza, la guerra, la violencia contra las mujeres, el aborto, el cambio de sexo, los vientres de alquiler, el suicidio asistido y la eutanasia. No obstante, algunos temas causan mayor escándalo debido a las potentes declaraciones en contra de la forma y decisión de vida de algunos grupos minoritarios.
Por ejemplo, la Declaración aprovecha para reforzar que “toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto” y reprueba los lugares del orbe en que se encarcela y priva de la vida a personas sólo por su orientación sexual.
No obstante, señala que la ideología de género es un intento de colonización ideológica “extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos” y “pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual”, de cuya unión resulta el milagro de la llegada de más seres humanos. Además, el documento acusa a esta ideología de vaciar el “argumento antropológico de la familia”.
También, el vaticano condena la transexualidad en este boletín, bajo el entendido de que una operación de cambio de sexo corre el riesgo de atentar contra la “dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción” y recuerda que hemos sido llamados a cuidar nuestra humanidad y ello implica “aceptarla y respetarla como ha sido creada”. ¿Acaso el papa Francisco habrá pensado en los impactos sociales de las aseveraciones de este documento?
A pesar de estas afirmaciones, el Vaticano concluye que no se considera cambio de sexo cuando una persona ha nacido con anomalías o las desarrola, y para tratarlas recurre a un procedimiento médico.
El aborto y la maternidad subrogada
Aunque en diferentes ocasiones el papa ha declarado que el aborto es un homicidio, el documento no pierde la oportunidad de reiterar las consideraciones de la Iglesia Católica al respecto y denunciar la crisis del sentido moral al normalizar esta práctica e invita a dejar de utilizar una terminología ambigua como “interrupción del embarazo” y adquirir el valor de “llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño”.
Asimismo, el documento rechaza el alquiler de vientres, ya que con esta práctica injuriosa el “niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto”, por lo que esta práctica resulta reprobable, pues atenta contra la dignidad de la madre y del niño, que siempre es “un don y no un objeto de contrato”, y enfatiza que este procedimiento se basa en “la explotación de la situación de necesidad material de la madre”, razones por las cuales insta a la comunidad internacional a erradicar este tipo de procedimientos.
La eutanasia y el suicidio asistido
En este boletín, además de que el vaticano condena la transexualidad, hace mención sobre dos prácticas que avanzan en silencio utilizando el argumento de la dignidad humana contra la misma vida, a saber, la eutanasia y el suicidio asistido a las que, con frecuencia, se les llama “leyes de muerte digna”.Al respecto , el documento señala que la dignidad del enfermo demanda esfuerzos necesarios para aliviar el dolor, asi como cuidados paliativos. Este esfuerzo, afirma el boletín, es totalmente contrario a la decisión de eliminar la vida por causa del sufrimiento, por lo que “no hay condiciones en ausencia de las cuales la vida humana deje de ser digna y pueda, por tanto, suprimirse”.
Por su parte, el documento declara que ayudar a alguien al quitarse la vida es “una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo” y recuerda que debemos acompañar en la muerte, no provocarla o suministrarla, puesto que se debe asegurar el derecho al cuidado para todos, así como el derecho a la vida y no a la muerte.
¿Vaticano condena la transexualidad o la dignidad humana?
Aunque podría pensarse que la Declaración es un documento que presenta inconsistencias con las ideas que el papa ha expresado en ocasiones anteriores, el hecho es que el mismo boletín indica que la redacción de la versión que se publica llevó cinco años y recibió la aprobación del papa Francisco,por lo que el pontífice mismo estuvo de acuerdo con lo allí escrito.
En otras ocasiones el papa ha dado señales de una ideología más “progresista”, lo mismo que de opiniones más “conservadoras”. De ambas, luego, ha salido a retractarse o a emitir comentarios que las contradicen. Aparentemente, el sumo pontífice sólo busca maneras de complacer a sus seguidores de los dos polos del espectro, mera retórica para ganar popularidad.
No obstante, como representante de una organización religiosa con millones de adeptos y, además, como jefe de estado, incurre en una severa falta de liderazgo ético y responsabilidad con sus cambiantes declaraciones, las cuales sublevan diferencias y, en ocasiones, alientan a una y otra parte del extremo ideológico a creer que tienen razones dichas por un líder religioso para decir o fomentar prácticas discriminatorias, desde la discriminación por creencias religiosas, hasta la discriminación por género, orientación sexual o por decidir sobre su cuerpo.