FORMA Y FONDO CCXXXV
En las ciudades donde se sobreponen capas de concreto y otros materiales, el suelo está erosionado y un jardín resulta caro al traer agua, tierra y plantas de otro lugar. Es común plantar árboles o convertir en jardines lugares inapropiados porque se ven bonitos, por ignorancia o por capricho.
Así hay cipreses en lugares calurosos y palmeras en zonas altas; especies exóticas tropicales en lugares fríos o viceversa; lo grave es que las mismas autoridades por parecer originales han contribuido a ello, sin optar por árboles que aunque luzcan menos son apropiados para la región. No toda la vegetación ayuda. Algunas áreas verdes pueden dañar el ambiente. Hay áreas verdes positivas porque tienen árboles y plantas que absorben el bióxido de carbono, pero hay jardines que se convierten en costo para el ambiente y en carga para el presupuesto.
Los errores comunes al transformar un espacio en jardín empiezan con el traslado de costales de tierra que generalmente proviene de los bosques, el desperdicio de agua al inundar el nuevo espacio y las plantas elegidas sin saber su compatibilidad con el entorno.
La tierra que contiene hoja de encino o pino proviene del saqueo de algún bosque y el daño de un ecosistema, para iniciar una nueva área verde. Por ello, la alternativa es es adquirir, en lugares establecidos, la tierra de cultivo o lombricomposta, excelente fertilizante natural al que se puede añadir hojarasca. La composta doméstica preparada con sobrantes de frutas y verduras del consumo de la casa contiene nutrientes que enriquecen la tierra. El uso de fertilizantes debe controlarse porque contaminan suelo y agua además de desaparecer muchos microorganismos del lugar y ser un peligro potencial para mascotas y niños.
Las especies, incluidas las exóticas, que llegan a ecosistemas nuevos, empiezan a competir con las locales y si no hay un organismo o predador que las regule se convierten en plaga creando cierto desequilibrio en el lugar. Especial cuidado requiere el agua generalmente desperdiciada; regar a media mañana consume el doble de agua porque la mitad se evapora con el sol. Un metro cuadrado necesita entre dos y medio a tres litros de agua y con clima fresco se puede bajar a un litro. Ayuda regar plantas y jardines muy temprano o al atardecer cuando el sol no cae a plomo y permite que el agua se evapore lentamente, así como pisos que permiten su absorción o una cisterna en la que se almacene.
El gasto se compensará con el ahorro al pagarla, además de aumentar la capacidad de almacenaje, previendo situaciones de escasez. La ancestral cultura del agua característica de nuestra tierra se perdió. Ahora es común escuchar que no importa el agua que se desperdicie porque se paga su consumo.
Los jardines artificiales, de moda en las grandes construcciones tienen su lado positivo al crear un espacio agradable a la vista, y un sitio de relajamiento. El lado negativo es que generalmente el agua que se emplea no contribuye a la recarga de acuíferos: se va al concreto y de ahí a los drenajes.
Más allá de la vista arquitectónica paisajista, el área verde artificial deja su huella ambiental porque degrada más los suelos. La solución inteligente debe contemplar que el agua utilizada en los jardines artificiales superiores sea captada por los jardines naturales inferiores y de ahí recargue mantos acuíferos.
La mayor preocupación para autoridades y constructores sigue siendo el área de estacionamiento. Cumpliendo con cierto número de cajones se cubrió el requisito y las áreas verdes naturales quedaron olvidadas.
La forma: innovaciones inteligentes que contribuyan al bienestar de una sociedad estresada.
El fondo: retomar acciones sencillas para fortalecer nuestro mundo porque con él: TODOS SOMOS NATURALEZA.
ACACIA FUNDACIÓN AMBIENTAL A. C. [email protected]