En la Ciudad de México, sus habitantes “están altamente expuestos a partículas tóxicas ultrafinas (hollín/carbono negro) al utilizar autobuses, caminar o manejar. Esta exposición incrementa significativamente la mortalidad y morbilidad de la población“, detalla el estudio titulado “Medición de la calidad del aire, a través de las partículas tóxicas de escape (hollín) en la Ciudad de México”, publicado en 2015 por el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, The Danish Ecological Council y Soor free for the climate.
“Además, la contaminación dentro de los autobuses y automóviles representa un serio problema de salud para los conductores, los cuales pasan muchas horas en el tráfico. La principal razón de los altos niveles de contaminación es la circulación de vehículos de diésel (camiones, autobuses y camionetas) sin filtros de partículas”, indica.
Y revela que “la contaminación del entorno natural en México (medido en Quintana Roo y Yucatán) es la misma que la del entorno natural en Europa, e incluso más baja”.
“La contaminación en la Ciudad de México, por tanto, puede ser reducida a los mismos niveles que las ciudades de Europa, a través de la introducción de diésel de ultra bajo azufre y zonas de bajas emisiones, por medio del uso de vehículos de diésel con filtros de partículas, como se hace en algunas ciudades de Europa”, propone el estudio.
Fuente: Aristegui
