«Vendo basura. Peino y rastreo las calles de Nueva York recogiendo basura. Lleno mis bolsas con billetes de metro, entradas de Broadway y otras mierdas y luego las meto cuidadosamente dentro de unos cubitos transparentes. Cada caja contiene material único, no gotea ni huele. Los cubos están firmados, numerados y tienen la fecha de recogida. Son perfectos para cualquiera que se quiera llevar a casa un pedacito de N.Y. Hazte con uno antes de que limpien esta ciudad.»
Esta es la presentación de Justin Gignac, un joven que se mudó de Connecticut a NY a estudiar artes visuales; hoy, en un alarde creativo, recoge basura de la urbe de hierro, la guarda en cajas de PVC transparente y las vende por 50 USD. Cada pieza se convierte en una obra de arte al ser única.
Los artistas que reciclan basura normalmente la convierten en otra cosa, sin embargo, este joven vende la basura tal y como la encuentra… un trabajo mucho más simple, que encuentra mercado en una ciudad donde la vanguardia es regla y donde los turistas están ávidos de comprar casi cualquier cosa.
Por supuesto no es la solución global al problema de la basura ni marca un hito en la historia del reciclaje, sin embargo, hay que señalarlo, es una tremenda visión que vuelve rentable un sencillo concepto ecológico, demostrando una vez más, que lo que se necesita en esta nueva cultura de la sustentabilidad son buenas ideas.