El mundo en el que nuestro abuelos hacían negocios ya no existe. Antes era suficiente cuidar los costos y mantener contento al cliente para que una empresa fuera exitosa; hoy en día son muchos los grupos que exigen cada vez más de una compañía y, en algunos casos, parece que no se les alcanza a dar gusto nunca.
Estamos viendo una volatilidad en los precios sin precedente, una carga legislativa abrumadora, sociedades y consumidores revisando con lupa nuestras operaciones y un medio ambiente que promete que la situación se tornará cada día más compleja. Por todo ello tenemos que hacer negocios de forma diferente, y una de las mejores herramientas para tener éxito en este entorno es la sustentabilidad.
Mucho se ha hablado de la sustentabilidad en los últimos años y aunque muchas personas sepan qué es ser sustentable, muy pocas saben cómo se logra serlo. Uno de los errores más comunes es confundir este concepto o fundirlo con la filantropía. Sustentabilidad significa impactar positivamente en los ámbitos social, medioambiental y económico de cualquier ente.
Claramente, si un proyecto o estrategia de sustentabilidad no es rentable, no es sustentable.
Pero la rentabilidad de un proyecto o estrategia se puede dar de diferentes formas yen diferentes plazos. Por ello es imprescindible establecer una clara estrategia de sustentabilidad, para poder determinar qué combinación de proyectos se deben aplicar para mitigar la mayor cantidad de riesgos y alcanzar el mismo número de oportunidades.
Proyectos de eficiencia. Los proyectos de sustentabilidad con los periodos de retorno más interesantes son los de eficiencia de recursos. Si se produce lo mismo utilizando menos recursos, la disminución de costos es inmediata, por lo que los periodos de retorno de la inversión de estos proyectos suelen ser menores a tres años.
La intensidad del uso de los recursos y de las materias primas está íntimamente ligada a la huella medioambiental de las operaciones; por ejemplo: mientras más agua utilice una operación para sus procesos menor será la disponibilidad (y mayor el precio) de este recurso para la población circundante.
Si la población no tiene acceso al agua que requiere, se irá adonde sí pueda conseguirla. La tendencia en materia legislativa a nivel mundial es obligar a las compañías a medir y reportar su huella medioambiental, porque lo que no se mide no se puede gestionar.
Proyectos de gestión de la reputación. Hoy en día para operar no basta con el permiso de la autoridad. Una sociedad organizada tiene el poder para detener las operaciones de una empresa si no le otorga su licencia social, la cual está íntimamente ligada a la reputación de la empresa en cuestión. Si la comunidad vecina cree en lo que la empresa dice y hace, la dejará operar.
Si una empresa tiene una reputación muy buena entre sus vecinos, el día que ocurra un accidente o mal manejo en sus operaciones, incluso la perdonarán mucho más rápido. Una campaña de imagen puede tener resultados relativamente rápido, pero para que la imagen de una empresa se convierta en reputación positiva, la sociedad debe notar que se cumplen las promesas de la campaña a lo largo de los años. Algunos autores sugieren que una campaña de reputación no tiene resultados tangibles en menos de cinco años.
Proyectos de desarrollo de la comunidad. Desarrollar a las comunidades vecinas trae una enorme cantidad de beneficios para cualquier organización: disminución de los índices de inseguridad y corrupción, aumento del número de consumidores, aumento en la tasa de mano de obra calificada, sólo por mencionar algunas. Este desarrollo puede diseñarse de forma que las comunidades sean más eficientes en el uso de los recursos, propiciando que aumente la disponibilidad de los mismos en el futuro.
Para lograr el desarrollo sustentable de una comunidad es imprescindible la educación. La duración de estos proyectos variará, pero en lo general se espera que se genere un verdadero cambio a partir de una década.
¿Verde árbol o verde dólar? Tradicionalmente se pensaba que propiciar el desarrollo del medio ambiente y de la sociedad iba en contra de las ganancias de una empresa u organización, por ello se debatían entre ir por el verde árbol (ambientalista) o el verde dólar (ganancias). Implementando correctamente las estrategias y proyectos de sustentabilidad, ambos objetivos pueden convivir y obtenerse al mismo tiempo: el verde árbol genera el verde dólar.
Fuente: PEREZ DE FRANCISCO, Ruy. ¿Verde árbol o verde dólar?. FORBES. Año 2, n° 21, octubre-noviembre 2014, p. 153.
