Salta por doquier la evidencia de que riqueza y medio ambiente son parientes cercanos, a pesar del pobrísimo militante que ha dominado un debate que podría llamarse la economía política de la sustentabilidad.
No hay evidencia que soporte la imaginería candorosa del small is beautiful y de las fantasías bucólicas de comunidades campesinas tradicionales como sujetos históricos de una nueva sociedad en armonía con la naturaleza.
Cierto que hay ejemplos virtuosos y excepcionales por aquí y por allá, pero por regla general, la pobreza y los pobres se asocian con un medio degradado y una naturaleza saqueada y exhausta, sin esperanza.
El Economista, “Opinión”, Foro, p. 71