Éste es un artículo publicado en La Vanguardia conjuntamente con Àngel Castiñeira. A los lectores no catalanes podría ser que el nombre de Jaume Vicens Vives les resultara ajeno.
Pero su trayectoria responde a una cuestión universal aunque, como todo lo universal, hunda sus raíces en una problemática local y nacional. Vicens Vives es un caso ejemplar de respuesta a un reto que hoy comparten muchos países: ante una situación de crisis o de deficiencias colectivas resulta imprescindible no perder de vista la visión a largo plazo y trabajar al servicio de una necesidad fundamental.
La necesidad de educar a las nuevas generaciones –a los líderes del futuro en una actitud de compromiso y de transversalidad, de manera que la diversidad de opciones ideológicas y profesionales se sostengan sobre una complicidad básica de servicio a la sociedad, sin que dicha diversidad se sitúe al margen del marco de referencia fundamental que todos deberían compartir.
El próximo año se cumplirá el centenario del nacimiento de Jaume Vicens Vives. En su corta vida, Vicens destacó como académico e historiador, pero muchos todavía lo recuerdan por algo más. Por contribuir a definir una tarea cívica y política para su generación y diagnosticar correctamente el difícil momento que les tocó vivir.
Pero también por atreverse a ir más allá, asumiendo un compromiso formativo con la siguiente generación, traspasando la antorcha de la tarea incompleta y la esperanza no ilusa en un futuro posible y promoviendo un espíritu constructivo no basado en el rencor ni en la venganza.
Vicens Vives comprendió con plena clarividencia que, tras el franquismo, el futuro del catalanismo dependería de la forja de unos nuevos líderes caracterizados por su alta preparación, su calidad humana y su voluntad de compromiso cívico y de servicio a la comunidad. En Notícia de Catalunya (1954) lo expresa claramente: «No hay ninguna posibilidad de cultura o de vida política y económica sin la existencia de un grupo humano que comprenda les objetivovos a alcanzar por la sociedad a la que gobierna o dirige».
Vicens falleció en Lyon en 1960. Dos años antes, y bajo su clara inspiración, se fundaba el Cercle d’Economia. Por un azar de la historia, el mismo año 1960, Jordi Pujol era juzgado en consejo de Guerra por el Gobierno Militar de Barcelona. En su declaración, Pujol afirmaba: «Pertenezco a una generación que sube y que va a más, para honor y orgullo de nuestro país.
No es una juventud que propiamente sea política. Pero su misma evolución espiritual y mental va llevándola lógicamente i progresivamente al terreno político, social y económico, es decir, a todo lo que es y se denomina vida pública». Emergían nuevos liderazgos en los más diversos ámbitos.
El legado de Vicens Vives sigue hoy vigente en muchos aspectos. Uno de ellos es sin duda su visión del compromiso. El compromiso implica la existencia de un proyecto, ya que sólo éste nos evita quedar sometidos a la tiranía del presente y nos ayuda a pensar en clave de futuro. Y el futuro nos ayuda a superar la lógica de la supervivencia para asumir la lógica de la esperanza.
El deseo de realización de proyectos y el compromiso que asumimos en ello tensan nuestro tiempo social y nos ayudan a articular intergeneracionalmente a la sociedad. El compromiso implica no complacernos en el consumo irresponsable de nuestro tiempo y, como dice Daniel Innerarity, nos evita convertir el futuro en un puro vertedero de basuras del presente.
Vicens nos transmitió la conciencia de que nos había sido confiado algo importante y frágil. Un mensaje parecido al que podríamos encontrar en el poema de Salvador Espriu: «Si et criden a guiar/un breu moment/del mil·lenari pas/de les generacions…» [Si te llaman a guiar/un breve momento/del milenario paso de las generaciones…»: La pell de brau, XXIV, también de 1960]. En ambos encontramos una invitación al compromiso y a nuestra superación a través del logro de objetivos difíciles pero alcanzables. Pero un compromiso que requiere tambien vivir desde determinadas actitudes.
En un artículo escrito por Vicens poco antes de morir, casi como un testamento, nos dice: «Encontraremos el paso y el claro del bosque, y nos desharemos de la noche y de la niebla si nos proponemos realizaciones sencillas y concretas. Hemos tejido demasiados astros y los hemos situado demasiado arriba en el cielo para nuestras fuerzas y ahora no nos podemos palpar ni los huesos. Para sirgar con nosotros de esto no deberías desentederte lo primero que te hace falta es hacerte hombre y conocer tu mano y tu test. Aprieta el corazón, abomina el irrealismo y piensa con lógica desnuda.
Te propongo que dediques a la comunidad tu trabajo de cada dia, que no rehúyas desde ahora la responsabilidad que tendrás mañana cuando vayas en cabeza, que no rechaces el espíritu de progreso ni menosprecies la herencia de tus padres. I, sobre todo, que pienses más en todo lo que hemos construido y nos ha hecho grandes, que no en las cosas que nos han sido impuestas contra nuestra voluntad, por el azar de los tiempos. Con el espíritu de rencor y de venganza, propio de los esclavos, nunca serás nadie ni tampoco lo serán los tuyos. Y así tu serás la tierra y la tierra será tuya.» (El nostre treball de cada dia, Serra d’Or, 1960).
Nuestro país, como es sabido, sigue oscilando hoy entre la noche y la niebla y entre el paso encontrado y el claro. Tenemos una lista inmensa de temas abiertos tanto de cariz interno como externo. Pero en nuestro país sigue habiendo gente que no ha desvinculado su éxito profesional de su compromiso social, nacional o global. Gente que sigue impulsando proyectos propios o ajenos, gente que actúa en positivo, que ha entendido que la mejor manera de trabajar su crecimiento personal es trabajar también por el crecimiento de los demás.
Por ese motivo, se trata de gente que no tienen miedo a ensuciarse las manos ante retos que afectan a su comunidad o sus ideales. Más allá de los fuegos de artificio y de los brindis al sol y también más allá del clamor apocalíptico y pesimista de algunos, el legado de Vicens Vives, como un río subterráneo, sigue vivo entre nosotros. Pero no olvidemos que el cauce del río somos nosotros. Cada uno de nosotros.
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Josep M. Lozano
Profesor del Departamento de Ciencias Sociales e investigador senior en RSE en el Instituto de Innovación Social de ESADE (URL). Sus áreas de interés son: la RSE y la ética empresarial; valores y liderazgos en las organizaciones; y espiritualidad, calidad humana y gestión. Ha publicado sus investigaciones académicas en diversos journals. Su último libro es La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible (Trotta) Otros de sus libros son: Ética y empresa (Trotta); Los gobiernos y la responsabilidad social de la empresa (Granica); Tras la RSE. La responsabilidad social de la empresa en España vista por sus actores (Granica) y Persona, empresa y sociedad (Infonomía).
Ha ganado diversos premios por sus publicaciones. Fue reconocido como Highly commended runner-up en el Faculty Pionner Award concedido por la European Academy of Business in Society i el Aspen Institute. Ha sido miembro de la Comissió per al debat sobre els valors de la Generalitat; del Foro de Expertos en RSE del MTAS; del Consejo Asesor de la Conferencia Interamericana sobre RSE del BID; y de la Taskforce for the Principles for Responsible Business Education del UN Global Compact. En su página web (www.josepmlozano.cat) mantiene activo un blog que lleva por título Persona, Empresa y Sociedad