Víctor Manuel, gracias por hacer comprensible lo complejo y dotar a tu auditorio de un profundo estímulo que trascenderá en construcción de proyectos sociales incluyentes.
Por: Emilio Guerra Díaz.
Este 6 de abril se llevó a cabo la conferencia Medición del Impacto Social de Proyectos de Responsabilidad Social Corporativa en la Fundación Miguel Alemán y tuvo un formato tipo panel donde participaron Alejandro Martínez Reyes, Director de Sustentabilidad de Constructora y Perforadora Latina; Carlos Madrid Varela, Director de las Fundaciones Banorte y Gruma; Víctor Manuel Quintero, destacado profesional y consultor internacional en Diseño y Evaluación de proyectos sociales y fungió como coordinador de la mesa Emilio Guerra Díaz.
Este evento fue organizado por la Association of Fundrasing Professionals Captiulo Ciudad de México (AFP, por sus siglas en inglés) y el Movimiento Interamericano.
La conferencia tuvo como objetivo compartir con las organizaciones de la sociedad civil las tendencias sobre la medición del impacto de proyectos sociales.
Para enmarcar la importancia del tema a nivel Latinomericano, Alejandro Martinez señaló la importancia de los proyectos sociales e hizo referencia a la realidad española respecto al reconocimiento del trabajo de las organizaciones civiles como aliadas del desarrollo social. Citó que en ese país existe una categoría de instituciones filantrópicas a la cual se les denomina ONG’s D, es decir, organizaciones no gubernamentales de desarrollo de base, instancias que están cobrando mayor importancia al ser capaces de medir el impacto de la inversión social.
Martínez señaló que es necesario desarrollar herramientas en conjunto con con el inversionista social (fundación, programa de RSE, etc.) y con los beneficiarios. En un primer momento el inversionista social presenta exigibilidad para saber qué es lo que está sucediendo con el recurso destinado. El caso de medición de impacto en America Latina se ha ido modificando y está abandonando viejos paradigmas. Otrora, la evaluación de proyectos se centraba en lo que el financiador quería escuchar, por su parte la ONG enfatizaba en los aspectos en los que quería incidir en su comunidad. Hoy se requiere de un modelo de equilibrio donde participen todos los actores.
De ahí que es prioritario en ese nuevo modelo que cada proyecto a evaluar sea generador de capacidades en terceros. Los actores involucrados en proyectos sociales son detonadores de procesos y la organización ejecutora tiene una gran oportunidad de introyectar la experiencia para que la organización tenga la capacidad de que lo medible en un proyecto no sea a gusto del financiador sino del impacto social que sea capaz de generar.
Por su parte, Carlos Madrid, expresó que es vital que las organizaciones que desarrollan proyecto sociales y se acerquen a fundaciones empresariales o programas de RSE empresariales que abandonen la idea de pedir donativos y que vean las áreas de oportunidad que se presentan cuando se reflexiona en torno a que el dinero que se va a invertir es producto del trabajo de grupos de interés de la empresa, de sus proveedores, empleados, directivos, etc. Por ello importa sobremanera cómo se va a gastar, no es un fondo de ayuda, es resultado de la utilidad.
Si el dinero está mal empleado, el trabajador puede ser un actor que reclame. La inversión que hagan las empresas tiene que ver con los resultados de cada negocio. Madrid Varela recomendó entonces que la organización estructure sus proyectos y los presente a financiadores pensando en crear modelos replicables, contener una visión de futuro, estar abiertos a la auditoría e involucrar a todos los actores.
Madrid invitó a pensar que la relación financiador- OSC es parecido a un matriomio, “estamos ligados y somos corresponsables del efecto de lo que se haga. Si la OSC no responde, también se afecta la imagen de la fundación financiadora”.
Madrid reflexionó en torno a que “dar, es la mitad del camino”, que la filantropía no consiste en sólo dar cheques, comprende también practicar el acompañamiento y fortalecimiento de las OSC.
Después de que Martínez y Madrid enmarcaran el tema, el Dr. Victor Manuel Quintero dictó su conferencia.
El experto colombiano inició su disertación señalando que existen en América Latina alrededor de 5 escuelas de pensamiento cuyos enfoques proponen distintas propuestas de evaluación de proyectos. Asimismo, Quintero comentó que su charla abordaría también 6 momentos históricos sobre lo que se entiende por desarrollo; que abordaría el concepto de “lo social” como una categoría contemporánea que proviene de la propuesta del Contrato Social de J.J. Rousseau.
Quintero con amplia experiencia internacional, señaló que en América Latina se hace el ejercicio de evaluación de proyectos, en 17 países se mide la incidencia en política pública. Pero para entender en que consiste el concpeto de evaluar hay que ir a la epistemología de la palabra.
La evaluación es parte del ser humano para mejora lo que hacemos pero como concepto, como instrumento de medición, la evaluación sistemática se da apenas desde la postrimería de la segunda guerra mundial. De las 5 escuelas más importantes una nace en esa década (cincuentas).
La Escuela de medición oficial es producto de la participación de pedagogos y militares. En 1955 se hicieron los primeros ejercicios donde es fácil ver la influencia castrense en el lenguaje, sus concpetos básicos son: Táctica, estrategia y objetivo. Esta escuela tuvo como objetivo colaborar en la reconstrucción europea y desarrollar el Plan Marshall. De tal suerte, ingenieros, economistas y funcionarios públicos reflexionan y teorizan sobre la necesidad de medir resultados. Esta escuela pone énfasis en conceptos netamente cuantitativos, monetarizables, numéricos y se habla entonces de porcentajes respecto a los beneficiarios, de eficiencia y eficacia.
La segunda escuela nace en 1960 y surge con las agencias de desarrollo de la ONU, así como las europeas, estadounidense y latinoamericanas. Esta corriente ya no hace énfasis sólo en medir resultados, sino también, “dar cuenta de que se hizo” (es decir, informar a los socios y aliados) por ello se fortalece el concepto de accountability, trabajar en forma transparente.
La tercera forma de entender la evaluación proviene de la escuela latinoamericana e incluye el pensamiento del brasileño Pablo Freire y el chileno Manfred Max Neef, quien alentó el concepto de Investigación-acción. De acuerdo a Quintero, es una escuela política, para el empoderamiento de comunidades. Su interés no es medir los resultados, no se centra medir qué se hizo o cómo se hizo, sino que pone énfasis en la gente, cómo la comunidad se empodera, como hace uso de la información para empoderar a las personas. Esto presupone desde luego una nueva forma de evaluar donde es preponderante el “para que utilizamos la información”, con miras a democratizar la información.
La cuarta escuela nace en la década de los noventa y se apoya en teorías de dos premios nobel de economía, Joseph Stiglitz (2001) y Amartya Sen (1998). La evaluación se hace desde capacidades y habilidades, evaluamos lo que hicimos, pero sobre todo, analizamos “lo que se hizo, ¿para qué sirve?”. No es un asunto de capacitar personas, sino reflexionar qué, con la gente que trabajamos, de qué son capaces de hacer. Es un asunto de ver que nuevas posibilidades se crearon para los tradicionalmente marginados e inactivos.
El quinto enfoque nace a finales del siglo XX y tiene gran vigencia en esta primera década de la nueva centuria. Tiene que ver con pedagogos y procesos educativos. Pero no busca utilizar la educación para el aprendizaje que controla, mide, da cuenta, reporta, informa; sino la educación para aprender, para crecer, para no para cometer los mismos errores. Es la escuela que incorpora al bienestar material indicadores como el de Desarrollo Humano, adoptado por la ONU, y otros medidores como qué tan feliz es una comunidad. No busca medir el crecimiento del bienestar material solamente, sino también el espiritual, en ello los hindúes han aportado una gran riqueza de enfoques y métodos, dice Víctor Manuel Quintero. Para esta escuela el estar bien solo como individuo no es suficiente, sino estar bien en grupo, en comunidad, en sociedad.
De tal suerte, que la historia de la evaluación se resume por los siguientes énfasis:
1) Evaluación de los insumos. Evaluación financiera, desde el presupuesto, equipo humano talento, etc.
2) Escuela administrativa. Busca resultados. Evalúa objetivos, veamos qué paso con los objetivos.
3) Escuela por procesos. Muy referida por ingenieros, administrativos. La Administración por procesos dice “no miremos los resultados, no llore sobre la leche derramada, las enseñanzas están en los procesos”, más bien pregúntese “por qué salió así, qué hicimos o qué dejamos de hacer, ¿cuál fue el proceso?”.
Evaluación de los efectos y de los impactos. El Profesor Patton dice: Free Goal Evaluation”, es decir, evaluación sin objetivos. De tal suerte no es tan importante ver qué se hizo o cómo se hizo, sino para que sirvió eso. Las Juntas Directivas y Patronatos de organizaciones sin fines de lucro son los que más recurren a este modelo. De tal manera que el esfuerzo valió la pena si fue efectivo. Entonces en importante la efectividad de lo que hacemos, no con qué sino para qué.
Ahora bien, pasando a otro elemento enriquecedor de la conferencia de Víctor Manuel Quintero, fue cuando el catedrático e investigador complementó la historia de la evaluación con el enfoque del desarrollo, que dicho sea de paso, también tiene su propia trayectoria.
El Dr. Quintero señala que la evaluación es propia de los seres humanos como también la idea del desarrollo. Pero en la idea de desarrollo en su concepción moderna, ésta presenta seis momentos, que son hitos.
Se puede pensar en el Desarrollo desde las culturas del mediterráneo. Este se concebía como acumulación de riquezas, Platón pensaba que el desarrollo no es un sino un medio para alcanzar un fin. Adam Smith, el autor de Las riquezas de las naciones” trae la idea de que la concepción fundamental: El Desarrollo es acumulación de riquezas materiales. “Acumulación y excedente ecológico, que tú tengas mas de lo que puedas consumir”. De ahí que se dieran prácticas como el pillaje, la esclavitud, guerras y comercio de ultramar para alcanzar ese fin.
Hacia finales del siglo XIX y principios del XX sobresale otro concepto de desarrollo, que marca una diferencia entre crecimiento y desarrollo. El enfoque es “que el pastel sea mas grande y que haya más pasteles”, “ que crezcan los invitados a la torta”. La expresión aplicada se plasma en la estrategia de la década de los cincuentas de alentar los famosos Planes de Desarrollo y sus conotados y remembrados ejemplos: Pacto de Montevideo. Movimiento anti Cuba, Alianza para el Progreso, etc. Se pretende no acumular, sino planear, que más gente venga al banquete, no sólo que sea mejor, sino para más gente. De esta forma los desarrollistas atendían el desarrollo material de necesidades básicas insatisfechas.
Otra forma de entender el Desarrollo se dio en la década de los setentas donde el desarrollo no es la suma de atención de necesidades individuales, sino que se busca un desarrollo a escala humana, a medida del hombre. Basándonos en algunas tesis sofistas, el desarrollo se piensa como que el “Hombre es la medida del Hombre”. El trabajo de economistas, sociólogos y desarrolladores entonces planteaba “no que vengan a compartir la torta material, sino también el desarrollo espiritual”.
Incluyan la necesidad del amor, la ternura, lo cognitivo, las necesidades humanas insatisfechas”.
Lo anterior explica el impulso al Índice de Desarrollo Humano de las ONU. Pero dice el Dr. Quintero, al revisar los números e información de este indicador se tiene que los países desarrollados para sostener su nivel consumen el 70% de la energía global generada.
Por lo tanto el nuevo paradigma de desarrollo se plantea como “Desarrollo a escala humana sostenible”. Para preservar las condiciones que garanticen el respeto del proveedor principal que es la naturaleza, se tiene entonces que emprender otra estrategia. No basta con la evaluación sino que para tener desarrollo sostenible es necesario nutrir de procesos, de acciones descentralizadas, de la descentralización de la planeación, alentar y practicar la planeación participante. Son tiempos de que la evaluación y el desarrollo generen capacidades. Por lo tanto aparece el enfoque de Desarrollo de base.
La Interamerican Foundation apoyó este concepto, que busca desarrollo desde las bases, desde los hijos, desde los que no tienen voz, no desde arriba de los ideólogos ni de los técnicos ni de políticos.
Adicionalmente a esta visión se enriquece la necesidad de alentar el desarrollo local. Estamos globalizados, pero aparece la categoría “global”: pensamiento global pero acción local.
Actuación local y desarrollo local para ello se requiere la participación de agentes, no de actores. Los agentes participan en la palabra y en el concepto. Un actor es una persona que se aprende un guión y lo ejecuta. Un agente participa en la elaboración del libreto. Por lo tanto, agentes de desarrollo y las agencias que desde lo local trabajan, incluyen a todos, a empresarios, políticos, funcionarios, organizaciones de la sociedad civil, madres, hijos, jóvenes, estudiantes, vecinos, etc. Todos piensan que es desarrollo, cómo hay que trabajar, con quién, para qué, para dónde, por qué, hacía a quién, para quién se hace lo que se hace.
Las categorías se van dinamizando y surge entonces una nueva, denominada “lo social” que no hay que confundir con la palabra “social”. Lo social es un concepto muy contemporáneo que tiene que ver con la Teoría del Estado, la teoría política y la relación estado-sociedad. De tal manera “lo social” es algo que más allá de las fonteras del estado nación. En la Teoría social aparece con Rosseau el contrato social, que es un rompimiento con Dios. Antes era la concepción del poder y el estado bajo la concepción teológica. Que se repite en muchas sociedades. Idolatrar al jefe, porque viene de Dios.
Nos quedamos sin Dios, que hacemos, necesitamos otro, uno mortal, que es el estado. Son tan malos que necesitan quien los organiza, hagamos entonces un contrato. Contratemos a alguien para que nos proteja organice, haga justicia, etc.
Lo social es un elemento nuevo, que se completa con derechos humanos, y otras prerrogativas que afectan positivamente a los los niños, los derechos civiles, los derechos económicos, etc. Aparece “lo social” como una categoría aparte del estado y de lo privado. Trabajo social, inversión social, deuda social, proyecto social.
Finalmente, la disertación del Dr. Quintero llega a su fin construyendo un corpus propositivo que veremos a continuación.
Víctor Manuel Quintero señala que en Latinoamérica han persistido entonces dos grandes formas de entender la evaluación: Las escuelas de planeación, donde importan las olíticas públicas y se evalúa lo que hace el estado. Destacan países como México, Brasil, Chile y Colombia. Las Escuelas fincan su visión con teorías, tradición y propuestas pero siempre atendiendo un enfoque de lo macro, del estado. Quintero es asertivo: Está el enfoque pero no se hace desarrollo de base, sino los expertos, las universidades hacen monitoreo, seguimiento a las políticas públicas. Un claro ejemplo es el trabajo de la Cepal, que monitorea los signos vitales de la política pública.
La otra escuela de pensamiento predominante en la región es aquella que evalúa el desarrollo social, el desarrollo de base, el local, de lo que hacemos como comunidad y se hace desde y con la comunidad. De tal suerte que cambia el concepto de evaluación del desarrollo social y de los proyectos sociales.
Hoy trabajamos desde lo local, desde la descentralización, con la evaluación de proyectos de desarrollo, con el desarrollo productivo, cultural, político, económico, ambiental, etc. Ahí es donde hoy todos estamos y donde trabajan las organizaciones civiles.
Este nuevo paradigma genera nuevos retos sobre cómo evaluamos. Cobran fuerza los aspectos cuantitativos por lo general, pero desde este enfoque también se incluyen indicadores cualititativos.
Pero lo exacto en esta categoría es utilizar indicadores cuanti-cualitativos. Todas las categorías tienen razgos de los dos, por ello hay que desarrollar esos indicadores. Un segundo momento de la evaluación tiene que ver además con el método, el empoderamiento de las personas, de los distintos públicos, las comunidades y desde luego de los agentes. Por lo tanto trabajar para desarrollar “lo social” no es trabajo de expertos, de técnicos y de letrados exclusivamente, sino también de las personas que hacen autoevaluación como hábito. Los agentes promueven la auto-evaluación para que sean ellos que digan “me gusto”, “crecimos”, “transformamos”, “cambiamos”, generamos oportunidades”, etc. Por ello tiene necesariamente que cambiar el paradigma de evaluación de externos y por terceros.
Esta nueva forma de trabajar sirve para además compartir con los demás, “yo genero tal valor y ayudo a generar valor”. Con esta práctica cambia el concepto de accountaility (dar cuenta de) utilizado por la banca internacional y diversas empresas y reconstruimos la palabra. Ahora se llama “ser-accountability”. Por ello la necesidad de construir capacidades en la gente, participación cualificada. Es aprender haciendo en colectividad, en forma participativa en un “yo participativo”. El gran reto de la gerencia social de proyectos de desarrollo de base es hacer tangible lo intangible.
Para dar un ejemplo al lector de este reto puedo compartir los logros de un proyecto de desarrollo local impulsado por una fundación con la cual trabajé: La idea fue apoyar la restitución de la economía local devastada en algunas comunidades de Tabasco. Se invirtieron recursos para plantación de cacao y plátano; participación popular en salud y construcción de vivienda digna. Al tiempo de poco más de un año, en visita para evaluar qué había sucedido, una madre jefa de familia dijo: “gracias al proyecto que juntos construimos, hoy tenemos ingreso económico por casi 3.5 salarios mínimos cuando antes teníamos 1.5 salarios. Con las transformaciones que hicimos a nuestra vivienda hoy los niños se enferman con menor frecuencia y asisten con regularidad a la escuela. He aquí un ejemplo de hacer tangible lo intangible.
Emilio Guerra Díaz
Sociólogo, articulista en diversos medios impresos desde 1988. Ha colaborado en el sector filantrópico por más de 20 años y 11 dentro de la promoción de la RSC. Es Voluntario desde 1989. Autor del libro “La política de planificación familiar del estado mexicano”, UAM-Xochimilco, 1991. Fue subdirector de la Fundación Cultural Bancomer; Director de Información y Servicios del Cemefi; fue Gerente de la Fundación ADO. Actualmente es Consultor en Sustentabilidad Empresarial y en Desarrollo Institucional para OSC.
Ojalá puedan informarnos cuanto antes cuándo dará Víctor Manuel Quintero el curso sobre medición de impacto social.
Dejo nuestro correo electrónico para recibir información al respecto: [email protected]