De acuerdo con un estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine – realizado por la Universidad de California en colaboración con el Instituto Nacional de Enfermedades Digestivas, Renales y de Diabetes-, se demostró una caída significativa en la obesidad y en los indicadores de predisposición a diabetes con la salida de la comida chatarra de las escuelas y la promoción de la actividad física.
El estudio se realizó en una población de cuatro mil 603 estudiantes de 42 escuelas, a quienes se les ofrecieron alimentos más saludables que incluían abundantes frutas, verduras, alimentos con fibra, alimentos bajos en grasa, sin azúcares añadidos, leche baja en grasa, hidratación por medio de agua, exclusión de todos los alimentos densamente energéticos y un mayor tiempo de actividad física. Al inicio de estudio (2006) casi el 50 por ciento de los estudiantes presentaba sobrepeso y obesidad, el 16 por ciento tenía latos niveles de glucosa en sangre en ayunas y el 7 por ciento oponía resistencia a la insulina en ayunas.
Los resultados fueron “sorprendentes”, pues se presentó una disminución del 21 por ciento de sobrepeso y obesidad (los programas para reducción de peso consideran un éxito una disminución entre el 5 y 10 por ciento) y se registró una considerable reducción de otros indicadores de riesgo para diabetes, tales como niveles de glucosa altos y resistencia a la insulina, tres años después (2009).
Ejemplo doméstico
En México también hay ejemplos de los beneficios que puede traer la eliminación de la denominada “comida chatarra”. Así lo ha demostrado una pequeña telesecundaria de la comunidad de Tenexatlajco en el municipio de Chilapa, Guerrero, una de las regiones más pobres del país.
De acuerdo con El Poder del Consumidor, los 21 estudiantes, dos maestras y un director aportan diez pesos diarios (que son la mitad de lo que gastaban en comida chatarra), cantidad con la cual se elabora la “olla comunitaria”, que es el alimento que comen todos y que incluye un ingrediente de cada grupo que indica el plato de bien comer.
El cambio que se ha logrado en tan sólo seis meses que llevan aplicándolo, permitió disminuir la desnutrición y mejorar el rendimiento intelectual y físico de los estudiantes. Más aún, con el remanente que les queda, ya que sólo gastan en la comida la mitad del dinero, se inició la construcción de dos aulas y se pagó la salida a un torneo deportivo.
El Financiero – informe especial, p. 31